Un gran empate sin goles

Dice el escritor mexicano Juan Villoro que dice un entrenador que el 0-0 es el resultado perfecto, porque significa que los dos equipos lo han hecho igual de bien, Cada futbolista, cada línea, cada grupo ha hecho su trabajo y por lo tanto el gol no era posible y el empate era lo razonable. Hay entrenadores que por estas u otras razones disfrutan con un 0-0, algo que para muchos es como un anatema. Racing y Espanyol estaban con Villoro y con los que son capaces de disfrutar con un empate sin goles.

En El Sardinero hubo un buen partido, un partido de clase media, por más que el Espanyol frecuente los barrios altos de la clasificación y el Racing, los extrarradios. Ninguno renunció a su idea, a su forma de jugar al fútbol y más aún, a su intención de jugar al fútbol. Pensará el racinguismo que su equipo no hizo los deberes porque Ariel falló un penalti (que no era) a la media hora y pensará el espanyolismo que lo paró Kameni, ágil y listo. Y se acordará cada uno de las ocasiones falladas. Callejón, tras un espectacular contragolpe del Espanyol, dos remates de Rosenberg para el Racing, un cabezazo bello, pero plano, de Osvaldo. Hay partidos que acaban 0-0 porque muchos juegan bien y porque juegan bien varios defensas. Cisma, en el Racing, era la pesadilla del Espanyol y el central Amat, un imberbe de 18 años, hizo un partido fantástico, defensiva y ofensivamente, resguardando e impulsando al Espanyol. Pudo ganar cualquiera, que es lo que suele ocurrir cuando no gana nadie. Pero ambos equipos fueron irreprochables. Salvo en el gol. Es lo que tiene la clase media.

Racing 0 - Espanyol 0