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Feria de Otoño
Crónica
Texto informativo con interpretación

Áspera mansada en Las Ventas

La descastada y deslucida novillada de Fuente Ymbro y una terna con escasa ambición protagonizaron un largo y aburrido festejo

Antonio Lorca

La novillada de Fuente Ymbro no fue la más idónea para el triunfo de los tres jóvenes novilleros. Muy deslucida en conjunta, mansa de libro en los caballos, blanda, sosa, áspera, descastada y justa de presentación. Lo de ‘justa’ se cita en comparación con las novilladas que se organizan fuera de San Isidro y Otoño, con estampas de toros y pitones como alfileres. Lo de hoy, no; lo de hoy eran los novillos deben lidiar en esta plaza los aspirantes a figura: animales con peso, entre los 485 y 512 kilos y cómodos de cabeza. Distinto asunto es lo que llevaban dentro.

Fuente Ymbro es algo más que una ganadería; es una factoría de toros donde deben coexistir tantas familias que cada cual puede salir de su padre y de su madre, sin parentesco ni relación alguna con los demás. El ganadero cría tantos animales que una buena corrida no justifica que pueda serlo la siguiente. Así, la novillada de hoy ha salido excesivamente descastada y no ha contribuido a hacer realidad los sueños de los toreros.

Toreros, por otra parte, que no han mostrado la ambición que se les supone a su edad y condición. Es verdad que sus oponentes no eran el plato de gusto deseado, pero los tres dieron la impresión de estar más ocupados en componer la figura, en estar bonito en la cara de los novillos que de sobreponerse a las adversas circunstancias, y demostrar que estaban dispuestos a embestir para alcanzar la gloria.

Pero no la alcanzó ninguno.

Bruno Aloi tuvo la mala suerte de que su primero se dejó en el caballo la poca vida que traía; un puyazo largo y muy trasero acabó con el ánimo del animal y sucumbió. Pero el presidente no lo entendió así, lo mantuvo en el ruedo a pesar de las protestas, y todos los presentes, el novillero el primero, tuvieron que soportar el triste espectáculo de un animal muerto en vida a la espera del puntillazo final. Una ocasión perdida, ciertamente. El cuarto, muy deslucido y de corto recorrido, tampoco permitió el lucimiento al novillero mexicano y, encima, lo volteó sin consecuencias. Al menos, demostró sus ganas en un ceñido quite por gaoneras en el sexto.

Algo de más fortuna encontró en su camino El Mene, preocupado en exceso, quizá, por su postura frente al toro. Le adornan maneras de buen gusto, del mismo modo que anuncia una aparente frialdad y falta de garra, señal de un toreo de escaso mando. Con muletazos limpios con la mano derecha inició la faena de muleta a su primero, con el que no pudo destacar a causa de su sosería manifiesta. Más posibilidades le ofreció el noblote quinto, con el que se gustó en unos iniciales recortes y suaves trincherillas que permitieron albergar una esperanza fallida. Muletazos sueltos, un intento de circular, detalles sin más, y manoletinas que no aportaron nada.

Y el peruano Pedro Luis solo pudo dejar algún detalle ante su aplomado primero, de modo que esperó al sexto de rodillas en los medios y lo recibió con una larga, y, después, una verónica, tres chicuelinas y una larga aceleradas en una muestra de sus buenas intenciones. Con estatuarios y una trincherilla prologó el último tercio ante el novillo más claro y repetidor del encierro, pero la claridad duró muy poco, el tiempo justo de dibujar un par de naturales antes de sufrir una voltereta cuando intentaba sacar la media estocada que había conseguido tras un pinchazo.

F. Ymbro/Aloi, El Mene, Pedro Luis

Novillos de Fuente Ymbro, justos de presentación, muy mansos, ásperos, sosos, blandos y descastados.

Bruno Aloi: estocada (silencio); estocada _aviso_ (silencio).

El Mene: estocada algo trasera _aviso_  (ovación); dos pinchazos y dos descabellos (ovación).

Pedro Luis: _aviso_  estocada _segundo aviso_ (silencio); pinchazo _aviso_ y media estocada (silencio). 

Plaza de toros de Las Ventas. Quinto festejo de la Feria de Otoño. Viernes, 10 octubre. Casi lleno (19.916 espectadores, según la empresa).

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.
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