Fundido Real Madrid
Terminaron los blancos la Liga sumergidos en un extraño quiero y no puedo, abofeteados por el Barça, y el reencuentro con la competición le ha dejado preso de antiguos tics


El Madrid contra la expectativa, o el Madrid en misión compleja: satisfacerse a sí mismo a través del juego, y reconocerse después de entrenar unas pocas semanas con entrenador nuevo. Y aun así, el partido no estuvo a la altura de nada, tampoco del viejo Madrid (el de mayo). Fútbol lento, como cuando se reconocen familiares lejanos en una reunión navideña, desconexiones temporales y descoordinación en dos salidas: la del balón y la de la presión. Hubo una transición rápida que terminó en gol de Gonzalo, y luego vuelta a una modorra envenenada frente a un rival preparado para morder. Y mordió. Con Inzaghi capitaneando.
El Madrid, y esto fue lo peor, no tuvo nunca el control del partido de la manera clamorosa que obliga a un grande. Nunca desató sobre el área del Al-Hilal la amenaza real de una cascada de ocasiones que, siquiera por calidad, se exigía. Es difícil presentar un once con espíritu nuevo al final de la temporada en competición nueva, construirlo en marcha y hacer que deslumbre o, como poco, que funcione con eficacia. Hay varios problemas, no todos relacionados con el juego: también se juega con la esperanza, incluso de los jugadores. Querer ejecutar con las piernas y el balón el fútbol que la cabeza está digiriendo todavía. Y si el aficionado presumía en este primer partido un bolo veraniego en Miami, la primera parte mostró lo que mostraron partidos anteriores del Mundial: nadie ha ido a Estados Unidos de vacaciones.
Le falta al Madrid ejecutar bien la presión, superada con facilidad por los saudís en unos pocos toques. Quieren levantar los blancos su juego a partir de la asfixia al rival, la recuperación rápida de balón y una coreografía atacante que apenas se esbozó este miércoles, preso de viejos vicios. El debut de los nuevos nombres propios, Huijsen y Trent, no se va a incluir en el libro de oro del Real Madrid. Los dos se movieron entre el desconcierto y el despiste, como Asencio, relevado en el descanso tras hacer penalti. Si alguien buscaba en el campo algo de luz tuvo que dirigir la mirada a Güler, que salió después del descanso y soltó pólvora en el primer disparo. Viejos recursos del Madrid cuando el juego entra en tembleque: el turco Arda Güler y trallazos de Valverde desde fuera del área. Agitado e inquieto Gonzalo, el goleador canterano. Seco el centro del campo, la creación del juego, el talón de Aquiles del Madrid desde la marcha de Kroos y que tampoco en Miami dio señales positivas.
El madridismo histérico, tan ruidoso, encontrará en los primeros 90 minutos del Madrid de Xabi Alonso señales para decretar el estado de luto y salir en procesión reclamando cabezas, las que sean. El debut del Madrid en el Mundial invita al desasosiego, y en el desasosiego a veces un club tan imprevisible como este se encuentra cómodo. Otras veces se limita a hundirse despacio como un barco gigante, incluso fallando penaltis en el descuento. Lo que no hay es tregua, tampoco sobre el césped, ni se espera que la haya en Estados Unidos. Terminaron los blancos la Liga sumergidos en un extraño quiero y no puedo, abofeteados por partida doble por el Barça, y el reencuentro con la competición le ha dejado preso de antiguos tics y de un ánimo inquietante que no se concreta en ambición, al menos la ambición devoradora de unos jugadores que están, o deben estar, tan por encima de sus rivales.
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