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Adiós a Ángel Correa, el genio del ‘puntín’

Tras una década en el Atlético, el punta argentino se marcha al Tigres de México para intentar jugar el Mundial 2026

Angel Correa
Ladislao J. Moñino

Ángel Correa (30 años), el futbolista más distinto y que más ha sacado las castañas del fuego a Diego Pablo Simeone en momentos de zozobra, se marcha del Atlético de Madrid. Correa ha fichado por el Tigres de México hasta 2030 y deja su huella tras diez años como la leyenda rojiblanca del gol del puntín. Nada como aquel tanto de potrero en un estadio José Zorrilla vaciado por la pandemia para explicar a Correa. El Valladolid se había adelantado nada más arrancar el segundo tiempo y al Atlético se le escapaba el título en favor del Real Madrid, lo que amplificaba un posible drama rojiblanco. Los nervios comenzaban a apoderarse de Simeone y sus futbolistas hasta que Correa lo hizo todo donde normalmente no se puede hacer nada. En la media luna del área limpió a un par de defensores entre cintura y cambiarse el balón de pie. Y como se le fue un poco largo en el último quiebro aplicó la puntera. La pelota obedeció recta hacia la base del poste. El tanto significó el empate antes de que Luis Suárez lograra el 1-2 que le dio el título de Liga al Atlético en la última jugada de la temporada 2020-21. La Liga Europa de 2018 y la Supercopa euroepa de ese mismo año son los otros dos títulos a los que contribuyó.

Correa siempre intentó lo imposible y cuando no le salía volvía a intentarlo. Donde todos hacen una de menos, él hacía una de más si podía. Ese giro rápido sin tocar el balón que tanto desconcertaba a los centrales rivales también será recordado. La acción reflejaba que dominaba los espacios cortos como quien los maneja en la calle de día y, también de noche. Los silbidos y el runrún que generaba su atrevimiento entre los que o no les llenaba el ojo su fútbol o no lo comprendían, eran algo menor para alguien criado en la crudeza de Las Flores, una villamiseria de Rosario. “Tiene desfachatez y rebeldía. Cuando un jugador encara sin temor como hace él, con nosotros va a tener siempre un sitio”, le defendía Simeone.

Correa aportó la libertad del fútbol callejero hasta en los tramos de temporada de fútbol plomizo del Atlético. Y lo hizo incluso cuando Simeone le hacía jugar como centrocampista de banda derecha y él clamaba en privado, a personas de su confianza, “que me ponga solo una vez de segundo delantero”. Nunca tuvo una mala palabra en alto Correa para denunciar sus suplencias o la etiqueta de jugador revulsivo que cuando le daban cinco partidos seguidos de titular no rinde igual de bien. El propio Simeone lo ha admitido en varias ocasiones: “el jugador con el que he podido ser más injusto es Correa”. Sus números le sitúan en un peldaño elevado del santuario rojiblanco: 469 partidos, 222 como titular, 88 goles y 62 asistencias.

Ángel Correa, en su último partido con el Atlético de Madrid ante el Botafogo.

Correa no pudo cuadrar el círculo de una gran década con una historia para recordar. Si el Atlético hubiera llegado hasta las semifinales del Mundial de Clubes, disputadas ambas en Nueva York, habría regresado a Manhattan. Allí en 2014 empezó una relación especial con el Atlético, que asumió los costes de la extirpación de un tumor benigno en el corazón a la que tuvo que someterse en el prestigioso y costoso hospital Monte Sinaí.

El traspaso se estaba negociando y el Atlético pudo haber renunciado a su contratación y devolverlo a San Lorenzo de Almagro, su club de origen. La entidad rojiblanca asumió los 100.000 euros que costaba la intervención y le fichó. Si la extirpación o la extracción del quiste afectaban a una de las paredes del corazón, la carrera de Correa como deportista de élite estaba finiquitada. Ya operado, y aún con la incertidumbre sobre su futuro, los médicos le recomendaron andar cuatro horas diarias que le sirvieron para conocer Manhattan de punta a punta. En esas caminatas por la Gran Manzana, a veces de madrugada, Correa siempre tuvo en su cabeza el agradecimiento a tanta confianza cuando ya, antes de la delicada intervención, le asaltaban las dudas sobre si tras la operación podría volver a jugar al fútbol. Cuando debutó con la selección absoluta de Argentina de la mano del Tata Martino en septiembre de 2015 jugó con unas espinilleras del Atlético. También fue de los que más presumió de club cuando se proclamó campeón del mundo en Qatar 2022. Para alguien a quién no le han regalado nada, ni en la vida ni en el fútbol, entrar en la lista mundialista de Scaloni en el último momento fue justicia poética, aunque le supiera mal al ser por la lesión de Nico Gonzáñez.

Correa tampoco ha podido cerrar un círculo perfecto con una salida menos abrupta, aunque estuviera cantada. Se despidió de la hinchada en el último partido de Liga disputado en el Metropolitano sin contar con el club y escribiendo en redes sociales su decisión. A la dirigencia rojiblanca no le gustó que se pusiera en el mercado por su cuenta cuando aún no se había entablado negociación alguna con un club. El Atlético replicó con una nota en la que recordó que tenía un año de contrato más.

El mensaje indirecto era que no iba a regalar a un campeón del mundo de prestaciones notables desde su condición de jugador número doce para Simeone. El Cholo tampoco quería que se marchara, pero Correa ha decidido ser el cabeza de cartel de un proyecto como el de Tigres para aspirar a ir al Mundial 2026. “Llevaba muchos años en el Atlético donde fui muy feliz, pero me voy muy tranquilo también porque lo dejé todo y sabía que era el momento ahora de dar un cambio”, dijo a su llegada a Monterrey. El Atlético también ha sido diplomático con la difusión de un vídeo titulado Gracias Ángel en el que se incluyen sus mejores momentos de su travesía rojiblanca. A ambas partes les hubiera gustado que el fin de la relación hubiera sido más correcto, pero el club y Angelito, como le llamaban compañeros, directivos y empleados, se han despedido con la conciencia de que ambos se lo han dado todo.

Las imágenes de varios centenares y entusiastas aficionados aclamándole en el aeropuerto delatan las expectativas que ha levantado su fichaje. Su nuevo club lo ha calificado de “fichaje bomba”. Y Correa, como ha hecho siempre, en las buenas y en las malas, se abría paso entre los fanáticos de Tigres con su sonrisa pícara y bonachona. Esa sonrisa también abandona el Atlético.

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Sobre la firma

Ladislao J. Moñino
Cubre la información del Atlético de Madrid y de la selección española. En EL PAÍS desde 2012, antes trabajó en Dinamic Multimedia (PcFútbol), As y Público y para Canal+ como comentarista de fútbol internacional. Colaborador de RAC1 y diversas revistas internacionales. Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Europea.
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