¿Cómo podría mejorar mi ciudad?
El festival de arquitectura efímera Concéntrico de Logroño cumple una década de ideas, propuestas, concienciación y cambio


El urbanismo táctico busca mejorar la calidad de vida en las ciudades con intervenciones temporales de bajo coste. Básicamente es una prueba. En su mejor versión propone intervenciones —después de estudiar lo que no funciona o podría mejorar en un lugar— o escucha: organiza consultas, lo que se llama participación ciudadana, para entender dónde están los obstáculos para vivir mejor. A partir de ahí, arquitectos y diseñadores piensan, diseñan y prueban. Algunas intervenciones temporales se quedan. Y cambian las ciudades. También la manera de diseñar.
El Ayuntamiento de Logroño lleva una década encargándole al arquitecto Javier Peña una gran revisión urbana. Parece temporal. Dura solo unos días. Pero se construye durante todo un año. Y el Ayuntamiento y Peña están convencidos de que sus efectos podrían llegar a durar más de un año. Pero… para eso hay que probar. Hablar, arriesgar y reaccionar.

Este año, una vez más, el festival Concéntrico de intervenciones temporales en Logroño ha reunido a proyectistas y diseñadores de todo el mundo. Algunos, como los holandeses MVRDV, han trabajado con una de las esencias del lugar: el vino de Rioja y todo lo que le rodea. En la plaza San Bartolomé, su proyecto Tapete es una alfombra confeccionada con miles de corchos reciclados. La instalación transforma el espacio público en un suelo blando y lúdico que invita al juego y al descanso.

Otros, como los arquitectos de Traumnovelle —los belgas Léone Drapeaud, Manuel León Fanjul y Johnny Leya— defienden que, más allá de edificios y objetos, la arquitectura y el diseño pueden construir mundos. Por eso su intervención en Soto del Ebro, un bosque marcado por cicatrices (porque fue escenario de muerte, de persecución de mujeres consideradas brujas y de silenciamiento y olvido) se llama Herejes y rinde homenaje a esas personas silenciadas, apartadas, maltratadas. El proyecto invita al público a unirse en un ritual colectivo para transformar las heridas invisibles en una nueva narrativa comunitaria. Así, ofrece asiento entre los árboles.

En la rotonda junto a Plaza Salón, al lado de la Gran Vía, Leopold Banchini y su estudio han instalado unos refrescantes baños temporales. Así, una glorieta vehicular demuestra que, más allá de organizar el tráfico, puede tener un uso ciudadano. Convertida en baño público temporal recupera el espíritu de los antiguos baños urbanos. Y despliega civismo. La instalación demuestra usos ocultos para una rotonda. Combina vestuarios, salas de vapor y pilas de agua fría, revelando el potencial de los espacios dominados por los coches y ofreciendo un refugio colectivo en medio del tráfico y el calor.

Pero hay más agua y más potencial oculto. Como si de una tradición se tratara —ha habido otras intervenciones en años precedentes— los arquitectos madrileños Salazar Sequero y Medina han intervenido en el Monumento a Espartero. Esta vez han instalado una piscina, simbólica, transformando un espacio de homenaje en un oasis urbano. Con materiales reciclados y un andamio, la idea de los arquitectos era participar del baño regenerador durante la Noche de San Juan. El proyecto, temporal, se llama… Piscinazo.

Pero no solo hay agua y frescor entre las propuestas. También hay juego, imaginación y cambio. Nicholas Gardner (1988) y Saša Štucin (1984) son los diseñadores londinenses de Soft Baroque. En el Parque del Carmen han instalado su instalación Dancing Bench, un banco blando y bailón que anuncia su movimiento con curvas. Además, su proyecto consta de otra serie de bancos urbanos con mecanismos de planos móviles que permiten al usuario crear ilusiones ópticas. Todo eso puede ofrecer un objeto cotidiano en un rincón de la ciudad.
Una década del festival Concéntrico es, ha sido, está siendo, eso: cientos de propuestas temporales para, tácticamente, averiguar cuáles podrían quedarse y transformar la ciudad. Feliz aniversario.
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