Un emocionante túnel del tiempo
El festejo, con un lleno hasta la bandera, fue un espectáculo irrepetible, salpicado de destellos de inspiración taurina


¡Qué bonito…! A las 12 de la mañana, cuando se abrió la puerta de cuadrillas, la plaza de Las Ventas, y con ella casi 23.000 almas, se introdujo en un imaginario túnel del tiempo emocionantísimo.
Lo que apareció en el ruedo no fue un ministerio, sino un gobierno del tiempo en pleno, desde Curro Vázquez a César Rincón, Frascuelo, Ponce, Hermoso de Mendoza, referente extraordinarios de épocas gloriosas, lejanas ya algunas de ellas, pero todas henchidas de grandeza taurina; y junto a ellos, Morante, cabeza visible del festejo, tiempo presente, y la novillera Olga Casado, deseosa de ocupar el futuro.
Y los tendidos, puestos en pie, cautivados por la imponente escena, irrumpieron en una cerrada ovación de admiración, cariño y respeto; una muestra de sincero afecto que volvió a repetirse a la finalización del paseíllo.
Solo por eso, solo por ver a esta pléyade de figuras del toreo sobre la arena madrileña merecía la pena este festival de homenaje a otro grande, a otro primer ministro del toreo de tiempo atrás, don Antonio Chenel Antoñete.
Sonaron clarines y timbales, y el público, deslumbrado, se dispuso a disfrutar de un goteo de perlas cultivadas, de un reguero de destellos luminosos desbordantes de felicidad.
Abrió la mañana el rejoneador Hermoso de Mendoza, quien volvió a mostrar su contrastada maestría, aunque solo fue ovacionado al matar de un rejón muy trasero.
La plaza entró en éxtasis cuando apareció Curro Vázquez, 74 años, 56 de alternativa que cumple hoy, una institución del toreo de arte. Tres verónicas y una media de trazo excelente fueron su reencuentro con la torería andante; el preludio de una labor salpicada de inspiración, naturalidad y belleza, acompañado por una innata e inigualable belleza. Un novillo blando fue su oponente colaborador, y los derechazos, trincherazos y cambios de manos surgieron como por encanto.
Menos suerte tuvo Frascuelo, 77 años, ante un novillo manso, encastado y con movilidad, que lo puso en apuros. Quedó patente, no obstante, su entrega y su buen sentido del toreo hondo.
Se le notó, y de qué manera, a César Rincón su veterana juventud. El maestro dio la impresión de que estar preparado para volver a vestir el traje de luces. Buen toreo a la verónica y una faena de muleta cargada de emoción, con el cite de lejos, como en los viejos tiempos, y tandas por ambas manos preñadas de ligazón, largura y temple con la plaza entregada.
Tampoco dio Enrique Ponce la impresión de estar retirado de la profesión. Su carrera ha sido larga y mantiene intactos el sitio, la técnica y la hondura del toreo clásico. Se justificó sobradamente ante un noble novillo que le permitió torear de salón. También hizo honor a su fama de torero sin sentido del reloj y escuchó un aviso antes de entrar a matar.
Los tendidos se rindieron ante la presencia de Morante, que lidió un novillo ensabanado de Osborne, en memoria de aquel toro de la misma capa, de nombre Atrevido con el que triunfó Antoñete el 15 de mayo de 1966 en esta misma plaza. El animal, blando y descastado, no le permitió a Morante el lucimiento esperado, aunque dejó sobradas muestras de su calidad.
Y cerró la mañana la novillera Olga Casado, quien se lució a la verónica y en un quite por gaoneras, antes de brindar a todos sus compañeros de cartel, un momento único con toda la plaza en pie. Noble y muy blando era el novillo, que le permitió destacar con la mano derecha en un par de tandas de muletazos largos y ligados y unos vistosos naturales finales.
El festival fue un espectáculo para el recuerdo, tres horas de disfrute en un túnel del tiempo irrepetible y embriagador. Y todo sucedió porque a Morante se le ocurrió un día que Antoñete merecía un homenaje y un monumento… Cosas de genio…
Tres ganaderías/Siete toreros
Un novillo de El Capea, para rejoneo, cinco de Garcigrande -el cuarto, devuelto y sustituido por otro del mismo hierro-, y el sexto de José Luis Osborne, muy justos de presencia, blandos y nobles
Pablo Hermoso de Mendoza: rejón trasero (ovación).
Curro Vázquez: estocada trasera (dos orejas).
Frascuelo: casi entera tendida y estocada (vuelta al ruedo).
César Rincón: pinchazo y estocada baja (dos orejas).
Enrique Ponce: —aviso— pinchazo y estocada perpendicular y desprendida (oreja).
Morante de la Puebla: estocada y un descabello (oreja).
Olga Casado: estocada (dos orejas).
Plaza de toros de Las Ventas. Domingo, 12 de octubre. Festival homenaje a Antoñete. Lleno de ‘no hay billetes’.
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