¿Qué significa que el metro se anuncie como obra de arte?
El escultor Anish Kapoor inaugura en Nápoles una estación de metro que es, naturalmente, una escultura. ¿Qué dice eso del arte? ¿Y del metro?


Hace 22 años al escultor de origen indio Anish Kapoor (1955) le hicieron un encargo singular: la estación de metro de Monte Sant’Angelo, un barrio universitario que es también el suburbio más poblado de la ciudad. El encargo formaba parte de un ambicioso proyecto de construcción-ampliación del metro de Nápoles en el que numerosos artistas, diseñadores y arquitectos -de Karim Rashid a Oscar Tusquets- firmaron estaciones singulares.
Por aquel entonces, Kapoor recibió el encargo con dos arquitectos. El checo Jan Kaplicky y su entonces socia y esposa, Amanda Levete. No hace falta recordar que en dos décadas pueden pasar muchas cosas. Sucedieron. Levete y Kaplicky se separaron. Luego Kaplicky murió el mismo día en que, tras pasar casi tres décadas en Londres y ya regresado a Praga, donde había nacido, nacía su hija.
Pero estamos en Nápoles. En el barrio universitario. Más de dos décadas después del encargo, la estación de Monte Sant’Angelo se inauguró el pasado 11 de septiembre. El plan de estaciones napolitano forma parte de la regeneración del barrio Traiano en la ciudad del Vesubio. En este caso al escultor se le encargó el acceso a las vías del metro. Y el resultado es difícil de clasificar.

Por un lado es claramente escultórico. Digamos que vemos a Kapoor antes que el reclamo del metro. ¿Qué significa eso? Esa característica indica que la voluntad de convertir esa estación en un icono prevé que no sea necesario ningún otro tipo de identificación. Y eso también podría ser un mensaje para la señalética de las urbes. Y para los ruidos visuales.

Otra interpretación sería la del metro como monumento. Ciertamente lo es. Es el transporte asequible. La no contaminación. El esfuerzo colectivo y… la máquina del tiempo.
Más allá de consideraciones, la forma biomórfica del reclamo que conforma el acceso al metro es muy distinta a algunos de los trabajos más conocidos del escultor indio. Cloud Gate, en el Millenium Park de Chicago, por ejemplo, refleja el lugar donde la vegetación se encuentra con los rascacielos de la Avenida Michigan. Aquí el objeto es misterioso. Opaco, casi mitológico. Está construido con acero cortén y tiene una forma orgánica, labial. Se podría decir que uno desciende por una garganta. Y, al revés, que aflora de otra para llegar a la universidad.

El propio escultor habla de un organismo vivo. El proyecto resulta en una estación austera, cruda. Y en, posiblemente, el acceso más escultórico a cualquier estación de metro del mundo. Tal vez por eso Kapoor habla de la entrada mítica al Inferno de Dante. “He intentado comunicar lo que significa bajar al subsuelo” ha declarado.
Kapoor, que ganó el León de Oro en la Bienal de Venecia de 1990, nació en Mumbai, se profesionalizó en Londres y, desde hace unos años, vive entre Londres y Venecia.
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