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Garth Ennis: “En la mayoría de los cómics de superhéroes, la violencia no tiene consecuencias”

El guionista irlandés, creador de la serie ‘The Boys’ con más de 55 millones de espectadores, reflexiona sobre una carrera devota del tebeo

Garth Ennis cómic

La pregunta a contestar era la siguiente: “¿Qué ocurriría si los superhéroes existieran en el mundo real?”. La respuesta que da Garth Ennis (Holywood, Irlanda del Norte, 55 años), estrella de la reciente 30ª edición de las Jornadas Internacionales del Tebeo de Avilés, se reduce a una palabra: “Pesadilla”.

Ennis es uno de los mayores guionistas de la historia del medio. Creador de tebeos de cuño propio que protagonizaron la década de los noventa y los dos mil, como Predicador, Hitman o Crossed, pero también autor de etapas de personajes icónicos que han marcado época, como el John Constantine de Hellblazer o El Castigador, el superhéroe más violento de Marvel. Ennis fue, como Alan Moore, Neil Gaiman, Grant Morrison y Warren Ellis, una de las plumas más ilustres en mudarse de Gran Bretaña al tebeo estadounidense después de forjarse en una revista semanal de historietas oscuras del fantástico extraordinariamente popular: 2000 A.D., la casa de personajes tan legendarios como Juez Dredd. El propio Ennis recordaba en una de sus charlas en Avilés que, en el apogeo de la publicación, se vendían “250.000 ejemplares a la semana”. O sea, un millón al mes.

The Boys

Pero fue con la adaptación televisiva de The Boys, su sátira salvaje del género superheroico para el gigante del streaming Amazon Prime Video, cuando la popularidad de su obra ha alcanzado una cima extraordinaria. En su cuarta temporada, The Boys lograba la cifra de 55 millones de espectadores en todo el mundo tras solo 39 días en emisión, según los datos difundidos por Amazon Prime Video; su quinta y última temporada se espera para 2026. ¿Por qué se atrevió Ennis, en un género que no le es simpático, a realizar su propia gran saga de superhéroes, un tebeo que se extiende durante más de 1700 páginas divididas en 72 números? La razón era contestar otra pregunta: ¿Qué pasaría si esos seres de poderes cuasi divinos caminaran entre nosotros?

Watchmen [obra maestra de Alan Moore e incluida por Time en la lista de mejores novelas del siglo XX] ya contestó a esa pregunta”, reflexionaba el autor irlandés en una terraza de Avilés en entrevista para este periódico. “Y la respuesta fue: pues no va a ir la cosa bien. La respuesta de Watchmen fue: aterrorizas a la sociedad con una amenaza externa para provocar su unidad. Miracleman (también, la versión de Alan Moore), que me gusta todavía más que Watchmen, dio otra respuesta posible: si haces que todo el mundo sea un superhéroe, ya nadie podrá sentir celos de ellos, porque todos poseen esos poderes. The Boys contesta de una manera diferente. Mis superhéroes tienen el control de su ego de una joven estrella del pop. Pero también actuarían como una parte activa de la sociedad: tal vez salvando el mundo o previniendo desastres. Con lo que estarían a medio camino entre una estrella del pop y un político. Por último, serían propiedad de las grandes corporaciones, probablemente, la fuerza más destructiva de la historia de la humanidad. Si los superhéroes pudieran ser reales, Amazon y las demás tendrían los suyos”.

Viñeta de 'Sara', de Garth Ennis y Steve Epting.

Ennis lleva a la praxis más aterradora de esta hipótesis en el capítulo 21 de The Boys. Inspirado por los atentados del 11-S, este episodio es una recapitulación de lo sucedido en uno de los aviones secuestrados por los terroristas que, en el mundo de The Boys, intenta salvar la escuadra de superhéroes. La carnicería que sucede, con el abandono final por parte del Superman del mundo de The Boys, Homelander, del avión cayendo en picado sobre uno de los puentes de Nueva York, es memorable. La insólita y terrorífica secuencia parte de un supuesto apenas explorado en el mundo superheroico: ¿Y si el que tiene que actuar como salvador fuera un inútil e incompetente?

No tienen ni idea. Son unos amateurs. No tienen un plan. ¿Cómo funciona un avión? ¿Su aerodinámica? ¿Qué pasa si se le cae la cola? [Homelander toma precisamente la demencial decisión de arrancarle la cola al avión, en pleno vuelo, para tratar de salvar la situación] ¿Qué ocurre, por fuerte que seas, si no tienes un punto de apoyo para hacer palanca? Lo que sucede es que estos tipos no están entrenados para el combate. Cuando la gente del avión se abalanza sobre Homelander, su forma de quitárselos de encima es como los gañidos de un niño en pánico. ‘¡Aléjate de mí, aléjate de mí!’. Pero claro, con la superfuerza, cada vez que empuja a alguien, lo decapita, así que hablamos de una masacre.”

Uno de los rasgos más distintivos de Ennis es precisamente ese: la masacre, la violencia más descarnada, impactante y visceral. En las descripciones de sus guiones siempre se insiste en que las tripas desenrolladas, los huesos quebrados y expuestos entre la carne lacerada y evidentemente la sangre sean dibujados en toda su crudeza. El tebeo, que permite congelar un instante de tiempo en cada viñeta, provoca que haya momentos, como en su distopía posapocalíptica Crossed, donde una escena de violencia extrema no ocurre y pasa, como sucedería en una película o un videojuego. Está allí, detenida, en todo su horrendo esplendor a toda página. Imborrable.

Una imagen del cómic 'Predicador', de Garth Ennis y Steve Dillon.

“A veces, lo hago por la sátira. Pero en obras como Crossed o The Boys, por honestidad. Intento ser lo más honesto posible con los efectos de la violencia. Creo que es algo que debe ser ponderado muy cuidadosamente. En la mayoría de los cómics de superhéroes, la violencia no tiene consecuencias. La gente se pega patadas, puñetazos, se hace explotar... Y no ocurre nada. La muerte no significa nada en esos tebeos, porque cada vez que matan a alguien, sabes que va a volver. Yo prefiero mostrar, a veces, que lo cierto es que las consecuencias de esos actos son terribles. Que cosas extremadamente horrendas sucederían. Por eso, generalmente, en mis historias, cuando alguien muere, permanece muerto. Y creo que me gustaría animar a otros escritores a esto: a explorar las consecuencias de la violencia".

Aunque en Avilés sonrió con una franqueza emocionada a la ovación que le dedicó el público asistente al Auditorio de Cultura, reconoce que su vida está “arreglada” gracias al éxito de The Boys, aunque su amor por el tebeo, al contrario que otros colegas de profesión de su época, lo ha hecho renunciar a los cantos de sirena de Hollywood por no ver “diluida” su visión. Ennis sigue en la ingente e inabarcable tarea de investigar la historia bélica y plasmarla en viñetas, aunque le ilusiona escribir más pronto que tarde su primera novela, y ve el futuro con un profundo pesimismo. Llegó a afirmar que el horror está “obsoleto” desde que alguien como Donald Trump ha llegado a la Casa Blanca. Y desde Avilés acuñó esta sentencia: “Creo que el idealismo está muriendo. Más y más, en todo el mundo, creo que solo nos está quedando la pura supervivencia”.

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