Los Thunder buscan escribir su propia historia en Oklahoma
Los aficionados al equipo se desmarcan del legado heredado de los Seattle SuperSonics y se vuelcan con su único equipo deportivo profesional


La historia en Oklahoma se divide antes de los Thunder y después de los Thunder. Al menos eso es lo que argumenta Austin Johnson, un hombre de 30 años originario de Oklahoma City, la capital de Oklahoma que alberga estos días la final de la NBA contra los Indiana Pacers. Junto a buena parte de esta ciudad de 700.000 habitantes está electrizado con la posibilidad de conseguir el título. “Es difícil describir lo que esto significaría para nosotros, sería más que especial”, afirma.
Johnson opina que la llegada desde Seattle de la franquicia en 2008 cambió la ciudad, en la que figuran como atractivos principales el Museo nacional del cowboy y el memorial a las víctimas del atentado de 1995 de Timothy McVeigh contra un edificio federal. Quizá Austin tiene razón. Mientras habla, frente al estadio Paycom Center, la casa donde los Thunder perdieron el jueves con una canasta de último segundo de Tyrese Haliburton, una cuadrilla de demolición derriba el edificio que está cruzando la avenida. Es el viejo centro de convenciones de la ciudad y los estudios Prairie, donde se filmó parte de Los asesinos de la luna, la más reciente película de Martin Scorsese.
En ese espacio se alzará la futura casa de los Thunder, un estadio de 900 millones de dólares y 70.000 metros cuadrados que estará listo para finales de 2028. Detrás de la obra hay una gran ambición, albergar por primera vez un partido del All-Star de la NBA. Es el primer paso de las autoridades de Oklahoma para cumplir con los caprichos de la liga, que exige a las ciudades anfitrionas al menos 7.250 habitaciones de hotel y al menos tres hoteles cinco estrellas; un centro de convenciones de al menos 60.000 metros cuadrados y 75 rutas aéreas directas internas y 20 conexiones internacionales.
David Holt, el alcalde de la ciudad, ha hecho soñar a los aficionados argumentando que la obra los acerca a la meta, que de momento sigue fuera de posibilidades para Memphis y Sacramento, los dos únicos mercados más pequeños en la NBA. Oklahoma, sin embargo, no cumple ninguno de los requisitos arriba mencionados. Su primer vuelo internacional se inaugurará en noviembre y será a Cancún, México. Así que la liga tendría que hacer la vista gorda para otorgarle el encuentro (como ya hizo con Indianápolis, donde se jugó el partido del año pasado).

Aunque no cumpla con los estándares de la NBA, el equipo de Oklahoma se ha convertido en un potente imán en el centro de Estados Unidos. Dylan Roberts, de 35 años, condujo diez horas desde Dakota del Sur, cruzando Nebraska y Kansas, para estar presente en el arranque de la final. Se enamoró de este equipo en 2010 con aquella legendaria plantilla conformada por Kevin Durant, James Harden, Russell Westbrook y Serge Ibaka. Ese equipo llegó dos años consecutivos a la final de la conferencia Oeste. En 2011 perdieron contra los Dallas Mavericks y en 2012 eliminaron a los Spurs de San Antonio, avanzando a su primera final.
Shai Gilgeous-Alexander, Chet Holmgren y Jalen Williams, y sus compañeros, están reescribiendo la historia deportiva en el Estado. Son el segundo equipo más joven en disputar el campeonato de la NBA. Lo hacen en nombre de un Estado que no tiene otro equipo profesional y que para encontrar alegrías deportivas debe remontarse al futbol colegial. Esto a pesar de ser la cuna de dos de los atletas más importantes del país, Mickey Mantle, el beisbolista estrella de los Yankees de Nueva York, y Jim Thorpe, un indio americano que ganó dos oros en Estocolmo 1912.
Pase lo que pase en los próximos partidos de la final, los Thunder serán recordados como el indiscutible campeón del Oeste en la temporada 2024-2025. Conquistó la conferencia en la primera final en 29 años en la que no figuró un equipo de California o Texas, los dos mayores mercados de la NBA. Hay que remontarse a 1996 para encontrar una serie sin estos protagonistas, fueron los Seattle SuperSonics de Shawn Kemp y Gary Payton contra el Utah Jazz de Karl Malone y John Stockton. Los Sonics avanzaron a la final.
El equipo de Seattle es un amargo recuerdo para unos aficionados que solo quieren ver al futuro. “Si hay algo que me hace hervir la sangre es ver dentro del estadio a alguien usando la camiseta de Kevin Durant de los Sonics”, admite Sarah Little, de 51 años, seguidora de Oklahoma.
Clay Bennett, el dueño de los Thunder, compró al equipo en 2006 por 350 millones de dólares. No solo adquirió los derechos de la franquicia, sino todo el bagaje que habían acumulado en Seattle. El equipo no pudo quedarse en la costa Oeste porque los empresarios no pudieron afrontar una costosa reconstrucción del estadio que iba a superar los 500 millones de dólares. “No se puede dejar el destino en las manos de los billonarios”, dice con una sonrisa socarrona Little.
Los puristas de los Thunder reniegan entonces de la historia que los SuperSonics hicieron durante 41 años, que incluye un título ganado en 1979, el único de la franquicia. Los aficionados de Oklahoma City, sin embargo, no cuentan este campeonato en el palmarés y esperan que 2025 sea el año en el que al fin inscriban el nombre del equipo entre los campeones de la NBA.
“Llevamos 16 temporadas y seguimos en busca de una historia propia. Ganar un título realmente validaría nuestra experiencia como fanáticos y daría un enorme impulso a nuestro Estado y a nuestro orgullo”, dice Bryan Gabbert, de 47 años. Este guarda como el recuerdo más feliz el partido perfecto del congoleño nacionalizado español Ibaka que lideró una remontada contra los Spurs en el final de conferencia de 2012.
Con título o sin él, Oklahoma parece haber aprendido del doloroso desenlace entre Seattle y el baloncesto profesional. Con el nuevo estadio, los dueños del equipo han firmado un compromiso para quedarse en la capital del Estado por los próximos 25 años.
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