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Los ocho años de peregrinación a Europa de Iago Aspas

El Celta se envuelve en un proyecto coral y canterano para cumplir el objetivo que su capitán se marcó tras una dolorosa eliminación en Old Trafford

Iago Aspas
Juan L. Cudeiro

La última vez que el Celta jugó en Europa marcó a una generación de futbolistas y a varias de aficionados. Ocurrió en Old Trafford, semifinal de la Europa League con una acción en la última jugada de la eliminatoria entre Beauvue y Guidetti, que se hicieron un nudo ante un balón que buscaba una bota que lo empujase a la red y llevase al equipo a una final contra el Ajax. Todo se quedó en uno de esos “casi” que jalonan la historia del décimo clasificado en la tabla histórica de la Liga, el primero en no haber ganado jamás un título. Aquella Europa Legue se vio tan cerca que entre lágrimas Iago Aspas, que ya era el tótem del equipo, lanzó una promesa sin salir de Manchester. “Estoy seguro de que volveremos a la Europa League. Yo voy a luchar y a dejarme todo para intentar volver a estar aquí”, deslizó. El pasado fin de semana, tras años de avatares y algunas agónicas permanencias en Primera, después incluso de haber jugado un Mundial con la selección española, Aspas marcó en Getafe el gol que certificó el soñado regreso. El Celta vuelve a ser europeo, la campaña que viene jugará su decimocuarto curso consecutivo en Primera (hito solo igualado entre 1945 y 1959) y Vigo vive este lunes una dulce resaca tras lanzarse a la calle a celebrarlo.

Claudio Giráldez junto a Iago Aspas el pasado sábado.

Aspas ya tenía buenas sensaciones desde la pretemporada. “Soy perro viejo, llevo muchos años aquí, y me di cuenta de que estábamos construyendo algo bonito”, explica. Todo ocurre en el primer curso en el que, desde su tardía eclosión en el equipo, ha conocido el banquillo, dosificado como estuvo por el entrenador Claudio Giráldez hasta ocho jugadores han dispuesto en la Liga que acaba de finalizar de más minutos. Pero jugando mil menos que la campaña anterior la aportación goleadora del capitán ha sido la misma, nueve dianas. No se debate en Vigo sobre ello. Y Aspas, que cumplirá este verano 38 años, jugará de nuevo en Europa la próxima campaña de la mano de un entrenador un año más joven que él.

Claudio Giráldez es de O Porriño, una localidad del área metropolitana de Vigo, a medio camino de la frontera portuguesa. Fue un futbolista zurdo, de buen pie, al que el Celta reclutó cuando tuvo que formar un equipo alevín para el torneo de Brunete. Poco después le hizo una oferta, pero sobre la mesa ya tenía una del Real Madrid. Para allí se fue, cubrió etapas y jugó un partido con el Castilla en Segunda B, en Barreiro contra el filial del Celta. Aspas estaba ahí. Giráldez enfrente, en un filial en el que se alineaba con Adán, Parejo, Bueno, Callejón o Pedro Mosquera, un coruñés con el que hizo todo ese recorrido en la base merengue.

Giráldez y Aspas saben lo importante que es ganar, pero también el cómo hacerlo. El técnico lo explicó este domingo ante una muchedumbre que le aclamaba en la Plaza de América, el nudo que une la avenida de Balaídos con el resto de la ciudad: “Un día soñé con ver Vigo así y con ver a un grupo de amigos clasificar al Celta para Europa. Y lo hicimos a nuestra manera. Nos podemos sentir muy orgullosos de ser de este equipo”. Y lo dijo mientras portaba una bandera: “Feito na Madroa”, “hecho en la Madroa”, el histórico centro de entrenamiento del vivero del club.

Giráldez entrenaba al filial cuando mediado marzo del año pasado recibió una llamada del club para suplir a Rafa Benítez. El telefonazo le llegó tras un partido contra la Ponferradina en el que alineó hasta a seis futbolistas que estuvieron el pasado sábado en Getafe (Yoel Lago, Damián, Hugo Álvarez, Fer López. Alfon y Pablo Durán). Otros también pasaron por la base celeste. Javi Rodríguez y Hugo Sotelo también alternaban con el filial, Carlos Domínguez acababa de dar el salto al primer equipo, Carreira se curtía cedido en Segunda División. Iker Losada deslumbraba en el Racing de Ferrol y, ya de una generación anterior, Borja Iglesias había dejado diez millones de euros en el club tras su pase al Espanyol.

Mientras Aspas se echaba a la espalda al equipo (108 goles desde aquella decepción en Mánchester), algo se estaba forjando tras él. En Vigo ya hace bastante tiempo que se trabaja en un fenotipo de futbolista en las antípodas de aquellos coriáceos jugadores del Celta que se fajaban en barrizales. Ahora llegan talentos como Fer López, o como otros que salieron no hace tanto como Brais Méndez o Gabri Veiga. Y se construye algo de la casa y a la vez coral porque hasta 27 futbolistas de los 30 que componen la plantilla han sido titulares esta campaña. Y de esos 30 son 14 los que han jugado en el filial, entre ellos, obviamente Iago Aspas, sobre el que Giráldez no tiene dudas: “Es el mejor jugador de la historia del club. Nunca va a haber otro como él”.

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