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El silbato como arma para la reeducación de menores que delinquen: un arbitraje, un partido menos de castigo

La Federación Andaluza de Fútbol ejecuta un plan para que futbolistas amateurs y otros jóvenes en Centros de Internamiento se rehabiliten de sus castigos mediante el arbitraje

El árbitro Julio García, junto al defensor del Menor de la Federación Andaluza, Bartolomé Cabello
Rafael Pineda

“He aprendido a respetar las decisiones de los árbitros y al equipo contrario. Y he entendido que los impulsos, a veces, son malos”, aclara Julio García González, futbolista del Fútbol Base Carmona de 16 años protagonista de un proyecto pionero de la Federación Andaluza de Fútbol. Esos malditos impulsos de los que habla le llevaron a agredir a un árbitro en un encuentro de su equipo. Con tan solo 14 años, a Julio le cayó una sanción de 41 partidos. Un castigo severo, puesto que el colegiado presentó un parte de lesiones e incluso el asunto llegó a la fiscalía de menores, al encontrarse ya el chico en edad de responsabilidad penal. Algo se movió entonces en la mente de Bartolomé Cabello, Delegado de protección de la Infancia y la Adolescencia de la Federación Andaluza de Fútbol. “Me llamó la atención la envergadura del castigo, así que pensé en cómo podíamos afrontarlo desde una perspectiva de reeducación. Entonces surgió la figura de José Matías Caballero, presidente del Comité de Árbitros. ‘¿Y por qué no lo ponemos a arbitrar para que se ponga en la piel de un colegiado y aprenda de ese error?’, me comentó Matías. Entonces vi la posibilidad de que Julio pudiera enmendar su equivocación después de un estudio profundo de sus circunstancias”, destaca Bartolomé Cabello.

Julio García aceptó hacer los cursillos arbitrales y Cabello dio un paso más allá. Propuso a la Junta Directiva de la Federación Andaluza y al Comité de Competición que fuera conmutando partidos de sanción a medida que arbitraba partidos. El organismo, entonces presidido por Pablo Lozano, mostró su aprobación para que se plasmara esta experiencia pionera. “Yo, como presidente del Comité de Árbitros tengo que velar por la protección de los árbitros andaluces, pero también entendí que personas como Julio, tan joven, y después de expresar ese arrepentimiento, debían tener una segunda oportunidad”, añade Caballero. La Fiscalía de Menores de Sevilla y su equipo de psicólogos, así como el de la Andaluza, con María del Mar Sánchez al frente, se volcaron para que el proyecto saliera adelante. Tras un trabajo profundo, Julio fue capaz de controlar sus emociones y aprender la lección.

La experiencia fue un éxito. El chico, ahora con 16 años, ha sido árbitro asistente durante este tiempo, ha reducido su sanción a medida que pitaba (un arbitraje, un partido menos de castigo) y ha aprendido a empatizar con la figura del árbitro. “Ha sido un proceso largo, pero muy bonito. Mi vida ha dado un cambio tremendo”, aclara. Ahora es árbitro y jugador y su ejemplo ha abierto un camino que la Federación Andaluza no quiere desandar. Los menores futbolistas con castigos severos tienen ahora abierta la posibilidad de una reeducación con un silbato en la boca y un protocolo de actuación muy completo.

Pedro Curtido, presidente de la FAF, se mostró encantado con la resolución de este caso, hasta el punto de promover acuerdos de calado con la Consejería de Justicia y también de Cultura y Deporte de la Junta de Andalucía. El pasado ocho de julio se firmó un convenio entre la Federación Andaluza y ambas consejerías que, entre otros muchos aspectos, utilizará el arbitraje como terapia final para la recuperación social y educativa de menores conflictivos internados en los Centros de Menores Infractores. Una comisión evaluará esta posibilidad de reeducación para casos concretos. La Fiscalía de Menores de Sevilla, en compañía de los equipos de psicólogos de la Federación Andaluza y la propia Fiscalía, avala también todo el proceso, activado desde el caso de Julio García.

Foto tras firma del convenio sobre el menor entre la FAF y las consejerías de Justicia y Cultura de la Junta de Andalucía.

El convenio con Justicia ha sido tildado de “histórico” por parte de la Federación Andaluza. “Hemos entendido que el arbitraje es la fórmula ideal para el crecimiento de algunos menores con problemas graves”, aclara Bartolomé Cabello. La actuación del Defensor del Menor de la Andaluza viene también respaldada por los Departamentos del Menor e Integridad de la Federación Española de Fútbol, dirigidos por Felipe Sánchez-Pedreño y Cristina Díaz, respectivamente.

La Federación Andaluza, además, y en cumplimiento de la Lovipi, la Ley de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia frente a la Violencia de 2021, ha creado, con la ayuda de la Dirección General de Deportes de la Junta, un curso de formación, el Campus de Protección del Menor, que ya han cursado hasta 8.000 personas pertenecientes a árbitros, entrenadores, utilleros, delegados y directivos de los clubes de Andalucía. La Federación Andaluza cuenta con 170.000 menores que practican el fútbol en la comunidad. Por eso la labor del Defensor del Menor en Andalucía no se parará aquí. La idea en la que ya trabaja pasa por colocar cámaras en todas las instalaciones deportivas para denunciar actuaciones violentas que incluirían a espectadores, padres y deportistas. La propuesta está en implantación con el beneplácito de la Junta y la Subdelegación del Gobierno de Sevilla.

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Sobre la firma

Rafael Pineda
En EL PAÍS desde 2009 en la sección de Deportes como redactor. Licenciado en Periodismo en la primera promoción de la Facultad de Sevilla (1989-1994). 31 años analizando la actualidad deportiva desde 1994 en 'El Correo de Andalucía' hasta 2009 y luego en EL PAÍS. Informando en ocho Mundiales de Fútbol y ocho Eurocopas.
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