Lo mejor del Mundial de Natación
Me he permitido seleccionar estas participaciones y mostrar algunos detalles que ayudan a comprender cómo se comportan estos atletas en la alta competición

Tras ocho días de competición, resulta difícil determinar qué resultados definen la relevancia de este campeonato. Lo más sencillo es comenzar por los récords mundiales logrados:
- Récord mundial en 200 metros estilos individual: Léon Marchand (Francia) 1m 52,69s (mariposa: 24,10s; espalda: 28,40s; braza: 32,13s; libre: 28,06s).
- Récord mundial en el relevo 4x100 metros libre mixto: Estados Unidos 3m 18,48s (Jack Alexy 46,91s; Patrick Sammon 46,70s; Kate Douglas 52,43s; Torri Huske 52,44s).
- Récord mundial en el relevo 4x100 metros estilos femenino: Estados Unidos 3m 49,34s (Regan Smith 54,57s; Kate Douglas 1m 04,27s; Gretchen Walsh 54,38s; Torri Huske 52,52s).
Conviene recordar el dominio de Léon Marchand en los subacuáticos (salidas y virajes) y su dosificación del esfuerzo en su récord de 200m estilos. Las diferencias redondeadas entre segmentos son: cuatro segundos entre mariposa (24,10s) y espalda (28,4s); cuatro segundos entre espalda (28,4s) y braza (32,1s); cuatro segundos entre braza (32,1s) y libre (28,06s); y aproximadamente dos segundos entre mariposa (24,10s) y libre (28,00s). Estos datos pueden servir de referencia para que otros nadadores dosifiquen su esfuerzo en esta prueba según el ejemplo de Marchand.
Es destacable que Kate Douglass participara en dos relevos distintos: en el relevo libre con 52,43 segundos y en el de estilos en la braza con 1m 4,27s, lo cual resulta especialmente notable dada la disparidad técnica entre ambos estilos. Torri Huske también formó parte de ambos relevos, con parciales de 52,44s y 52,52s, de modo que tanto ella como Douglass contribuyeron a que Estados Unidos estableciera dos récords mundiales en este campeonato.
Maxime Grousset, de Francia, ganó las pruebas de 50 y 100 mariposa con 22,48s y 49,62 segundos, respectivamente. Además de incorporarse al reducido grupo de nadadores capaces de bajar de los 50 segundos en el 100 metros mariposa, mostró un detalle técnico poco documentado hasta ahora. Tras la salida —y, en el caso del 100 metros, tras el viraje— y después del correspondiente subacuático, en las dos primeras brazadas, que coinciden con el momento en que el cuerpo emerge a la superficie, Grousset ejecutó esas brazadas con un solo batido de piernas cuando lo corriente es hacer dos batidos por brazada; a continuación retomó la frecuencia habitual de dos batidos por ciclo.
Esta ejecución se produjo con el cuerpo muy extendido; no se le encuentra una explicación lógica sencilla, pero, dada la meticulosidad del equipo técnico y científico francés, cabe suponer que se trata de una adaptación deliberada y optimizada para este nadador, como refleja su progresión.
De las participaciones de Summer McIntosh, ganadora de cuatro oros, la más relevante para mí fue su 200 metros mariposa, dado que su marca de 2m 01,99s se acercó al récord femenino más longevo, aún vigente de la época de los bañadores de poliuretano, algo muy significativo. Los parciales —27,28s; 31,30s; 31,61s; y 32,07s— estuvieron por debajo del récord del mundo hasta prácticamente los últimos 10 metros. Mantuvo una frecuencia de ciclo superior a 52 ciclos por minuto durante toda la prueba, lo cual supone una exigencia metabólica considerable. Realizó 20, 24, 24 y 24 ciclos por largo, y sus subacuáticos fueron de 12,5 metros en la salida y de 7,5; 7,5; y 7,7 metros en los virajes. Es otro modelo a imitar por las nadadoras jóvenes de cara al futuro.
Katie Ledecky fue otra nadadora que demostró, hasta hace poco, algo desconocido: cómo una nadadora de más de 28 años puede dominar las pruebas de 800 y 1.500 metros libre (y lograr el tercer puesto en 400 metros), algo tradicionalmente conseguido por nadadoras más jóvenes. En este caso, la prueba de 800 metros suponía un reto extraordinario, ya que se enfrentaba a dos rivales más jóvenes y además muy ambiciosas, como el caso de Summer McIntosh. Lideró la prueba desde el principio y, gracias a su experiencia y a su entrenamiento, resistió los envites de las dos jóvenes contrincantes en los últimos metros. Hasta tal punto tenía preparada la prueba que, en sus virajes, se desplazaba bajo el agua un promedio de 5,6 metros, incrementando esa distancia hasta nueve metros en el último viraje.
Su frecuencia de ciclo se mantuvo entre 44 y 46 ciclos por minuto durante casi toda la prueba, hasta el último largo, cuando cambió a 50 y 54 ciclos por minuto. Sus tiempos de viraje (5+15 m) tuvieron un promedio de 11,66 segundos, siendo el más rápido el último, con 11,24 segundos; mantuvo 42 brazadas por largo en toda la prueba. Ha sido llamativo observar, en la gráfica de sus parciales de 50 metros: una línea de sierra. A partir del cuarto largo, los parciales pares fueron ligeramente superiores —alrededor de cuatro décimas— a los impares, con la excepción de los tres primeros y los dos últimos.
Eso sorprende en nadadoras de este nivel, que suelen tener un control muy preciso de los tiempos. Probablemente su atención a una u otra nadadora, o bien otros factores —como las corrientes dentro de la piscina, algo que no suele esperarse en las calles centrales— puedan explicar esos pequeños cambios.
Seguramente el lector elegiría otros nadadores o nadadoras, pero, en el día a día de la competición y tras analizar detalladamente numerosas pruebas, me he permitido seleccionar estas participaciones y mostrar algunos detalles que ayudan a comprender cómo se comportan estos atletas en la alta competición, proporcionando datos de interés para el aficionado a la natación, los nadadores y los técnicos.
Raúl Arellano es catedrático de Biomecánica en la Universidad de Granada.
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