España e Italia, una final y un espíritu: “¿Y por qué no otra vez lo de Mar del Plata?”
El equipo de Ferrer encara en la final a la anfitriona (15.00) con el recuerdo del título conquistado en 2008 como referencia: contra Argentina y su hinchada


Todavía no se había resuelto el pase de España a la final de la Copa Davis, cuando un popular reportero italiano le preguntaba a Jaume Munar sobre Alexander Zverev y sus virtudes, temiendo que su país, clasificado la noche anterior, pudiera toparse con el alemán al día siguiente. En ese instante, Pablo Carreño ya había batido a Jan-Lennard Struff en el primer turno y el mallorquín había caído ante el número tres del mundo en el segundo. Con 1-1 en el electrónico y, por tanto, todo por decidirse en el dobles, el tenista balear replicaba antes de que el periodista finalizase: “¿Y si al jugamos nosotros contra Italia?”. Algo sospechaba Munar y olfateaban en la federación: “Dentro del equipo se respira algo”.
Ese algo hace referencia a la unión, así como al sentido colectivo como eje vertebrador de una semana en la que a los jugadores se les ha ido recordando una y otra vez la pesada ausencia de Carlos Alcaraz; infravalorando así, seguramente, las posibilidades de un grupo muy biien pertrechado que en febrero resolvió de manera impecable la salida a Biel y luego, acorralado el 14 de septiembre, escapó de una circunstancia terminal frente a Dinamarca en Marbella. “Estamos en la final [15.00, Movistar+] porque ellos [los tenistas] son muy buenos y porque se lo han creído”, recalcaba Ferrer, quien a su vez hablaba de un equipo “sano” y señalaba el instante clave: “Si estamos aquí no es por mí, sino por todos, pero en gran parte por lo que hízo Pedro”.
El valenciano Martínez fue quien evitó allí que Holger Rune firmase el punto con el que todo se hubiera acabado. Tipo discreto y tímido, de pocas palabras en público, levantó aquella tarde el partido contra el nórdico y otra vez vuelve a cumplir. Cada vez más afianzada la sociedad con Marcel Granollers, simplificaba tras decidir la serie contra Alemania: “Nosotros somos humildes”. Se le recordaba al de Alzira el paródico movimiento que ha ido expandiéndose desde hace un tiempo en las redes sociales, donde se reivindica con humor a tenistas como Munar (El Mágico, @BerridosDeMunar). “Me lo tomo a coña. Es cachondeo y son divertidos. Me descojono”, dice este último.

Resulta que esa corriente ha empujado al mallorquín y dado alas a todos los integrantes del equipo, con ganas de demostrar que además de buena gente, son magníficos competidores. Perfil bajo, que no menor. Sin Alcaraz en la alineación, ni a lo largo del año ni ahora en Bolonia, estos días representaban la oportunidad ideal para elevarse. “Todos queríamos que Carlos estuviera aquí, pero estas cosas pasan. Todos hemos creído, hemos ido día a día y punto a punto. Podemos competir en todas las situaciones y estamos demostrándolo. Pero queremos seguir”, puntualizaba Granollers, después de que Ferrer zanjase: “Carlos no está aquí. Pero creíamos que podíamos hacer una gran semana”.
Sin Nadal
El preparador deslizaba que era un día para disfrutar: “Pero solo hasta la cena”. Y, en un momento dado de su intervención, sacaba a colación un viejo episodio que a lo largo de estos días ha ido rebotando por las paredes del hotel en las que se aloja el equipo español: Mar del Plata. Recuérdese: 2008, la tercera Ensaladera; ese grupo que, al igual que el de hoy sin Alcaraz, se sobrepuso a la baja de Rafael Nadal (tendinitis en la rodilla derecha) y terminó imponiéndose a Argentina en su propia casa (1-3). Ferrer, en fase efervescente aunque derrotado por David Nalbandian, era uno de los actores protagonistas de esa España caliente que se rebeló, impulsada finalmente gracias a las victorias de Feliciano López (contra Del Potro), Fernando Verdasco (Acasuso) y el dúo formado por ambos en el dobles (Nalbandian y Calleri).
Quienes vivieron de primera mano el episodio (21-23 de noviembre) todavía recuerdan el ardor de la hinchada del Polideportivo Islas Malvinas. Allí, improperios, mucha fricción y tenis al límite, en forma de encerrona; pista dura para deteriorar la potencial ofensiva de los visitantes, bien dirigida por Emilio Sánchez Vicario. Figuraba ahí también el joven Granollers, hoy 39 años y entonces 22. “Había que tener cojones para ganar ahí”, apreciaba Manolo Santana; “sin Rafa, los argentinos se confiaron y lo daban todo por ganado. Pero cayeron en la trampa”. Ahora, ni está Alcaraz ni Italia puede contar tampoco con Sinner, pero el espíritu de aquella experiencia acompaña a los viajeros de hoy.

“Esto es algo que ya hicimos en Mar del Plata. Jugamos fuera y con todo en nuestra contra, y aun así conseguimos ganar”, afirmó Ferrer. “Así que, ¿por qué no? No lo tomo como algo malo, sino bueno. Jugar fuera, con el público en contra y en medio de ese ambiente, yo [retirado desde 2019] ya no lo puedo disfrutar… Pero los jugadores están preparados. Habrá momentos difíciles, pero tendremos nuestras opciones. Lo veo como un gran reto, como algo que será bonito; como una oportunidad para reivindicarse. Ya lo han hecho, pero, partir de ahí, lo que venga...”, exponía el alicantino, que conquistó la Copa Davis tres veces y disputó 33 partidos, con tan solo cinco derrotas.
A buen seguro que la grada de la Fiera di Bologna apretará fuerte, del mismo modo que España contrapondrá el mismo colmillo de estos días, ante Chequia y Alemania. Inteligente, Ferrer propone a los suyos darle la vuelta y encontrar disfrute donde teóricamente debería haber sufrimiento. El ambiente caldeado que propondrán los 11.000 asistentes, dice, debería servir de acicate en la búsqueda definitiva del séptimo trofeo, que sucedería al logrado en 2019 (Caja Mágica de Madrid) y equipararía a España con Suecia. Desde la entrada en el nuevo siglo, ninguna nación se ha acercado a su cifra de títulos (6); Rusia, perseguidora, obtuvo tres. Y entre los recuerdos, efectivamente, se reaviva la llama prendida en 2008.
SORTEO Y DIRECTOS A SEPTIEMBRE
Ferrer relativizó el hecho de que su equipo disponga de una jornada menos de descanso que Italia a la hora de encarar la final. “Lo aceptamos, estamos listos para luchar”, señaló, a la vez que puso en valor la pujanza actual del tenis transalpino y de su selección, campeona de las dos últimas ediciones.
La fase final de la próxima también se celebrará en la Fiera di Bologna, pero antes, los equipos deberán superar una doble ronda clasificatoria de la que, en parte, ha quedado exenta España. Los de Ferrer no tendrán que jugar la eliminatoria de febrero (6-7 o 7-8), pero sí la de septiembre, tras el US Open (18-19 o 19-20). Lo hará en casa, según establece el reglamento.
Italia recibirá una invitación, en su condición de organizadora, lo que evita ese primer compromiso para los españoles, finalistas. No obstante, este domingo conocerán cuál será su adversaria en el compromiso de mediados de septiembre; se sabrá a partir de las 12.00, cuando la Federación Internacional de Tenis (ITF, en inglés) efectúe el sorteo de los emparejamientos y concrete las fechas correspondientes de todos ellos.
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