Tadej Pogačar cede el liderato de la Dauphiné a Jonathan Milan
El sprinter italiano se impuso en la segunda etapa, en la que Romain Bardet regaló una pequeña reverencia a la afición en su carrera de despedida del ciclismo


Ante el espectador, estático, pasean veloces, en un visto y no visto, los deportistas su talento, su fugacidad juvenil, y de ellos, reemplazados por otros más jóvenes, no quedará ni la memoria, unos números como mucho, unas hazañas selectas que solo recordarán los más locos. Hacia ese olvido de los otros acelera Romain Bardet en la última cuesta del día, la de Nonette, a 20 kilómetros de la meta. El pelotón, sus jefes, Vingegaard, Pogačar, al frente, le ceden el escenario para una pequeña reverencia de 10 kilómetros que enloquece a la afición entregada, es su tierra, antes de que los avariciosos equipos de sprinters asuman el mando. En la cuenta atrás del final de su carrera, seis días no más para acabarla, Bardet estará el martes en su pueblo, Brioude, aire volcánico del Put de Dôme no muy lejano, de donde partirá la tercera etapa de la Dauphiné, tras la victoria del italiano Jonathan Milan al sprint en Issoire, en el parque volcánico en el que en el Tour de 2023 se había impuesto Pello Bilbao en fuga.
Milan releva en el amarillo a Tadej Pogačar, el monstruo de los tiempos, el último con el que se cruza Bardet, de 34 años, quien comenzó a correr el Tour en los tiempos de Chris Froome y Nairo Quintana y que como su coetáneo Thibaut Pinot, retirado ya, fue víctima de la necesidad francesa de dar con un ciclista que ganara el Tour, y ya se cumplen 40 años de la última victoria gala, el tejón Bernard Hinault en 1985, en su carrera nacional. Sucumbió Bardet al sueño nacional, y lo hizo suyo hasta que el dolor, la frustración, por no culminarlo, se le hicieron insoportables. Fue segundo en 2016, tercero en 2017, y dijo basta. Rechazó encarnar los deseos de los demás, recuperó sus sueños, el goce por el ciclismo sin más fin que el de pelear y ganar a veces. Se fue de un equipo francés. Volvió a ser el joven que empezó, dejó de preocuparse por las consecuencias de sus decisiones.
🏁 🇮🇹Jonathan Milan remporte la 2ème étape ! 🏆
— Critérium du Dauphiné (@dauphine) June 9, 2025
🏁 🇮🇹Jonathan Milan wins Stage 2! 🏆#Dauphiné pic.twitter.com/1DStKpLNXT
Se cayó, como siempre, volvió a descender como cuando joven, esquiador aparentemente temerario, y, como Charly Mottet, un ciclista de hace 45 años a la sombra de Hinault, ganó, escalador puro, aventurero en fugas, alguna cosa de vez en cuando, una etapa en las Villuercas de Zurbarán en 2023, y, finalmente, recibió la bendición del Tour con un maillot amarillo en Rimini al final de la primera etapa de la pasada edición. Por eso, no por desprecio sino por amor, el corredor del PicNic planeó despedirse del ciclismo en la Dauphiné, una carrera más a su medida, su estilo, su gusto, y no en el Tour, con el que ya había encontrado la paz. “Con el Tour, las emociones son una montaña rusa durante tres semanas, y como todas las montañas rusas, acaba con un descenso al abismo”, dice Bardet en una entrevista publicada por la carrera. “La Dauphiné siempre ha sido más constante para mí”.
“Llegó la hora de deshacer por fin la maleta. Siempre ha estado preparada, lista para el próximo viaje. Pero esta vez la vaciaré de verdad y la guardaré”, continúa el ciclista francés. “Estoy listo para dejar de organizar mis días en función del entrenamiento y empezar a vivir. A partir de ahora, un día satisfactorio no dependerá de lo que piense hacer en la siguiente carrera”.
Y mientras Bardet reflexiona sobre la vida, Pogačar habla, como ciclista, del día siguiente, de la maleta que tiene siempre ready, del Tour. “Ni me voy a mover, iré donde el pelotón me lleve, y no me importa si pierdo el maillot amarillo”, anuncia antes de partir hacia Issoire. “Solo necesito estar de amarillo en París el último día de julio”. El esloveno, que bendice la audacia ofensiva de Jonas Vingegaard el domingo, prevé que habrá sprint, como también lo hace Mathieu van der Poel y su muñeca aún tocada y ligeramente dolorosa, y no les llevó la contraria el Lidl, que todo lo tiene y lo hace. Cazó a Bardet y lanzó a Milan hasta la etapa y, gracias a las bonificaciones y la menor suma de sus puestos que Pogacar no peleó, el liderato.
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