La Vuelta a España, una historia con acento italiano
Conterno, Gimondi, Battaglin, Giovannetti, Nibali y Aru son los únicos seis coronados en la carrera


La fiesta de apertura de la Vuelta, que comienza hoy por tierras piamontesas, se dio en la abarrotada Piazzetta Reale de Turín, tan bullicioso el lugar por la música de la organización y tan entusiasmados los aficionados con el ramillete de 17 italianos inscritos. Ninguno como Ciccone (Lidl-Trek), que si tiene piernas es candidato al podio, aunque también requeridos a grito pelado para el autógrafo de turno Pellizzari (Bora), Tiberi (Bahrain), Ganna (Ineos) y Caruso (Bahrain), que se cayó con la lluvia, se fracturó la muñeca y no podrá correr. De fondo, Te estaba esperando, de Antonio Orozco, la sintonía oficial de este año y una alegoría que tatarea Italia, que aguarda con ilusión ampliar los seis coronados en la carrera.
El primero fue Angelo Conterno (1956), tupé de época y sorpresa ante el francés Bobet, triple vencedor del Tour; el suizo Koblet; y el belga Van Steenbergen, rey de las clásicas, además de Bahamontes. Pero el laurel fue para Conterno, Penna bianca [pluma blanca] por su mechón canoso. Con frío y nieve comenzó la carrera en Bilbao y en la segunda etapa, de Santander a Oviedo, Conterno sacó tres minutos de ventaja que logró salvaguardar —Jesús Loroño acabó segundo a 13s—, por más que en la noche anterior a la última etapa le aconsejaran que lo dejara porque arrastraba una broncopulmonía con gran fiebre.
Le siguió Felice Gimondi en 1968, que completó así las tres grandes —Tour en 1965 y Giro en 1967, 1969 y 1976—, registro solo alcanzado por Merckx, Anquetil, Nibali, Hinault, Contador y Froome. No le resultó sencillo, pues el holandés Janssen, el alemán Altig, el británico Wright y el español Manuel Martín Piñera fueron sucediéndose en el liderato. Pero en la etapa 14, de Santander a Vitoria, con un ataque a 50 km de meta le bastó para coger el lidertato y defenderlo en una crono entre San Sebastián y Tolosa, en la que logró sacar dos minutos a Pérez Francès. Gloria de Gimondi, que se subió a la bici porque le obligó su madre para que le ayudara repartiendo el correo por las calles más empinadas.
Tras él llegó Giovanni Battaglin en 1981, que batalló con los españoles Faustino Rupérez, ganador el año anterior, Pedro Muñoz, Juan Fernández y Vicente Belda. El maillot se lo puso en la octava etapa, al término de la cronoescalada a Sierra Nevada, cuando ya solo Muñoz suponía una amenaza. O ni eso, porque en la 13, entre Esparraguera y Rasos de Peguera, Battaglin se despegó de todos en los últimos kilómetros para perseguir a un Belda que cruzó primero la meta y fue tercero en el podio final tras Muñoz. Tres días después inició el Giro y Battaglin, escalador como pocos, lo ganó.
Quizá Marco Giovannetti, con la camiseta de Seur, no subía tan bien —condicionado por sus 1,90 metros y 80 kg—, aunque aguantaba lo que le echasen y así lo demostró en 1990, cuando en la sexta etapa ganó una minutada con unos pocos compañeros porque nadie contaba con su resistencia para tantos días, cuando soportó después todos los ataques de Pedro Delgado, que lo intentó hasta el final, empecinado en revalidar su corona, pero frustrado porque no pudo con 1m28s de diferencia.
Pasaron 20 años hasta que Vicenzo Nibali se graduó en 2010 —luego fue segundo en 2013 y 2017— en la Bola del Mundo. “Me atacaron en todo momento, la Vuelta siempre ha sido un poco así. Por miedo a perderlo, a veces no dormía bien”, reconocía hace poco a la web Malpensa24. Ezequiel Mosquera fue quien más lo intentó y, aunque se llevó la etapa al sprint, el honor final fue para un Nibali que después también ganaría las otras grandes (Giro en 2013 y 2016; Tour en 2014).
El último en consagrarse fue Fabio Aru en 2015, aunque comenzó el certamen de forma accidentada, un topetazo en la primera etapa. Pero fue cogiendo tono, tercero en la ascensión a Alpujarra y cuarto en Cumbre del Sol, lucha encarnizada con Dumoulin, Froome —acabó retirándose por lesión— y Purito Rodríguez, que fue llevada hasta la penúltima etapa en Cercedilla. Tras un gran trabajo de equipo, su ataque descompuso a Dumoulin y le valió para levantar los brazos en Madrid. Y con eso sueña Italia, con volver a poner el acento a una Vuelta que partirá desde el Piamonte.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
