La URSS espera de China un espíritu constructivo
Un comentarista de la agencia Novosti se preguntaba recientemente sobre lo que esperan los soviéticos de las conversaciones con China, y se contestaba: «Una actitud constructiva del lado chino.» Para Moscú la cosa es sencilla, los soviéticos no son responsables de la ruptura de 1963.Parece que el abandono por os chinos de algunas condiciones previas (reconocimiento por Moscú de los «tratados desiguales», retirada de las tropas soviéticas de Mongolia y de los territorios disputados de Siberia) han hecho posible lo que no era hace un año.
Para los soviéticos estas conversaciones son una especie de recompensa a su perseverancia. Pero la apertura de estas conversaciones políticas -sin prejuzgar el resultado- son también posibles, porque la situación internacional ha cambiado profundamente y no solamente en beneficio de la URSS.
Restableciendo las relaciones con Japón y Estados Unidos, desafiando a la URSS y Vietnam, China ha mostrado que no quiere ser excluida del juego internacional, y reivindica incluso el estatuto de gran potencia.
De momento, las conversaciones no se presentan bajo los mejores auspicios; la polémica antichina que había decrecido al final de la primavera ha recobrado todo su vigor en la prensa soviética en las últimas semanas.
De momento es más fácil conocer los aspectos que no se tratarán en el diálogo. Las cuestiones ideológicas quedarán soslayadas. El maoísmo, al que los soviéticos atribuyen todas las desviaciones de la política china, acaba de ser denunciado por Suslov. Moscú quiere limitar las conversaciones a temas bilaterales, lo que parece artificial, pues los soviéticos han incluido en la discusión el hegemonismo, y el término tiene sentido bien distinto para Moscú y Pekín.
Tres hipótesis son posibles en el curso de las entrevistas: una reconciliación completa. Otra hipótesis es la prolongación e incluso la rápida ruptura de las conversaciones. Queda la hipótesis de un acuerdo resultante de la «moderación recíproca». Hay que decir que la normalización entre Moscú y Pekín tiene hoy un límite: la cuestión vietnamita, en torno a la cual rivalizan los dos Estados.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Archivado En
Últimas noticias
El tren interoceánico con 148 pasajeros choca en México con un tráiler sin dejar heridos
Un récord para Mbappé en la noche del desencanto del Bernabéu con el Real Madrid
La Real Sociedad ya tiene nuevo entrenador: Pellegrino Matarazzo
Una manifestación recorre el centro de Valencia para denunciar que el precio de la vivienda es “impagable”
Lo más visto
- Uno de los promotores de la señal V-16 de tráfico: “Es duro oír el testimonio de víctimas que han sufrido amputaciones al poner los triángulos”
- Cae una organización que enviaba camiones cargados de cocaína desde Marbella hasta varios países europeos
- Más de 40 congresistas demócratas piden por carta a Trump que cese en sus “intentos de socavar la democracia en Brasil”
- La policía registra varios domicilios y las oficinas de la ministra francesa Rachida Dati por otro presunto caso de corrupción
- La Administración de Trump publica solo una parte muy censurada de los papeles de Epstein, aunque la ley le exigía difundirlos “todos”




























































