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AS Monaco MON
70
Fenerbahce FNB
81
1234T
MON 20 13 18 19 70
FNB 18 17 19 27 81
FINALIZADO

Jasikevicius corona al Fenerbahçe como campeón de la Euroliga

El conjunto turco vence en Abu Dabi al Mónaco por 70-81 y el lituano logra al fin el título como entrenador

Jasikevicius celebra el título con sus jugadores.
Juan Morenilla

En la exótica Abu Dabi, un partidazo corona al Fenerbahçe campeón de Europa al derrotar al Mónaco por 70-81. Es el segundo laurel de la Euroliga para el equipo turco tras el logrado en 2017. Y es, por encima de todo, el cielo conquistado por Sarunas Jasikevicius, el entrenador lituano que a los 49 años festeja al fin el título después de pisar seis veces la Final Four, cinco de manera consecutiva. Fueron cuatro bingos como jugador (con el Barcelona en 2003, el Maccabi en 2004 y 2005, y el Panathinaikos en 2009), pero Saras perseguía con toda su alma este éxito que le convierte en el primero en 25 años de vida de la Euroliga en doctorarse de corto y de largo, y el cuarto en la historia de toda la Copa de Europa junto a Armenak Alachachian, Lolo Sainz y Svetislav Pesic. El olimpo abierto para Jasikevicius, envuelto en lágrimas al final del encuentro y un abrazo sincero con el técnico del Mónaco, Vassilis Spanoulis. Gloria también para el preparador griego en solo medio año en el banquillo monegasco. Ahí hay un señor entrenador.

La táctica no sirve de mucho. Es más importante la agresividad, la energía. Esa era la receta de Jasikevicius antes de la gran batalla. Y ambos equipos partieron con el cuchillo entre los dientes como si el lituano y Spanoulis todavía vistieran tirantes. Con el balón el protagonismo lo reclamaba Mike James, alguien que se cree el mejor y que así se comporta. Entre el escolta y Diallo enchufaron al Mónaco para cazar desde el perímetro la primeras renta (13-4). Hayes-Davis firmó la reacción amarilla cuando a los pocos minutos de partido la fogosidad en cada duelo acabó en una serie de empujones. El despliegue físico era digno de todo lo que había en juego y nadie cedía un centímetro. El Fenerbahçe empezó a conectar a su red de secundarios y a morder bajo el aro y así resistió el primer tiroteo (20-18).

Las defensas estrangulaban los ataques y el marcador no se movió hasta que pasados dos minutos del segundo cuarto un triple de Baldwin a la carrera culminó la remontada. Claro que Theis replicó en la acción siguiente con la misma medicina, señal de que el Mónaco no se arrugaría una vez que había llegado tan lejos. Fueron dos fogonazos sucesivos porque cada canasta costaba sangre y sudor por la robustez de los marcajes. Volvió a aparecer Diallo cuando Calathes, otro visionario, daba descanso a Mike James. La fórmula funcionaba en el equipo del Principado (27-21). Los chicos de Spanoulis movían mejor el balón y secaban a un Fenerbahçe que no encontraba una rendija en ataque. Su producción se congeló en tres puntos en cinco minutos y medio. El mal trago lo acabaría pasando con algo de muñeca de Melli y de piernas de Hayes-Davis. El Fenerbahçe es un equipo temible cuando despierta. Y un mate estratosférico de Devon Hall acabó por revolucionar al Etihad Arena, una pequeña Estambul, y de consumar la reacción turca: un parcial de 5-14 para el 33-35 alcanzado el descanso.

Las arengas de Jasikevicius y Spanoulis debieron de resonar en todo el pabellón. La fiebre en cada jugada era tal que hasta se veía alguna zancadilla futbolera. En el barro y en las distancias cortas sabían moverse los dos equipos. No sería un Olympiacos-Panathinaikos (los de rojo ganaron la consolación del tercer puesto, 97-93), pero era una emocionantísima e impredecible final. Anotaba Hall y respondía Mike James; saltaban chispas entre Hayes-Davis y Blossomgame; reboteaba Theis, provocaba Melli una falta en ataque... Había acciones individuales brillantes, pizarra y, sobre todo, una adrenalina desbordante. Una defensa que agotara una posesión se celebraba más que cualquier canasta. Diallo y Guduric intercambiaron triples y el choque desembocó al rojo vivo en el último cuarto (51-54).

El Mónaco vendería cara su piel. En la banda Spanoulis no es Jasikevicius. Parecen el hielo y el fuego, pero el conjunto monegasco defendía con la misma hambre que su rival. Otra vez cantar una canasta en cualquiera de los dos tableros era casi la excepción mientras se sucedían las posesiones. A la hora del rebote parecía que se jugaban la vida. El Fenerbahçe subió el volumen y atrapó 11 puntos de ventaja (51-62). Solo James con un tiro libre rompió una sequía anotadora de tres minutos y medio. Resonaron entonces aquellas palabras de Jasikevicius. En esos momentos no importaba tanto la táctica como el corazón. Sobre la cancha, un balón dividido, un rebote de un lado u otro, una segunda oportunidad. Todo fue cayendo a favor del Fenerbahçe pese a la resistencia final del Mónaco, sofocada por Guduric y Hayes-Davis, elegido MVP de la final. Era el día del Fenerbahçe. Y era la gloria eterna para Jasikevicius.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.
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