¿Cómo se puede, o se debe, actualizar un icono?
Firmada por Magén arquitectos, la rehabilitación energética del Palacio Municipal de Deportes, que Enric Miralles y Carme Pinós levantaron en Huesca, plantea cómo deberían tratarse las grandes obras arquitectónicas


El principal objetivo del Ayuntamiento de Huesca cuando convocó un concurso para actualizar energéticamente el Palacio de los Deportes que diseñaron Enric Miralles y Carme Pinós fue la reducción del consumo energético de uno de sus iconos arquitectónicos. Los fondos europeos le habían asignado una partida presupuestaria. Y hoy, mantenido el carácter del edificio —de acuerdo con Francisco Magén—, el consumo energético se ha reducido en un 51,68%.
Eso es un logro. La pregunta es el coste patrimonial. ¿Se ha mantenido el carácter original? Y de ser así, ¿cómo lo han conseguido? Franciso Magén explica que aislando y cambiando los vidrios de los vestuarios y renovando las griferías, la climatización y la iluminación. Detalla que, cambiando también la iluminación de la pista interior y exterior a LED, adaptándola además a los requisitos de la FIBA. Y, sobre todo, añadiendo una instalación fotovoltaica para el autoconsumo energético del edificio, apoyada en un conjunto de pérgolas levantadas en el exterior del inmueble. Esta última intervención tiene un impacto en el edificio. Ha sido, seguramente, la decisión más complicada de tomar. Y es la más discutible por el resultado y por el procedimiento para decidirla.
Francisco Magén resume a EL PAÍS que “la concepción de los sistemas constructivos de hace 34 años no atendía a cuestiones de consumo, accesibilidad universal o eficiencia energética, como se requiere en la actualidad”. Por eso su estudio se presentó a la licitación para la rehabilitación del Palacio.

Preguntado, sin embargo, por la toma de decisiones que alteran el proyecto, explica que no ha habido diálogo con EMBT o con el estudio de Carme Pinós “porque nuestro interlocutor era el Ayuntamiento de Huesca”. “Miralles y Pinós siempre han sido una referencia para nosotros. A principios de los noventa, las únicas referencias importantes de Arquitectura Contemporánea en Aragón eran la Biblioteca Pública de Puente y López Cotelo, la ampliación de Juzgados de Alejandro de la Sota y el Pabellón de Deportes de Miralles-Pinós, por lo que lo hemos visitado varias veces”, insiste Magén. Él considera que tras “un correcto análisis del edificio hemos firmado una respuesta integrada y proporcionada”.
¿Opinan lo mismo los estudios de Miralles y Pinós que diseñaron el edificio original?
Benedetta Tagliabue, viuda de Enric Miralles y responsable del estudio EMBT admite que “los edificios tienen vida propia, una vez se inauguran, pero lamento que ni Ayuntamiento ni arquitectos nos consultaran la reforma que buscaban implementar”.

Por su parte, Carme Pinós, Premio Nacional de Arquitectura, sostiene que: “No se trata de rechazar los cambios. Entiendo que los edificios tienen que mantenerse y que requieren actualizaciones y, por lo tanto, cambios. Pero considero que cuando se ha invertido en una arquitectura con gran identidad es sorprendente que la Ley de Contratos del Estado no obligue a contactar con los arquitectos originales”.
Tagliabue explica que “la idea de crear una Fundación Enric Miralles fue justamente para eso, para que los clientes y estudiosos pudieran venir a consultar”. Admite que “No consulta casi nadie, solo el Ayuntamiento de Utrecht —que firmaron Miralles y Tagliabue—, o la Escuela de Música de Frankfurt, que nos encargó la ampliación”.
¿Quiere esto decir que fuera de España se es más cuidadoso con el patrimonio contemporáneo? Tagliabue opina que: “Es una decisión individual. La Biblioteca de Palafolls consultó con la Fundación y mi hija Caterina se encargó de solventar los problemas”.

Carme Pinós, por su parte, explica que en el Palacio de los Deportes de Huesca “yo solo participé en el primer proyecto, no en la reconstrucción —tras su derrumbe—. Pero siempre es más cabal consultar y aprovechar el conocimiento del proyectista original para evitar resultados que lo interpreten, es decir: para evitar proyectos epígonos de un original. La marca de un autor se puede alterar, pero el autor suele tener la visión para hacerlo manteniendo el edificio vivo y no momificándolo”.
En los últimos años, Magén Arquitectos han realizado otras rehabilitaciones sobre edificios del siglo XX firmados por José Borobio o Alejandro de la Sota. “Más allá de lenguajes o estilos, la base es el análisis de la historia del edificio (sus trazas, sus valores arquitectónicos y espaciales, su relación con el entorno) para poder escribir un nuevo capítulo”, explican; en el caso del Pabellón, “el nuevo capítulo aborda su sostenibilidad”, explica Francisco Magén. Es cierto. Pero también lo es que actualizar su sostenibilidad y ampliarla ha requerido intervenir en el conjunto del edificio. Y que se ha hecho siguiendo una especie de “receta” Miralles. ¿Eso es una buena decisión? ¿Es parche? ¿Un pastiche?

Hace unos años, David Chipperfield culminó la restauración de la Neues Nationalgalerie de Berlín, el último proyecto de Mies van der Rohe. El británico dijo entonces que esa galería no podría ser sostenible sin dejar de ser de Mies.
El estudio Magén Arquitectos tampoco ha querido tocar el edificio, pero sí ha marcado el entorno con su intervención. “Para que la producción de energía renovable no se instalara sobre el pabellón, desarrollamos un nuevo elemento exterior independiente”. Así, la pérgola fotovoltaica fragmentada es autónoma, “pero resuena con las que dan acceso al pabellón y añade un elemento más a la urbanización del entorno, un poco deslavazada y por completar”, opinan.
La discusión entonces se agranda a si el proyecto estaba incompleto o deslavazado, y, de ser así, quién debe terminar un proyecto deslavazado. Y lo que plantean tanto Pinós como Tagliabue es si un diálogo no hubiera sido lo mejor para el proyecto.

Francisco Magén explica que de reparar edificios ha aprendido que la arquitectura es un arte vivo. “No es tan inmutable ni estática como parece a priori: evoluciona con la sociedad, ha de cumplir nuevos requerimientos y necesita mantenimiento. La buena Arquitectura tiene esa capacidad de adaptarse en el tiempo”.
La pregunta, es, al final, muy sencilla: ¿qué pensarían los propios Magén Arquitectos si nadie les contactara para rehabilitar energéticamente uno de sus numerosos inmuebles premiados? ¿Qué ocurriría si esa rehabilitación obligara a alterar el volumen, la forma o la implantación del conjunto? ¿Les parecería cabal que los consultaran o se conformarían con que los interpretaran?
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