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Elemental
Coordinado por Juan Carlos Galindo

Mikel Santiago, escritor superventas: “Hay un momento en el éxito en el que te quieres ocultar”

El célebre autor de ‘thrillers’ repasa la carrera que le ha llevado a la cima comercial y habla de su nuevo libro, ‘La chica del lago’

Juan Carlos Galindo

El 10 de noviembre, Mikel Santiago pasó una de las peores noches del año. Al día siguiente se publicaba La chica del lago (Ediciones B) y sufrió como si se tratara de la primera novela, como si estuviera dando el salto, más de 10 años atrás, de la autoedición a las grandes ligas, como si fuera la primera etapa de aquella carrera de vértigo que a partir de Última noche en Tremore Beach (Ediciones B, 2014) le cambió la vida. “Siempre tienes un montón de dudas, cómo lo va a recibir el público, si va a entrar en el juego que propones. Esa tensión no se va, igual incluso ha aumentado con los años”, confesaba el martes en una casa de comidas del barrio de Malasaña en Madrid.

La cita transcurre en una fresca y soleada mañana de noviembre. Ha empezado antes de la comida, en Cervantes y Cía, la librería aliada, el lugar donde había presentado varios de sus libros, incluido el anterior, El hijo olvidado. Pero la apuesta ha subido y el fin de fiesta sería aquella misma tarde en el Palacio de la Prensa. Santiago (Portugalete, 50 años) trata de conjurar los males de la fama con una “vida sencilla y familiar en Bilbao” y solo “en determinados momentos” se enchufa a la rueda de la promoción. A partir de aquí, un acto al mes, el límite que se ha impuesto. El agua, la natación y el mar son su medicina y la música, los bolos con un amigo por los bares de su ciudad, la forma de seguir en la tierra.

La chica del lago es un thriller en el que la protagonista, la escritora Quintana Torres, vuelve a su pueblo, el idílico e imaginado Urkizu, para desentrañar el misterio de la muerte de la rebelde Alba, una joven que falleció en la noche de San Juan de 1999 en extrañas circunstancias. Torres noveló el caso en un thriller que se llamó, en efecto, La chica del lago, y que la catapultó al firmamento de la literatura comercial. Tras un multitudinario acto de presentación en 2025, recibe la prueba de que el diario de la víctima anda suelto, un documento que promete a quien lo consiga no solo desvelar al culpable de la muerte de Alba, sino también muchos de los secretos del pueblo. Con este ardid, Santiago mete a todos los personajes en la ecuación, porque ¿quién no tiene algo inconfesable que ocultar y que igual captó esa joven irreverente y observadora?

Síndrome del impostor

Santiago trufa las casi 700 páginas de referencias al mundo editorial, al poder, el triunfo y sus consecuencias. “Hay un momento del éxito en el que te quieres ocultar”, reflexiona con voz firme, “Quintana está en un punto en el que quiere huir de todo. Si vienes de un mundo normal, el éxito se te puede atragantar, porque te parezca tóxico, porque te aleje de tu naturalidad, y lo que tiene que hacer Quintana es aceptarlo”, añade hablando tanto de su personaje como de sí mismo. Hay un miedo, admite, a que se seque el depósito de las ideas, a no ser “capaz de desarrollarlas”. “Eso sí, nunca he tenido síndrome del impostor porque soy de Bilbao”, remata entre risas.

El camino no ha sido sencillo, nunca lo es. La ambición por hacer algo distinto, por seguir fresco, por ir a más, por transitar otros paisajes, añadió una presión extra a un proceso que tenía una fecha límite clara: había que llegar a la campaña de Navidad. “Siempre supe qué tipo de escritor quería ser, qué tipo de historias quería contar, y si han llegado crisis ha sido siempre por la autoexigencia, por cierta vanidad”, asegura.

El resultado es una novela de personajes (los habitantes del pueblo, los amigos de la juventud, culpables, falsos culpables, la gente del mundo editorial...) con la voz de Quintana dominando la narración. Sin embargo, por encima de todo, estamos ante un thriller cosido con hilo de acero, una trama en tres tiempos y dos localizaciones (Madrid y Urkizu) que lleva al lector de la mano sin valles y sin trampas, que tiene un punto de inflexión pasadas 300 páginas y cierra con solvencia.

En la vida, Santiago es muy aficionado a los juegos y en sus novelas propone a la gente participar, abre los libros a los lectores, siempre consciente de su público y sus necesidades. “Los lectores tienen hijos, trabajo, problemas... y me leen para huir de todo eso. Tienen, a lo mejor, media hora porque hay mucha competencia, y hay que hacer una gran gestión de la información para que sigan ahí, interesados”. En un género que tiende a la repetición, Santiago busca un tono propio, que ha ido afilando a lo largo de sus nueve novelas. Habla de “sabores por explorar” y colores, como el verde oscuro, muy oscuro, del fondo del pantano de Urkizu, y de leyendas urbanas y otras fuentes con las que engordar su ficción.

Siempre supe qué tipo de escritor quería ser, qué tipo de historias quería conta

Illumbe, el mítico espacio donde desarrolló sus cuatro novelas anteriores, parece agotado, pero no así el nuevo Urkizu, lejos de la costa pero con la poderosa presencia de su pantano. Alberga un puñado de historias en la cabeza y un sistema para saber cuál será la siguiente: “Hay que elegir la que te enamora. Es como una corazonada al póker”. En lontananza, siempre Stephen King, no en vano todo empezó cuando se lanzó a autopublicar relatos de terror, pero ahora más Raymond Chandler, a quien ha vuelto con pasión.

Dos comensales sentados en una mesa próxima interrumpen la conversación, algo apocados y con delicadeza. Son lectores de Mikel Santiago, vienen de Pamplona y han escuchado parte de la entrevista antes de atreverse a saludar. No caben en sus ropas, no creen la suerte que han tenido. Irán luego por la tarde al fin de fiesta en el Palacio de la prensa, con un tropel de lectores. Allí, en una sala de cine repleta se comprueban las habilidades de showman de Santiago, su rapidez, sus guiños al público, a quien regala una confesión: él, como Alba, tenía un diario de adolescente, uno en el que desahogarse, en el que expresar su amor por la profesora de religión, en el que comenzar el camino que le ha llevado hasta aquí.

Hace 10 años, ese mismo autor ahora subido en una ola confesaba a este diario sus temores tras paladear el éxito por primera vez. ¿Qué le diría el Mikel de ahora al de entonces? “Que va a cumplir sus sueños, pero que no son lo que él creía”.

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Sobre la firma

Juan Carlos Galindo
Es responsable de la sección de Pantallas y, además, escribe sobre libros en Cultura y Babelia y el blog Elemental. Lleva en EL PAÍS desde 2008. Como autor, ha publicado las novelas negras 'Hontoria' y ‘Muerte privada’ (Salamandra).
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