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Pogacar gana la etapa reina del Dauphiné con un ataque defensivo

El ciclista esloveno reconoce que aceleró para distanciar a Vingegaard y evitar sufrir ataques en la última subida

Tadej Pogacar celebra la victoria en la etapa 7.
Jon Rivas

Tadej Pogacar no juega con sus rivales, sino que juguetea con las carreras, como un niño travieso, como si no fuera consciente del destrozo que provoca. Supera la pancarta del último kilómetro con medio minuto de ventaja sobre Vingegaard, y con los mechones rubios asomando por el casco, sonríe y pedalea más suave. “Tuve tiempo suficiente para bajar un poco el ritmo en el último kilómetro y recuperarme”. La diferencia se quedó en la mitad, qué le importa al líder. Entraba fresco. Resoplaba y se retorcía Jonas. Lo que consigue el esloveno solo lo pueden hacer los superdotados. Un gesto más del campeón, que está a una etapa de ganar el Dauphiné, a dos victorias de llegar al centenar en su carrera y a nada de torpedear cualquier pronóstico en su contra en las casas de apuestas.

Corre Tadej con la frescura de un juvenil y la madurez de un veterano. Se permite llamar al coche de su equipo, a 20 kilómetros de la meta y bajar hasta la cola del pelotón para recoger un bidón, metérselo entre pecho y maillot amarillo y remontar hasta la cabeza para entregárselo a Pavel Sivakov, su compañero, como tributo a su entrega.

De izquierda a derecha: Remco Evenepoel, Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar durante la séptima etapa del Dauphiné 2025.

Pone ritmo el italiano de padres rusos, cuando la carrera se acerca a Saint Michel de Maurienne, a orillas del turbio Arc, donde Romain Bardet, en su penúltimo día como ciclista profesional, se esfuerza en vano para buscar un último subidón de adrenalina, aunque sepa que será imposible, así que sonríe cuando lo inexorable se cumple, y sigue sonriendo al llegar a la meta para recoger el consuelo del premio al más combativo, doce minutos después que Pogacar, inabordable otra vez.

El Dauphiné, que mantiene el nombre, aunque este año solo roza el Delfinado, su región de origen, es el termómetro del Tour, y sigue marcando temperaturas altas cada vez que carraspea Pogacar. Después de la Madeleine y la Croix de Fer, un respeto, el descenso, que al líder no le gustó demasiado —“Se pusieron un poco peligrosos en los primeros kilómetros de la bajada, pero así es el ciclismo moderno”—, el llano y las primeras cuestas de Valmeinier, un ataque estéril de Sepp Kuss, compañero de Vingegaard, que comparece en el último puerto con su guardia pretoriana, acabó con su paciencia. “Sivakov me dijo que no podía aguantar mucho más, así que me preparó para un ataque”.

La mejor defensa. “Simplemente me lancé porque no quería ataques por detrás”. Su doméstico se abrió. Era una zona de sombra, entre árboles por la que se colaban algunos rayos de sol a juego con sus mechones y él, simplemente, hizo lo de siempre, sin levantarse del sillín. En 46 pedaladas brutales sometió a Vingegaard, que dio 38, con un desarrollo más duro, hasta que claudicó. La distancia nunca se hizo tan larga como en la víspera, pero fue un aviso sobre quién manda en las carreteras de Francia. Lipowitz se acercó al danés durante un par de kilómetros, pero claudicó después, aunque se mete en el podio, pero Jonas solo pudo recortar cuando ya era imposible aspirar a ganar la etapa. Tres ya lleva Tadej Pogacar, con el tercer aspirante, en teoría, al Tour, tostado en la subida de 16 kilómetros hasta la meta. Remco Evenepoel, líder efímero de la carrera, perdió más de dos minutos.

“Fue una subida muy calurosa y larga”, resumía en pocas palabras el fenómeno esloveno, que avisa ya de lo que puede pasar en el Tour. “Vingegaard estará todavía más fuerte en el Tour, pero yo tendré dos escaladores más en el equipo”.

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Sobre la firma

Jon Rivas
En EL PAÍS desde 2018, estudió Ciencias de la Información en la UPV. Trabajó antes en La Gaceta del Norte, La Tribuna de Marbella, Deia, Gaur Exprés, Diario 16 de Málaga, Claro, El Mundo, durante 26 años, en los que cubrió 17 Tours de Francia, 6 Vueltas a España y 4 Giros de Italia. Ha escrito nueve libros, todos ellos relacionados con el deporte.
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