La catarsis de Lamine Yamal: tras perder el clásico, las molestias en el pubis y la ruptura con Nicki Nicole, el joven busca su mejor versión
El 10 del Barça quedó tocado físicamente y emocionalmente después de la derrota en el Bernábeu, pero se ha centrado en su recuperación y ya tiene un nuevo objetivo: el Chelsea


Era jueves 30 de octubre, cuatro días después del clásico en el Santiago Bernabéu. Un testigo asegura que lo vio lagrimear: “¡Estaba llorando!”, exclamó. Otros, en cambio, afirman que simplemente estaba angustiado. “No sé si lloró o no; lo que sí sé es que necesitaba un reset”, destacan quienes lo conocen. En lo que todos coinciden es en que, en el silencio habitual de esa hora de la tarde en la Ciudad Deportiva Joan Gamper, después del entrenamiento del equipo de Hansi Flick, el joven futbolista no lograba entender con claridad su propio ruido interno. Estaba dolorido físicamente y agotado emocionalmente. Hablaban de Lamine Yamal, el futbolista que maravilla al mundo del fútbol y que, al mismo tiempo, ocupa —y preocupa— al Barcelona. También lo disfrutan, claro. Desde aquel día, el 10 ha jugado cuatro partidos. ¿El saldo? Tres goles y tres asistencias.
Para entender qué pasaba por la cabeza de Lamine ese día no basta con rebobinar hasta el clásico en el Bernabéu. Hay que ir un poco más atrás: al verano.
Sin compromisos con el Barcelona ni con la selección, Lamine quería un verano para desconectar después de un año en el que se había ganado, en el campo, un lugar en el foco del fútbol mundial. Quería conocer a su ídolo Neymar y celebrar una fiesta memorable por su cumpleaños número 18.
Neymar fue mucho más que un anfitrión de lujo. Sus conversaciones en Río de Janeiro trascendieron la diversión: hablaron de fútbol y de la industria. Cuentan quienes conocen al brasileño que suele repetir una frase para silenciar a quienes aseguran que desperdició su talento: “Toda la vida he jugado al fútbol para salvar a mi gente. Creo que lo he logrado, ¿no?”. Entre charlas sobre el juego, la fama y el profesionalismo, Lamine pasó por Ibiza antes de volver a Barcelona para ser el dueño de una fiesta que le dejó polémica [se contrataron personas con acondroplasia] y una nueva pareja: la cantante Nicki Nicole.
La temporada, en cualquier caso, empezó como había terminado la anterior: tres partidos, dos goles y tres asistencias. Algo, sin embargo, no terminaba de encajar. La relación con Nicole fue corta, pero intensa; según sus compañeros, por momentos “demasiado intensa”. “No creo que ella fuera la persona que mejor le hacía a Lamine”, contó a este periódico un miembro del vestuario. El 10 azulgrana andaba emocionalmente inquieto, un nuevo varapalo después de ver como Dembélé se quedaba con el Balón de Oro en la gala de France Football.
Lo que más inquietaba a Lamine era un dolor en el pubis. “No parece estar demasiado fino”, aseguraban, por entonces, desde el área deportiva. Pero Lamine quería ser Lamine, incluso hasta cuando su autoestima no va de la mano de su momento futbolístico. Y, en la previa del clásico, cayó en la trampa de la Kings League: “El Madrid roba, se queja”, dijo entre risas en una conversación con Ibai Llanos. El vídeo no tardó en hacerse viral, para satisfacción de Gerard Piqué y compañía, como tampoco tardó en llegar la reacción de los que encuentran prepotencia y chulería en la actitud de Lamine. Entre ellos, su compañero en la selección Dani Carvajal: “Habla ahora”, le soltó todavía sobre el césped del Bernabéu después de que el Madrid se impusiera al Barça. Flick, menos oportunista, también esperaba otro Lamine: “Tiene que centrarse en esforzarse mucho”.
Él parecía impasible —“El miedo lo dejé en Mataró”, había dicho antes del clásico en un vídeo en redes—; sin embargo, el club y su entorno creían que había llegado el momento de apartarlo un poco del foco. La dirección deportiva del Barcelona y el entorno del jugador coincidían en la tesis: el éxito malcría; la derrota educa. El golpe en el clásico no lo noqueó, pero sí lo hizo reflexionar.
Aquel 30 de octubre hizo catarsis. Distanciado de Nicki Nicole y decidido a dejar atrás el dolor en el pubis, Lamine aceptó el plan del club: menos carga de partidos, sobre todo con la selección. Una semana después, su agente Jorge Mendes aterrizó en Barcelona. “No entiendo el ruido alrededor de Lamine Yamal. Todos hemos tenido 18 años y hemos sido jóvenes. Como dijo el presidente Laporta, hay que apoyarlo y ayudarlo al máximo porque es un gran patrimonio del club. Lamine sabe perfectamente lo que tiene que hacer dentro y fuera del campo, y lo está haciendo: trabajar tranquilo y hablar poco”, analizó el representante portugués.
Lamine bajó su exposición pública, aunque en sus redes siempre está preparado para cuando aparece una gran cita mediática: pocas mejores que el duelo de Champions ante el Chelsea en Stamford Bridge (21.00, Movistar).
Todo se reforzó con un cambio en el método de trabajo: pidió dejar de recuperarse con el equipo del jefe de preparación física Julio Tous, y los servicios médicos le recomendaron un tratamiento del médico belga Ernest Schilders, que viajó a Barcelona durante el último parón de selecciones. “La lesión no terminará en un día concreto. Tiene altibajos. Ha dado un paso adelante”, destacó Flick.
Hay algo que mantiene intacto: su relación con el grupo. “Se comenta que a veces puede tener algún mal gesto, pero la verdad es que en el vestuario es el mismo de siempre. Es divertido, un buen compañero. Suma dentro del campo, evidentemente, pero también fuera”, recuerda uno de los jugadores de Hansi Flick.
A veces cómodo en el ruido, otras sin saber cómo gestionarlo, siempre en el foco, Lamine Yamal se refugia en el único lugar donde se siente realmente seguro: el fútbol.
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