Pegada contra coraje
El Caja Laboral sufre más de lo previsto para ganar a un Bizkaia BB que mejora su juego
La distancia entre el Caja Laboral y el Bizkaia BB ahora mismo es sideral: los alaveses son segundos por arriba y los vizcaínos, segundos por abajo. Una diferencia excesiva conseguida por méritos propios en cada uno de los casos. Y, sin embargo, por algunos momentos, los hombres de negro, en el debut oficial de Katsikaris en el banquillo llegaron a soñar con la sorpresa tras haber sido vapuleados durante buena parte del primer cuarto. Les abofeteó tan fuerte el Caja Laboral (6-23) que más que sacarles los colores les obligó a tirar de coraje, de rabia, de esas virtudes a las que siempre apela el que se siente menor y que a veces conducen a premios mayores.
La enorme pegada del Baskonia, lleno de triplistas (hasta Splitter se sumó al festival de 6,25) y poderoso en el rebote, era una roca demasiado grande para un colectivo mucho más dificultoso en las anotaciones. Pero el Bizkaia, a base de brega, de la calidad de Banic y Mumbrú y los tirones del resto, fue eliminando los golpes que le infligía ahora, Teletovic, ahora English, casi siempre San Epifanio y siempre Splitter, hasta hacer vibrar por primera vez en la Liga ACB esta temporada a un pabellón congelado por el frío ambiental y deportivo. El Bizkaia empezaba a ser lo que fue, aunque disperso, y el BEC parecía lo que la pasada temporada era en las citas importantes. Influía la condición de derbi, pero sobre todo el estado de necesidad de un equipo que necesita reconocerse a sí mismo.
BIZKAIA BB, 71; CAJA LABORAL 86
Bizkaia BB: Javi Rodríguez (6), Warren (9), Mumbrú (13), Hervelle (8) y Banic (15) —equipo inicial—; Salgado (4), Blums (5), Seibutis (0), Markota (9) y Moiso (2).
Caja Laboral: Pau Ribas (8), English (11), San Emeterio (14), Teletovic (18) y Splitter (19); Singletary (0), Huertas (11) y Herrmann (5).
Árbitros: Pérez Pérez, Conde y García Leal. Eliminado por faltas personales Javi Rodríguez (m. 40)
Unos 12.000 espectadores en el Bizkaia Arena.
Parciales: 15-23, 21-21, 17-18, 18-24
San Emeterio se ha convertido en la mejor respuesta cuando el Baskonia duda
El Caja Laboral perdió los papeles, algo que no es usual en los equipos de Ivanovic, se enredó en faltas antideportivas (alguna muy rigurosa) y el equipo de Katsikaris, bien dirigido por Javi Rodríguez (definitivamente su primer base) no sólo se rehizo del primer golpeo sino que amenazó la estabilidad del Baskonia, firme en los triples, menos firme ya en el rebote y muy mal en los tiros libres.
Tanto se confundió el Baskonia que incluso Splitter cayó en la trampa que le tendió Mumbrú (sus duelos históricamente resultan calientes) y encajó una antideportiva que le llevó al banquillo, por orden de Ivanovic, para que templara su pulso. Eran los momentos en los que el coraje se imponía a la pegada, el corazón al oficio y que le llevaron al Bizkaia a su única ventaja en el marcador (53-52, a 14.30 del final).
Pero en asuntos de coraje, el Baskonia tiene un tipo que lo derrocha. Se podrían establecer mil debates sobre si San Emeterio es mejor que éste o peor que aquél. De lo que no cabe duda es de que el jugador cántabro es el revulsivo interior de un equipo que también necesita jugadores corajudos, fajadores, casi indestructible. La mejor respuesta cuando el Baskonia duda. De él tiró el Caja Laboral para pegar el último arreón que al final le dio una victoria y quizás un marcador más grandilocuente que el discurso de la cancha.
Quizás lamentó en exceso el Bizkaia BB la falta de un jugador que pudiera apretar a Splitter, más allá del desquiciamiento momentáneo al que le llevó la veteranía de Mumbrú. Ese hombre desde luego no era Moiso, a quien no se le atisba cambio alguno de carácter, sobre todo en defensa donde su musculatura se derrite como un pastel de crema. Y el Baskonia se fue y se fue, poco a poco, sin pausa, colgado de San Emeterio y de la pegada colectiva dejando a su rival agarrado a la subida de autoestima como único consuelo de la derrota.

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