Todos salimos perjudicados
Llevamos algo más de un mes sin clase. Como aquél que dice: en paro. Mejor sería decir que llevamos varios años en paro y es que, queramos o no, la Universidad está parada, anquilosada y en continuo escarnio existencial como institución. En situaciones como la actual es difícil dilucidar hasta dónde lo justo y hasta dónde lo catastrófico. Esto último, las más de las veces, comienza cuando la justicia se hace ineficaz o cuando campa por sus respetos o la hacen campar por ciertos respetos.El problema de los profesores no numerarios no es riada de últimas lluvias. La cuestión se revalida año a año, y curso a curso la Universidad sufre, y lo más penoso: la sociedad, todos nosotros, terminaremos por mesarnos los escasos cabellos que puedan quedarnos. El pueblo español, subsidiariamente, será el peor parado en este juego al escondite.
Porque esto tiene trazas de juego irreflexivo y estúpidamente infantil. El Ministerio no cede, enarbola las banderas de una enseñanza mejor, ¡hay que encontrar el punto de equilibrio! Los PNN, por supuesto, agitan sus estandartes en defensa de la educación... El año pasado, por estas fechas, todo quedó en un arreglo económico. Los maravillosos ideales quedaron guardados para mejor situación Parece que ésta ha debido presentarse ahora: las mismas ideas sobre el tapete, las mejores voluntade por ambos lados ... ; esperemos que no tenga que presentarse otra mejor ocasión y que estos días sean los indicados para solucionar el problema, sin esperar tiempos venideros.,
Ministerio de Educación y Coordinadora de Profesores se enfrentan en esta disyuntiva. Pero ¿qué sucede con los estudiantes? ¿qué hacemos?, ¿qué pintamos? Por el correr de las crónicas, muy poco. Yo confío en que el estudiante quiere estudiar, trabajar. Pero ¿qué condiciones mínimas se dan para poder ejercer nuestra profesión? ¿Qué curso estamos padeciendio? Sin horas de clase, preparando por nuestra cuenta los temas, con futuras clases de recuperación a ritmo forzado... ¿De qué sirve este curso?, ¿qué ganancia cultural hemos recogido? Da vergüenza contestar estos interrogantes.
Todos, tarde o temprano, tendremos que soportar las consecuencias nefastas de la situación: impreparación de los cuadros universitarios con vistas a una rentabilidad social, y a los cuales se va a exigir cuantitativa y cualificativamente de un modo, quizá desproporcionado.
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