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Martín Rechimuzzi, actor y director: “El proyecto de Milei no es fruto de la locura, sino de la crueldad”

El dramaturgo y politólogo argentino visitó durante un año centros psiquiátricos de todo el país para escribir su obra ‘Alejandra’, que lleva ahora a España. “Que alguien tenga varios trabajos y no le llegue para un plato de comida es para perder la razón”, dice

Luis Doncel

Martín Rechimuzzi recibe a EL PAÍS con un café americano y gafas de sol a mediodía del sábado en un hotel del centro de Madrid. Parece la fórmula adecuada para superar la resaca de la alocada fiesta de la noche anterior. Unas 700 personas llenaron el Teatro La Latina para celebrar los 15 años de Alejandra, la tía de este actor, director y politólogo argentino. En los 70 minutos de función hubo carcajadas y espectadores en pie bailando canciones de Alaska y Dinarama.

Pero el mensaje de Rechimuzzi (Buenos Aires, 36 años) es en realidad mucho más oscuro. Un mensaje sobre la locura, sobre personas internadas de por vida por oír voces y sobre la falta de medios en la sanidad. Sobre soledad e incomprensión. Porque Alejandra. Una perforación a cielo abierto, el espectáculo que ha triunfado en Argentina y que ahora su autor lleva a España —la última ocasión de verlo será este jueves en Barcelona—, es mucho más de lo que parece a primera vista. “Si hay que definirse entre los cuerdos y los locos, yo me anoto en el segundo grupo”, confiesa mientras apura el café.

Pregunta. Para escribir Alejandra visitó durante un año centros psiquiátricos de toda Argentina. ¿Qué es lo que más le sorprendió de lo que vio allí?

Respuesta. Iba con una mirada más crítica, pero me encontré con un lugar de espacios de resistencia. Vi a los locos como la última barrera de la sociedad. Cuando hay un desborde, no queda otra instancia que el loquero. Todo el mundo cuenta con que si algo se va de las manos, siempre quedará el loquero. El manicomio tiene que solucionar todo lo que ahí se plantea.

P. La salud mental ha pasado de ser un tabú a un tema omnipresente. ¿Qué ha pasado?

R. Esta obra me ha servido para comprender, para darme herramientas. En este presente político, la división entre locura y cordura nos sirve mejor que categorías tradicionales como izquierda y derecha. Las categorías construidas por las ciencias sociales difícilmente hoy funcionan para comprender algo de lo que pasa. Al menos en Argentina.

P. Quizás no solo allí.

R. Sí, intuyo que en otras partes también. Son fórmulas o indicios para pensar este mundo pospandemia. El confinamiento por la covid es un hecho muy desatendido y que fue demasiado crítico y ruidoso para todos. Siento que ahí se reordena un nuevo periodo, una nueva categoría, así como lo fueron las guerras durante el siglo XX. No es que se funde un nuevo orden, pero sí se reordena, termina de catalizar procesos que ya estaban presentes, como la digitalidad.

P. Presenta la locura como un instrumento de poder.

R. Sí, porque cada país, cada región, define a sus locos y sus cuerdos.

P. Y como algo contagioso.

R. Es que, en realidad, el loco te vuelve loco. Mi obra empezó así. Cuando quedo con mi tía encerrada, completamente desbordada, me empieza a hacer unos planteamientos en los que yo me daba cuenta de que no estaba tan mal lo que ella me decía. Me preguntaba: “¿Cómo sabés que no hay un ninja al otro lado, alguien que nos está escuchando?“. Por supuesto que en ella había un padecimiento. Pero yo la tenía que traer a un plano de racionalidad a través de la violencia, de imponerle la idea de que nosotros tenemos razón y vos no. El loco tiene la posibilidad de romper los precarios andamiajes que sostienen la coherencia.

P. En la obra sugiere también los problemas derivados de la falta de recursos para la sanidad. ¿Cómo ha evolucionado la situación con la motosierra de la que alardea el presidente de Argentina, Javier Milei?

R. La locura empobrece y la pobreza enloquece. No puedo omitir la causa estructural de todo esto. Que una persona tenga un trabajo, o dos, o tres, como tienen muchos, y no lleguen a tener un plato de comida es enloquecedor. Gente a la que, además, se las narra como vagos desde el discurso hegemónico, pese a que estén laburando todo el día. Eso es enloquecedor.

P. ¿Y cómo afectan los recortes en servicios públicos?

R. La situación es crítica. Afecta a todos los órdenes y esencialmente a los más vulnerables. Pero no es algo tan nuevo en la Argentina. Es un proyecto político que siempre está disponible, que reaparece. Milei puede ser más ruidoso, más llamativo, más veloz. Pero en última instancia su proyecto es el de los núcleos de poder en Argentina. Esto se remite a nuestra génesis como país, al pensarnos siempre como una tierra de paso, no como una tierra donde puede haber un desarrollo sostenible. Lo que se nota es una aceleración en cómo todo esto se instrumenta en beneficio para los grandes grupos económicos de poder, mientras se recortan las pensiones a la discapacidad. Las calles están plagadas de manifestaciones de personas completamente desventuradas. Lamentablemente, en este tiempo hemos visto una especie de anestesia, una incapacidad de conmoverse ante estas imágenes.

P. ¿Cree que eso está cambiando?

R. Se está reactivando un poco. Estamos volviendo a estar en contacto con la pregunta de si realmente es posible sostener una vida así.

P. Milei clonó a sus perros muertos y se ha publicado que hablaba con ellos a través de un médium. ¿Ve algo de locura en todo esto?

R. Su vínculo con los perros me parece tierno. No siento que eso sea lo juzgable. Lo que critico es todo lo otro. No creo que esté loco por eso. Y no creo que muchas de las cosas que son percibidas como locuras lo sean. Lo que vi en los loqueros no era nada parecido al mileísmo. Por eso diferencio: una cosa es una locura y otra cosa son las crueldades. El proyecto político que segrega a los discapacitados, que goza con el sufrimiento del otro... no es fruto de la locura, sino de la crueldad, del cinismo. En el caso de Milei es mucho más ruidoso. Pero no usaría la palabra loco.

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.
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