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Blogs / Cultura
El toro, por los cuernos
Por Antonio Lorca

Morante de la Puebla, el creador de un nuevo tiempo que ‘ha fastidiado’ la Feria de San Isidro

El torero sevillano vuelve este domingo a Las Ventas con la expectación por las nubes después de su deslumbrante actuación del pasado 28 de mayo

El diestro Morante de la Puebla durante la corrida de la prensa de la Feria de San Isidro, con reses de Garcigrande, el 28 de mayo de 2025.
Antonio Lorca

Ahí va una propuesta para los empresarios de Las Ventas: en la próxima feria que organicen, anuncien a Morante de la Puebla el último día.

No es justo, como ha sucedido este año, que el torero de La Puebla haga el paseíllo a mitad del ciclo, y que el resto de la feria pierda todo su sentido.

Porque, seamos sinceros, Morante ha fastidiado San Isidro. Desde el pasado día 28, la plaza de Las Ventas ya no es la misma, el toreo es otro, y la percepción de cada aficionado sobre el misterio ha cambiado radicalmente.

Es como si hubiera nacido un nuevo tiempo para la tauromaquia, y su creador fuera el alfa y el omega, el principio y el fin, como si Morante hubiera inventado el arte del toreo y nadie pudiera hacerle sombra.

Seamos sinceros: desde el pasado día 28, la plaza entera ve a los toreros con otros ojos, los olés son distintos, el triunfalismo ha bajado de tono, ya no se valoran como antes los muletazos de cualquiera aunque sea capaz de ligar una tanda a un toro encastado. No.

Seamos sinceros: desde el pasado día 28, la plaza de Las Ventas  ve a los toreros con otros ojos, los olés son distintos y el triunfalismo ha bajado de tono

Cuando se ha saboreado el jamón de cinco jotas, ya no saben igual el jamón blanco, ni el de cebo 50 por ciento ibérico. Se nota la diferencia; vaya que si se nota…

El pasado día 28, Morante de la Puebla descubrió ante todos el gran misterio de la grandeza del toreo; a unos más que a otros, porque se conocía su alta sensibilidad artística que ha mostrado en La Maestranza en varias tardes majestuosas desde 2021, y en Madrid mismo, en 2009, con pinceladas inolvidables a la verónica.

A unos más que a otros, sí, pero los nuevos espectadores que ahora acuden a Las Ventas nunca habían visto torear a este hombre taciturno, veleidoso, bohemio, extraño, de pocas y sentenciosas palabras, que guarda un tarro de esencias tan personal y peculiar que expande un perfume embriagador y contagioso.

Morante ha enseñado lo que es el toreo verdadero, lo que está muy bien para quienes tenemos la dicha de asistir a ese alumbramiento extraordinario, pero también es una puñeta para todos sus compañeros, a quienes ahora se les juzga de otra manera, sin que se pueda evitar la dichosa manía de la comparación, de la que, inevitablemente, salen todos mala parados.

Morante de la Puebla torea al natural el pasado día 28 en Las Ventas-

¿Qué sería de la fiesta de los toros si no existiera Morante?

Hay preguntas que es mejor no hacerlas, ciertamente.

Pero si no existiera Morante, la fiesta de los toros seguiría viva con un semblante distinto, pero viva; como ha sucedido en otras épocas de la historia en las que ha carecido de un líder que cautivara a las masas y alargara las colas de unas taquillas en la se vende ilusión.

Morante ha enajenado a la afición, pero no es bueno perder el norte. Aunque pueda parecerlo, Morante no es el principio y el fin de la fiesta de los toros; cuando él nació, muchísimas generaciones de aficionados habían llorado de emoción con una extensa lista de héroes enfermos del toro; y cuando se retire, la fiesta debe seguir de la mano de jóvenes que hoy trabajan y se sacrifican para alcanzar la gloria de sus ídolos.

Pero todos no pueden ser Morante, lo que no impide que existan hoy grandísimos toreros con conceptos diferentes pero igualmente emocionantes.

Todos los pintores no pueden ser Velázquez o Caravaggio, lo que no evita que los museos de todo el mundo estén rebosantes de obras de arte de autores más o menos conocidos para el gran público, e igualmente admirados y respetados por la sensibilidad de quienes las contemplan.

En consecuencia, el elemento de comparación no es el más recomendable. Dentro y fuera de esta Feria de San Isidro hay grandísimos toreros de oro y plata con capacidad para cautivar a los tendidos, y la realidad lo demuestra cada día. No todos pueden ser Morante, pero todos son necesarios para la grandeza de la fiesta; ni la historia del toreo está cimentada solo en los artistas.

El bien llamado ‘arte del toreo’ los incluye a todos, y artista es el picador que desparrama técnica y arrojo ante el empuje de un bravo animal; artista es el subalterno que lidia con soltura y manos bajas con el capote, coloca un preciso par de banderillas o está presto para auxiliar a un compañero en caso de apuro. Artista es el torero impregnado desde la cuna de las musas de la sensibilidad o el valiente capaz de domeñar a una fiera indómita que suelta la cara y traslada el ay a los tendidos.

Morante de la Puebla ‘ha roto’ la feria; es verdad, pero eso no es bueno ni es justo.

Dentro y fuera de esta Feria de San Isidro hay grandísimos toreros de oro y plata con capacidad para cautivar a los tendidos; no todos pueden ser Morante

El torero sevillano cierra este domingo su paso por Madrid con la corrida de Beneficencia, junto a Fernando Adrián y Borja Jiménez. ¡Menuda papeleta para ambos!, pensará algún chismoso. Es verdad. Ese es el riesgo de anunciarse con un artista de talla inconmensurable. Pero tanto Adrián como Jiménez están ahí por sus méritos y cualquiera de los dos puede triunfar a lo grande, como ya lo han hecho en Las Ventas.

La expectación, por las nubes. Habrá, con toda seguridad, una afectuosa ovación para saludar a Morante y agradecerle el arte que desparramó por la plaza el pasado día 28, pero el museo del toreo es muy amplio, y en él tienen cabida sus compañeros de cartel y otros muchos que han nacido con la capacidad de emocionar delante de un toro. Y eso, con todos los matices, es un arte.

Un usuario de X, que se autodenomina Tercio de Quites, escribía hace unos días lo siguiente: “Morante va a quitarnos la afición. Sí, como oyen. Va a conseguir que jamás nos pueda gustar otro torero, y que lo que hemos visto anteriormente nos sepa a poco. Cada vez es más complicado ver toros en un cartel donde no está Morante. Se hace tedioso. La vulgaridad es tan obvia…”

Este es el trauma que todos debemos superar…

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.
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