Ir al contenido
_
_
_
_

Sabalenka finiquita la secuencia triunfal de Swiatek y saborea su primera final en París

La número uno zanja una serie de 26 triunfos y sentencia a la tetracampeona (7-6(1), 4-6 y 6-0). El sábado se enfrentará a Gauff, límite de la francesa Boisson (6-1 y 6-2)

Sabalenka celebra un punto durante la final contra Swiatek.
Alejandro Ciriza

Aryna Sabalenka rebosante, el mar que muerde y muerde la costa porque ansía la expansión, crecer, hacerse más y más grande, extender sus aguas y ganarle terreno a la tierra. Así lo hace ella, la número uno y ahora, por fin, finalista de Roland Garros, donde Iga Swiatek cae y marcha de mala manera, con un rosco que cierra su secuencia triunfal y además duele a la polaca, la tetracampeona. Duele mucho: 7-6(1), 4-6 y 6-0, tras 2h 19m. Se queda París sin la última gobernanta, confundida desde que saliera a la luz el positivo del pasado verano, y cobra brillo la candidatura de la reina del circuito. Exultante la de Minsk: “Es la rival más dura, sobre todo aquí. Estoy orgullosa”, señala, sabiendo que está a un solo paso de lo pretendido. Se medirá el sábado (15.00, Movistar+) con Coco Gauff, límite final de la sorprendente Loïs Boisson (6-1 y 6-2, en 1h 09m).

La tenista local, de 22 años e inesperada protagonista de estos días, se despide después de un trazado contra todo pronóstico. Este era su segundo torneo en la élite. No figuraba —en pasado, ahora sí— ni entre las 300 mejores del mundo. Llegó como la 361ª y saldrá como la 65ª. Impactante torneo el suyo. “Es de lo mejor que he visto en tierra”, le dedica Gauff. La norteamericana, segunda en el ranking, ha resistido a la prueba: medirse con una jugadora local en la jaula. “Pero estaba mentalmente preparada. He intentado bloquear todo aquello que no estuviera bajo mi control”, explica. Tendrá, pues, otra oportunidad tras la derrota de hace un año ante Swiatek. Se inclina por fin esta. Se la ha llevado por delante la ley de la más fuerte.

Amenaza lluvia todo el día, chispea de vez en cuando y con la central techada —oda a la ingeniería y la arquitectura esa cubierta—, los rugidos de Sabalenka se multiplican y rebotan por los cuatro costados de la pista. Es el hambre contra la necesidad. Si no empachada, ahí está una que se ha hartado de ganar durante los últimos años en Roland Garros, cuatro trofeos y 26 triunfos consecutivos, 40 victorias en 42 partidos, abrumador; la otra en lo más alto del circuito, dominando y creciendo, también sobre una superficie en la que se impone coronarse en algún momento para poder decir el día de mañana que ella también fue total, como las verdaderamente grandes: dura, hierba —también pendiente de muesca— y tierra.

Swiatek reclama un bote durante la semifinal.

Desde hace tiempo, Sabalenka tiene entre ceja y ceja el objetivo de París, y habitualmente ese deseo se ha traducido en un exceso de ansiedad que le ha jugado malas pasadas. Sin ir más lejos el curso pasado, cuando la joven Mirra Andreeva le hizo descarrilar en los cuartos de final. Parecía el año, parecía lista. Pero no. Otras veces, la mayoría, sus salidas han respondido sencillamente a una mera cuestión de juego. Pocas ganan en empeño a la bielorrusa, pero tenía que aprender a canalizar esa abundancia de energía en la dirección correcta. La arena es otra historia. Fuerza y tiros, sí; cabeza y peloteo sostenido, aún más. Quería interiorizarlo, y la línea es buena. En ello está.

Sobreexcitación

Reducida la distancia entre una y otra, de especialista a aprendiz —solo tres de sus títulos los obtuvo en tierra batida, los tres en Madrid, el menos terrícola de los torneos de la gira—, los duelos entre ambas han ido equilibrándose y este último lo demuestra. Tiene más herramientas Sabalenka, seguramente más paciencia, pero en todo caso termina imponiéndose el instinto, lo primario. Ella es vértigo. Pura combustión. Ataca cada pelota como si le fuera la vida en ello y embiste sin parar a Swiatek, mucho más ortodoxa, pero negada en estos días grises para ella porque lo intenta una y otra vez, pero no termina de levantar la cabeza. Le arropa la Chatrier, pero no hay vuelta de hoja.

El primer set se traduce en una montaña rusa de la que termina saliendo airosa la número uno, pero bien podía haber sufrido un buen patinazo. Pese al 4-1 y dos bolas para sellar el 5-1, a punto está de concederlo. Brega y brega Swiatek, tirando de librillo y sobre todo, de corazón. Cuando el mejor tenis se resiste a salir, la fórmula más efectiva suele ser la de estar ahí, esperando a que vuelvan las musas. De ser así, a buen seguro que a la de Varsovia le pillarán trabajando, porque la determinación no se agota; sin embargo, es todavía insuficiente para voltear su presente e igualmente, para contener la inquebrantable voluntad de Sabalenka, erre que erre, pega que te pega esta.

Gauff, a la derecha, aplaude a Boisson a su salida de la pista.

Predomina la tensión en la central, reclaman bolas una y otra y el juez Kader Nouni, el de la voz inconfundible, no tan grave como la de Barry White pero sí en esa línea, llama al orden a la polaca: no seas pilla, Iga, que te he visto; la has jugado y después de fallarla has ido a mirarla. No cuela. Aun así, consigue salvar el pescuezo en el segundo set a base de oficio, pero la ola termina pasándole por encima. Su tenis y su ánimo acaban rompiéndose. Presa de la sobreexcitación, Swiatek no logra arañar siquiera un juego en el tercer acto y se despide de París cabizbaja, como llegó. Malos tiempos para ella, sin gloria alguna desde que el chivato saltase. Tuerce el gesto y sonríe la risueña Sabalenka.

Más tarde, con la cara enrojecida, Boisson expulsa la rabia bajo la toalla cuando se sabe ya perdida y después de un hermoso viaje de casi dos semanas, siente la impotencia. Su derecha ya no carbura igual y la respuesta de Gauff es fulminante. La francesa, 361ª del mundo e invitada por la organización, choca con la versión más rocosa y resolutiva de la estadounidense, quien se aísla mentalmente y resiste al embrujo de la Chatrier; esta vez, de nada sirven los bramidos de la gente, resignada: Francia pierde la última bala. En realidad, lo de Boisson ha sido un regalo. En consecuencia, todo se decidirá entre la uno y la dos. Esto es, plato fuerte para el desenlace. Y lanza Sabalenka, jugando desde ya el último episodio: “El trabajo no está hecho”.

CUARTA INTENTONA PARA GRANOLLERS

A. C. | París

Después de tres intentos fallidos entre 2022 y 2024, Marcel Granollers y Horacio Zeballos buscarán este sábado —tras la final femenina— su primer título de Roland Garros. La pareja formada por el español y el argentino se impuso por 6-7(5), 6-3 y 6-4 (tras 2h 27) a Hugo Nys y Edoaurd Roger-Vasselin, de modo que se enfrentarán al dúo británico formado por John Salisbury y Neil Skupski, o el estadounidense entre Christian Harrison y Evan King. Se decidirá esto el viernes. 

Granollers, de 39 años, tiene trofeos de todos los colores como doblista, pero a su palmarés le falta el inigualable brillo de un grande. La del sábado será su sexta gran final, la cuarta de la mano de Zeballos (40); las otras dos las disputó junto con Marc López, el preparador actual de Jasmine Paolini. Comenzó el año con unos problemas musculares que le impidieron competir en Australia, pero no así alcanzar el éxito en Indian Wells y Madrid, ni destacar otra vez en París.

En el Bois de Boulogne triunfaron previamente Manolo Santana (1963, con Roy Emerson), Emilio Sánchez Vicario (1988, Andrés Gómez), el combo formado por Sánchez Vicario y Sergio Casal (1990) y el compuesto por los López en 2016, Marc y Feliciano.

Por otra parte, la organización confirmó los horarios de las semifinales masculinas. Como se preveía, Carlos Alcaraz se medirá con Lorenzo Musetti a partir de las 14.30 (Movistar+) y posteriormente, alrededor de las 19.00, saltarán a la pista Novak Djokovic y Jannik Sinner. El español, de 22 años y número dos del mundo, tratará de acceder por segunda vez consecutiva al epílogo del torneo, después de que el año pasado se impusiera a Alexander Zverev y triunfase por primera vez.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
Rellena tu nombre y apellido para comentarcompletar datos

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_