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De área a área
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Sudamérica desafía el pronóstico

Los europeos están jugando sin preparación previa y esto no es aquella evanescente International Champions Cup de veranos anteriores, desfile de suplentes mientras los titulares cogían la forma. Aquí hay en juego prestigio y dinero

Los jugadores del Botafogo celebran el gol de Jair Cunha ante el Seattle Sounders
Alfredo Relaño

Ya hace muchos años Menotti me comentó: “Argentina exporta cada año más de mil goles”. Hoy no sé quién podría calcular cuántos goles exportan al año Argentina, Brasil y los demás países de Sudamérica, futbolísticamente agrupados en la Conmebol. La fuga de talentos que sufren es continua. Los mejores van a los grandes equipos-Champions, y así ocurre que las competiciones que vienen enfrentando a los campeones de Europa con los de Sudamérica desde 1960 han ido evolucionando hacia el desequilibrio. En la época de la vieja Intercontinental, el saldo fue 22-21 para los sudamericanos. Desde que en 2004 se implantó un llamado Mundialito de Clubes, con asistencia de otros continentes, el saldo ha sido de 16-4 para Europa. La última victoria americana data de 2012, a cargo del Corinthians. La desproporción presenta un impulso uniformemente acelerado en el nuevo siglo. En el fútbol se agranda la brecha entre los ricos y el resto. Como en todo.

De ahí que esperáramos todos este Mundial de Clubes como un ejercicio de superioridad de los europeos, pero no está siendo así. Toda Sudamérica ha celebrado el triunfo del Botafogo, campeón de la Libertadores, sobre el PSG, que lo es de la Champions. Ha sido lo más llamativo, pero en general el mundo-Champions no está saliendo bien retratado frente al mundo-Libertadores. El Boca empató 2-2 al Benfica y apuró al Bayern, que sólo le ganó 2-1. El Flamengo ganó 3-1 al Chelsea. El Palmeiras le empató 0-0 al Oporto, lo mismo que el Fluminense al Borussia. Hemos visto a los mexicanos de Monterrey empatar 1-1 con el Inter, y hasta el Madrid se quedó en empate ante el Al Hilal de Arabia. No es lo que se esperaba.

Se diría que hay una revuelta del fútbol de la Conmebol, viejo reducto de otro modelo. Sólo el Botafogo, cuyo propietario norteamericano, John Textor, también controla el Olympique Lyonnais y el Molenbeek, y participa en la propiedad del Crystal Palace, responde al modelo neocapitalista. Los otros tres brasileños presentes, Flamengo, Fluminense y Palmeiras, y los dos argentinos, el River Plate y el Boca Juniors, son de los socios y conservan una esencia barrial como punto de encuentro, con muchas secciones deportivas y actividades del tipo de guarderías, clases de inglés o guitarra, asambleas vecinales...

Brasileños y argentinos tienen el orgullo como productores de excelencia futbolística que destilaban las palabras de Menotti, y se rebelan contra el gigante europeo. En el mundo de selecciones recuperan a sus jugadores y la desproporción desaparece, pero en un Mundial de Clubes sólo pueden compensar la diferencia en plantillas con ahínco y motivación, que bien se nota en las masas de aficionados que les han acompañado, a Estados Unidos.

Ese impulso les eleva, mientras a los europeos les lastra la colocación de este torneo en el calendario. Para los americanos llega a media temporada, a los de este lado del Atlántico les pilla con una carga de fatiga máxima, tras un breve reposo que no han podido disfrutar los que han jugado la fase final de la Nations League o el clasificatorio para el Mundial de sus selecciones. Maresca, entrenador del Chelsea, lo expresaba bien el otro día al decir que no sabe si esto es pretemporada o postemporada. Los europeos están jugando sin preparación previa y esto no es aquella evanescente International Champions Cup de veranos anteriores, desfile de suplentes mientras los titulares cogían la forma. Aquí hay en juego prestigio y dinero.

Los brasileños y los argentinos han ido ante todo por el prestigio, por demostrar al mundo que a pesar de tanto vaciado de jugadores pueden plantar cara al mundo-Champions. Los europeos han ido más bien por lo segundo, o al menos en eso ponen el énfasis. No creo que ninguno piense en su fuero interno que este título es más importante que la Champions, y difícilmente podrían defender eso cuando faltan ahí el Liverpool, el Barça y el Nápoles, campeones de la Premier, LaLiga y la Serie A.

En todo caso, ese afán de los sudamericanos por bajar del podio a los europeos le está dando un buen argumento a la competición.

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Sobre la firma

Alfredo Relaño
Alfredo Relaño formó parte de la redacción fundacional de EL PAÍS, en la sección de Deportes. Fundó la delegación en Andalucía, regresó como redactor jefe y luego fue director de Deportes en la SER y Canal +, y director de AS, del que ahora es presidente de honor.

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