La drogadicción no se resuelve con la antidroga
La drogadicción no es problema de solución fácil. No existe una pastilla mágica que solucione el problema de modo radical. En el problema del drogadicto intervienen factores de índole orgánica y psíquica que exigen un enfoque integral, psicosomático. Esta es la conclusión de un amplio grupo de médicos catalanes sobre el reciente descubrimiento de la antidroga.
Un decisivo descubrimiento realizado por el doctor español José Pozuelo fue, calificado de sensacional recientemente. Se trataba de un producto, al que rápidamente se le denominó antidroga, que parecía, a tenor de ciertas manifestaciones o interpretaciones, la solución definitiva al problema de la drogadicción.En realidad, lo que el doctor Pozuelo había descubierto exactamente era una sustancia, el ácido fusárico y la alfa-metil-para-tirosina (AMPT), que tiene la propiedad de inhibir el comportamiento de deternimadas neuronas. Ello permitía que las personas afectadas por la drogadicción ya podrían prescindir de la droga utilizando este producto. Algo así como una vacuna contra la droga.
Ahora, el descubrimiento aparece más matizado en la perspectiva aportada por otros investigadores y conocedores del tema en profundidad. «Las toxicomanías -asegura la declaración del grupo de médicos catalanes- no sólo estriban en el hecho de tomar drogas, sino en el estilo de vida que eso supone para el drogadicto y en el que influye, además, una serie de condicionantes de tipo psicológico y sociopolítico.»
El doctor Pozuelo ha llevado a cabo sus investigaciones en la Cleveland Clinic Foundation, universidad norteamericana en la que es director de la sección de narcóticos, completándolas en la Universidad de Barcelona.
El descubrimiento se presentó a la opinión pública como un producto capaz de abolir el deseo y la manifestación del síndrome de abstinencia, que es ese insoportable sufrimiento de la persona que, habituada a ella, deja de tomar droga.
Ello ocasionó una acogida favorable por parte de personas preocupadas en el tema en razón de sus investigaciones o responsabilidades públicas. El ministro de la Gobernación, señor Fraga Iribarne, recibió al señor Pozuelo, acompañadode los tres directores generales de la Cleveland Clinic Foundation. También el rector de la Universidad de Barcelona, señor Estapé, y el entonces ministro de Trabajo, Fernando Suárez, dieron las máximas facilidades al investigador español.
El descubrimiento estaba enmarcado en la línea de la investigación bioquímica, línea considerada parcial o incompleta por parte de otras corrientes médicas de investigación más psicosomáticas. El doctor Fábregas, psiquiatra catalán, declaraba recientemente en La Vanguardia que «los doctores Francisco Freixa Sanfelíu y Lluis Bach Bach, directores del departamento de alcoholismo y toxicomanía de la Jefatura Regional de Sanidad; el doctor José Yuguero, de la Cru z Roja de Granollers, y yo, hemos creído que la espectacular presentación de los avances médicos del doctor Pozuelo, asegurando que en quince días de tratamiento se acaba con el problema de la droga, nos parece cuando menos desmesurado e irreal».
El doctor Fábregas añadía que... «el tomar droga o dejarla de tomar es algo más profundo e importante de lo que pueda parecer, y no se cura con una pastillita durante quince días»... «el doctor Pozuelo ha logrado solucionar el síndrome de abstinencia fisiológico, pero lo que ya no está nada claro es cuánto tiempo se deberá tratar al paciente para que el síndrome de abstinencia mental y psicológico desaparezca».
Esta es la actitud de los médicos que ahora se han pronunciado. Estiman, además de la influencia de los otros factores señalados, que «la eliminación de toma de drogas no supone la curación de la toxicomanía, sino sólo un primer paso para iniciar la rehabilitación, que las sustancias farmacológicas utilizadas por el doctor Pozuelo son útiles, de acuerdo con su casuística, en la primera fase del tratamiento, eliminando el síndrome de abstinencia y que la información aparecida en la prensa diaria puede inducir a un desenfoque del problema y aumentar las dificultades para un tratamiento global de la toxicomanía, al tiempo que corre el peligro de crear problemas de orden mental y de alimentar falsas esperanzas».
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