España también reina en el descontrol
La Roja jugará el domingo la final contra Portugal tras vencer a Francia en un partido en el que llegó a ponerse 5-1 impulsada por Lamine y Pedri, pero que no supo dormir ante el empuje final de Cherki

La España de Luis de la Fuente empezó a ganar en la Liga de las Naciones de 2023 y dos años más tarde, después de haberse llevado aquel trofeo y la Eurocopa de 2024, sigue recorriendo esa senda, insaciable, que le ha conducido a la final del domingo en Múnich contra Portugal. Tiene el mismo apetito, el mismo diente, pero ha perdido la capacidad de controlar partidos que los rivales desbocan. Contra la exuberante Francia, se puso 5-1 después de un estupendo despliegue expansivo, pero se vio 5-4 a solo dos minutos del final y con el equipo de Deschamps subido a la chepa. La Roja sigue siendo dañina, pero se le ha evaporado cierta solidez que la hace verse más endeble.
El partido, pese a tratarse de una competición aún en pañales, era enorme. España y Francia se reencontraban en una semifinal menos de un año después de la que los cruzó en la Eurocopa y en el arranque Deschamps parecía haberle encontrado el truco a la maquinaria de Luis de la Fuente. La Roja no hilaba el juego y se veía a merced del oleaje francés. Empujaban Dembélé y Doué por las bandas, intentaba agitar Mbappé por el centro y Unai Simón contemplaba un asedio creciente. A España le costaba enlazar.
Rodri sigue lesionado y Fabián arrastraba la resaca de la Champions que ganó el sábado con el PSG, así que por allí operaban Zubimendi y Mikel Merino. Pero aquello no fluía y Francia capturaba muchas pelotas que intentaban escapar del cerco. España solo avanzaba con algún pase largo que esquivaba la red de Deschamps. Los franceses llevaban el mando de una función en la que los últimos campeones de Europa parecían perdidos. Hasta que intervino Luis de la Fuente.
El seleccionador retrasó a Pedri, que se movía en la mediapunta, y adelantó a Merino. Y ese intercambio de lugares prendió los focos del equipo. El canario domesticó la pelota y España se ordenó alrededor de su serenidad. Desactivó la presión francesa y respiró. El cambio de registro tuvo un efecto inmediato también en el marcador. La primera secuencia larga de pases, con la que Francia empezó a recular, acabó en la red. Supuso el regreso de la esencia del campeón. Tocó y tocó, hasta que aceleró con Lamine Yamal por la derecha, que encontró a Oyarzabal en las profundidades del área. Allí maniobró el delantero de la Real en un crudo cuerpo a cuerpo con Konaté del que escapó con una sutileza con la que dejó solo a Nico Williams. El gol fue como el resumen del verano pasado en Alemania: de Lamine a Nico.






El traslado de Pedri tuvo sobre el sistema general el efecto de haber movido un planeta. Mudó el centro de gravedad y ya nada era lo que parecía solo unos segundos antes. Tejiendo con el balón, la Roja es temible. Volvió a enlazar varias puntadas, con el rival aún sonado por el golpe de Nico y pegó de nuevo. Oyarzabal aclaró el panorama otra vez como boya y dejó solo a Merino, que anotó el segundo. Otra vez en Stuttgart, como en la Eurocopa contra Alemania.
España había abierto hueco, pero Francia acumula una colección formidable de atacantes, y Doué y Dembélé seguían apretando. Fue el momento de Unai Simón, que sostuvo al equipo. La Roja iba luciendo todas sus armas (el pase, el vértigo, el portero) mientras el pelotón de Deschamps se desesperaba sin acertar, desactivada por la inspiración de Unai y por Huijsen.
Tras el mal comienzo, España descifró mejor los momentos: los ratos en los que tuvo que defenderse y aquellos en los que olfateó la sangre. De dos robos sacó los siguientes dos zarpazos. Después del primero, Rabiot derribó en el área a Lamine, que decidió hacerse cargo del penalti, menos de tres meses después de fallar en la tanda contra Países Bajos. Esta vez acertó con aplomo. Después del siguiente robo, marcó Pedri. Sin embargo, el cuarto no fue el final. Más bien, el principio del intercambio.
Porro tiró a Mbappé en el área y el madridista anotó el penalti. Lamine respondió enseguida con la puntera. Cherki atrapó un 5-2 hermoso y Vivian empujó el 5-3 en propia. El desbarajuste era desconcertante. Samu rozó el sexto y a la vuelta Francia se vio cerca del cuarto. Deschamps agitaba el caos y De la Fuente no encontraba el modo de anestesiarlo. Como si hubiera perdido esa parte del manual, que quizá ha estado guardando Rodri en su convalecencia. Otro fogonazo de Cherki provocó más temblores a España. Puso un pase con el que Kolo Muani anotó el 5-4, a dos minutos del final del añadido. Pero España aguantó en su montaña rusa y el domingo se jugará con Portugal ganar su segunda Nations seguida.
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