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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

España, tan cerca y a la vez tan lejos

La selección española toca fondo tras una semana angustiosa donde no pasó casi nada de lo que tenía que ocurrir

España Grecia Eurobasket
Juanma Iturriaga

Se consumió la tragedia. España toca fondo clasificatorio tras una semana angustiosa donde no pasó casi nada de lo que se suponía tenía que ocurrir. Empezando por el primer partido ante Georgia, al que acudimos con la guardia baja y faltos de los convenientes biorritmos físicos y mentales. Una vez que los georgianos incendiaron la hoja de ruta, todo se fue enredando, lo propio y lo ajeno, hasta el último suspiro ante Grecia, donde como ante Italia, de nuevo naufragamos en los instantes finales. Total, que por unas cosas o por otras, el equipo se ha mostrado muy alterado desde el principio, jugando tanto contra sus adversarios como contra sus propias limitaciones, casi siempre en inferioridad física, corriendo con la lengua fuera y el susto metido en el cuerpo.

En estas circunstancias, España no encontró casi nunca la paz. Y cuando lo hizo, ahí estaba la línea de tiros libres para volver a agitar conciencias. Los datos han sido horrorosos y sin duda decisivos. 66 de 110 en toda la fase. 7 fallos ante Georgia. 9 frente a Italia. Y la traca final, 16 ante Grecia. Es evidente que solo a través de cuestiones mentales se puede explicar tamaño desatino colectivo. Nubes sombrías fueron cubriendo las mentes de los jugadores españoles partido a partido. Lo que empezó como un mal día fue creciendo hasta terminar con un bloqueo mental colectivo el día de Grecia, alcanzando el esperpento con los tres seguidos fallados por Juancho Hernangómez.

La debacle en los tiros libres forma parte de un problema mayor. Entre las muchas cosas que le han faltado a España, la más importante a efectos de resultados ha sido lo desastrosamente mal que ha jugado los minutos finales ante Italia y Grecia. Este asunto es un mal endémico de la selección desde que en 2022 Lorenzo Brown nos hizo navegar a la perfección en estas agitadas aguas. En el Mundial del 23, Letonia y Canadá nos mandaron a casa con parciales de 11-27 y 11-28 en los últimos cuartos. El año pasado, en los Juegos de Paris, fueron Australia y otra vez Canadá las que nos negaron el pan y la sal en finales apretados. Esta vez les ha tocado a Italia y Grecia ejercer de verdugos. En ambas ocasiones a España rozó la victoria hasta que se le nubló la vista y las ideas, multiplicaron los errores y pagaron un algo precio por ello. España compitió, sin duda, pero resulta pequeño consuelo ante lo que podía haber sido con un poco más de aplomo y acierto.

Dentro de todo este panorama algo desolador, siempre se puede encontrar algo de luz. La que pusieron Sergio de Larrea y Mario Saint-Supéry en un partido que debe suponer un avance gigantesco en su formación. Mucho se temió por su capacidad para dirigir al equipo en una cita tan importante. Hubo dudas iniciales, pero su actuación ante Grecia resulto muy esperanzadora. Jugando al borde del precipicio, demostraron talento, valentía, acierto y descaro, echándose al equipo a la espalda junto con Pradilla para paliar otras actuaciones menos lustrosas como las de Santi Aldama, que no termina de cuajar como gran referente de la selección.

Un día como hoy, hay que hablar también de Sergio Scariolo, al que este final no puede suponer nada más allá de una pura anécdota en una trayectoria apoteósica. Sergio recibió allá por el 2009 un colectivo plagado de figuras con las que supo trabajar y convivir lo suficientemente bien como para ganarlo casi todo. Pero lo mejor llegó después, cuando la dosis de talento fue disminuyendo según se iban retirando los grandes tótems y su figura tuvo que agrandarse hasta convertirse en el gran referente del colectivo. Bajo su liderazgo, el baloncesto español consolidó su filosofía de trabajo y relación, logrando prolongar los éxitos más allá de lo esperado.

La marcha de Scariolo abre el melón de su sucesor. Al que le toque, deberá emprender una mini revolución. La próxima cita será dentro de dos años, en el Mundial de Qatar 2027, momento de que los De Larrea, Saint-Supéry, Hugo González, Santi Aldama, Pradilla y alguno más deben tomar el mando y empezar a escribir su propio camino.

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Sobre la firma

Juanma Iturriaga
Columnista en EL PAÍS desde 1985. Exjugador profesional de baloncesto. Medalla de plata olímpica en Los Ángeles 84. Conferenciante, articulista, presentador y colaborador en diversos medios de prensa, radio y televisión.
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