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Nach, rapero: “En la izquierda también hay gente muy intolerante”

Tras un parón de siete años, publica ‘Destino’, vuelve a los escenarios y reflexiona sobre la industria musical, el rap actual o su adolescencia: “Ver morir a mi hermana con parálisis cerebral me hizo un hombre muy existencial”

Eva Baroja

Cosas del destino, Nach (Albacete, 51 años) cumple años el día de esta entrevista, el pasado 1 de octubre. Y tiene mucho que celebrar. Porque coincide con el lanzamiento de su álbum, tras una época alejado de todo (y de todos). Ahora vuelve el Nach de siempre. El de la poesía emocional. Uno los mejores de la historia del rap en español, según la revista Rolling Stone. Pero también un Nach renovado. “He trabajado para sentirme bien física y mentalmente. Antes fumaba mucho, llegué a pesar 104 kilos... Ahora como sano, cuido el diálogo interno con mi cabeza y si me fumo un cigarro me da taquicardia”, dice mientras se saca del bolsillo un dispositivo de tabaco calentado. ¡Pillado! “Vale, sigo fumando, pero esto no cuenta”, admite con una sonrisa, pocos días antes de empezar una de las giras más emocionante de su carrera.

P. Siete años sin sacar nuevas canciones. ¿Qué ha pasado?

R. Dejé de estar en paz con la sociedad. Veía que era muy materialista, que la gente estaba muy preocupada por la apariencia, por el dinero y por el que dirán. Tenía un conflicto entre lo que yo era y lo que veía que era el mundo y me cargue de energía negativa.

P. ¿Ansiedad social?

R. Sí, la sufrí. Me encerraba. Prefería estar en casa solo conmigo mismo. No mirar noticias ni lo que pasaba en el exterior. Esa soledad en la que nadie te está juzgando ni mirando. Pero el aislamiento no me vino bien. Fue demasiado tiempo.

P. “Fantasmas diciendo que no eres el mismo, deja de rapear”, canta en Destino, la canción que da nombre al disco. ¿Se planteó no volver?

R. Sí, en los años de la pandemia, hubo un boom de la música urbana y no sabía si quería seguir ni hasta qué punto quería formar parte de la rueda de las redes sociales, del filtro, de la promoción constante... Pensaba que quizás una retirada a tiempo era mejor. Pero llegué a la conclusión de que quería seguir escribiendo canciones porque, para mí, es una relación muy íntima.

P. Esa sensación de tener que pedalear todo el rato para no perder el equilibrio, ¿no?

R. Sí, además yo soy una persona que no me gusta llamar la atención y soy bastante moderado. Flipo con los narcisistas que se gustan mucho a sí mismos todo el rato. Y el algoritmo ensalza y premia ese ego.

Tuve una educación muy cañera: nada de besos o emociones"

P. Estudió Sociología, pero en el fondo, quería ser periodista...

R. ¡Sí! [se ríe] ¡No lo sabe mucha gente! Me interesaba, pero no tenía pasta ni apoyo económico y me quedé en Alicante. Vengo de una familia humilde, clase media que ha luchado mucho. Y tuve una educación muy cañera por parte de mi padre, nada de besos, nada de emociones.

P. Pero su música es emocional. ¿Cómo llevó el sambenito de blandengue?

R. No me las quiero dar de especial, pero era un niño muy sensible. El rap de corazón, y no el hardcore, era el que me erizaba la piel. Cuando tienes 22 años, si el grupo te dice que lo que haces “es muy blandito” es difícil no dejarte influir. Aun así, no lo hice y me posicioné en ese espacio que no estaba ocupando nadie. Me siento orgulloso de haber tomado esa decisión.

El capitalismo ha metido su garra en el rap más de lo que me hubiese gustado"

P. Dice que falta pensamiento crítico y que hay demasiada música para entretener. ¿Qué es el rap en 2025?

R. Sigue siendo un modo de expresión muy puro, pero el capitalismo ha metido su garra mucho más de lo que me hubiera gustado. Muchos artistas jóvenes hablan de lo material y del dinero... Cuando empecé, escribíamos de lo que no veíamos bien en la sociedad y eso me atrapó. Ahora se buscan letras más pop y de amor. Y hay demasiadas cosas alrededor, por ejemplo, la ropa, que distraen del mensaje. Estamos viviendo un momento muy complejo a nivel global y vale la pena hablar de eso.

Me sorprendió que Vox pusiera en una papelera la bandera gay de manera tan clara"

P. ¿Le preocupa el auge mundial de la extrema derecha?

R. Sí, claro. Me da rabia que se mire la inmigración de esa manera cuando, en muchos aspectos, es muy positiva. También me sorprendió que Vox pusiera en una papelera la bandera gay de manera tan clara. Cada vez somos más moldeables. Vemos tres fake news y la gente se hace una idea general de todo. Y con la moral. En la izquierda también hay gente muy intolerante. Y hay que decirlo. Es difícil ser moderado.

P. La muerte de su hermana, con parálisis cerebral, marcó su adolescencia. ¿Sigue pensando en ella?

R. Pienso en cómo hubiese sido la vida si no hubiese tenido esa parálisis. No hablaba, pesaba 27 kilos, no se movía de la cama... Esto creo que no lo he contado, pero nacieron dos niñas. Una murió en el parto y a mi madre nunca se la enseñaron. Siempre ha tenido la duda porque era la época de los niños robados. Lo aceptas, pero piensas en un Nacho en otra dimensión con su hermana viva con la que compartir muchas cosas.

P. ¿Es un hombre más existencial por eso?

R. Sí, porque te empiezas a hacer preguntas desde muy niño que los demás no se hacen. Soy una persona que se plantea todo. No puedo parar a nivel mental. Aunque ahora ya no lucho tanto contra mis pensamientos existenciales. Soy así.

P. ¿Qué deseo va a pedir cuando sople las velas?

R. Me gustaría seguir absorbiendo la vida la mayor cantidad de años posible. Estar sano. Y lo que venga, vendrá.

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Sobre la firma

Eva Baroja
Periodista de EL PAÍS, donde realiza entrevistas y reportajes de cultura y sociedad en distintos formatos. Colaboradora de RTVE. Ha dirigido y presentado el documental ‘Miradas del agua’ y videopodcasts. Pasó por La Sexta y Onda Cero. Graduada en Periodismo y Filología Hispánica por la Universidad de Navarra, es experta en comunicación política.
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