La Eurocopa femenina persigue un nuevo salto en Suiza: más aficionados previstos y más dinero en premios que nunca
La UEFA ha vendido por primera vez más de 600.000 entradas para el torneo, que repartirá 41 millones de euros tras lograr en Inglaterra 2022 récords de asistencia y espectadores


La decimocuarta edición de la Eurocopa femenina, que se disputa en Suiza desde este miércoles hasta la final del próximo 27 de julio, se celebra tres años después de que el torneo batiera en Inglaterra, la sede de 2022, todos los récords de asistencia y telespectadores. El campeonato, con esos números inéditos y la victoria final de la selección anfitriona, logró entonces impulsar el fútbol entre las mujeres y niñas del país. El impacto de la Euro dio un empujón a la Women’s Super League después de que la Federación inglesa (FA) supiera aprovechar el momentum para explotar el torneo local —con acuerdos comerciales y televisivos— y colocarlo como el más potente del continente en cuanto a salarios y asistencia a estadios.
Tres años después, la UEFA ha conseguido vender ya 600.000 entradas para la Eurocopa de Suiza —más que en toda Inglaterra 2022—, con 22 partidos de 31 con el cartel de sold out, y ha incrementado a 41 millones de euros el dinero que recibirán las 16 selecciones participantes. Es un 156% más que los 16 millones de hace tres años y cinco veces más que los ocho millones de 2017, pero está muy lejos de los 331 millones que repartió la Euro masculina de 2024. Nadine Kessler, directora de fútbol femenino de la UEFA, lo resumía así en el acto para medios previo al torneo que se celebró en Nyon el pasado viernes: “Estamos en camino de lograr un evento récord”.
La Eurocopa, sin embargo, era hasta hace tres años una competición que crecía poco a poco, al ralentí, siempre bajo la larga sombra del fútbol masculino. En Inglaterra, las cifras y los billetes se multiplicaron y la UEFA se dio cuenta de verdad del enorme potencial económico que también tienen las futbolistas. La Euro de 2022 se convirtió en la más vista de la historia con 365 millones de telespectadores de 195 países, más del doble de los 175 millones que disfrutaron de la de 2017 o los 116 millones que hicieron lo mismo en la de 2013 —un 214% menos—. También firmó un récord en el número de asistentes a los estadios, con 574.875 a lo largo del torneo —18.544 de media—, un 140% por encima de las 240.055 personas que fueron a ver un partido en la de 2017, que se celebró en Países Bajos.

Estos datos están a océanos de distancia de lo que fue la Eurocopa femenina de Noruega y Suecia hace 28 años. En 1997, la primera vez que España acudió al evento, Mari Mar Blanco era una de las jugadoras destacadas de entonces. Ella recuerda que compaginaba el deporte con el trabajo —como todas las futbolistas de su época— para cotizar. “Los campos no eran de primera, pero no estaban mal, con una capacidad para unas 7.000 o 10.000 personas. A nivel de público, de España no iba demasiada gente, pero las nórdicas en esa época eran las mejores, la que más apoyo tenían y las que llevaban más tiempo jugando un fútbol semiprofesional, mientras nosotras éramos completamente amateurs. Iban como 15 o 20 años por delante”, rememora la exfutbolista, de la que hay varias fotos en la Euro donde aparece con una camiseta roja y un pantalón azul marino, la equipación de la selección, que le quedaban enormes porque la Federación española les entregaba para vestir la ropa de los chicos.
En menos de tres décadas, el torneo ha pasado de ser un evento relativamente minoritario a uno de relevancia mundial. En la final de 2022, en la que Inglaterra derrotó a Alemania, entraron en Wembley 87.192 personas, el récord en un partido internacional femenino y en una final de Eurocopa, incluidas las masculinas. La anterior marca eran los 79.115 espectadores que hubo en el Santiago Bernabéu en 1964 para ver el encuentro decisivo entre España y la Unión Soviética.
El dinero que genera la Euro también ha ido aumentando a lo largo de los años. Un informe elaborado por la empresa internacional Ernst and Young (EY) para la UEFA estimó en 2023 que en Inglaterra 2022 las ocho ciudades anfitrionas recibieron aproximadamente 81 millones de libras (unos 94 millones de euros) y se crearon 1.200 puestos de trabajo directos e indirectos. “Nuestro objetivo para este torneo era doble: lograr récords [de espectadores y asistentes] y dejar un legado tangible para el crecimiento del fútbol femenino”, explicaba entonces Sue Campbell, exdirectora de fútbol femenino de la FA y miembro de la junta directiva de la Euro 2022.
En Suiza, cuya candidatura se impuso en abril de 2023 a las de Francia, Polonia y la lista conjunta de Dinamarca, Finlandia, Noruega y Suecia, también hay ocho sedes —Basilea, Berna, Ginebra, Thun, Zúrich, St. Gallen, Lucerna y Sion—, con 677.000 entradas a la venta de las que ya solo quedan unas 77.000, según datos de la UEFA. Los tickets para la fase de grupos están entre 25 y 40 euros, muy por debajo de los hasta 600 euros que podía costar entrar en un partido de la Eurocopa masculina de Alemania del año pasado.
La organización dirigida por el esloveno Aleksander Ceferin ha apostado en esta Eurocopa por instalar por primera vez la tecnología del fuera de juego semiautomático (SAOT, en sus siglas en inglés), disponible en la Champions League masculina desde 2022. Esta herramienta, que se integra con el llamado balón conectado, permite identificar con más facilidad y precisión situaciones de fuera de juego.
La Eurocopa de Suiza también será clave en el nuevo plan estratégico de la UEFA —denominado Unstoppable (imparable, en castellano)—, que pretende que en 2030 el fútbol sea el deporte más practicado por las mujeres en todos los países europeos. En España, por ejemplo, esta temporada hubo un récord de 109.874 chicas que se federaron para patear el balón, una cantidad que todavía está lejos de las 157.432 que jugaron al baloncesto.
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