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Fotógrafos de guerra por casualidad en la España del 36

Publicada en castellano la novela gráfica que cuenta la apenas conocida historia de los reporteros alemanes Hans Namuth y Georg Reisner, que cubrieron el conflicto en los primeros nueve meses

Páginas de la novela gráfica 'Fotógrafos de guerra', de Raynal Pellicer y Titwane.
Manuel Morales

Dos jóvenes fotógrafos alemanes, Hans Namuth, de 21 años, y Georg Reisner, de 24, llegaron a Barcelona en julio de 1936 para tomar imágenes de la Olimpiada Popular, un evento que se iba a inaugurar el día 19 de ese mes, con 6.000 atletas, y que quería ser la alternativa a los Juegos de Berlín, previstos para agosto —históricos, sobre todo, por las cuatro medallas de oro que ganó un atleta estadounidense negro, Jesse Owens, con Hitler de espectador en el palco—. Sin embargo, Namuth y Reisner, dos antifascistas que habían huido precisamente de la Alemania nazi, desconocían que se iban a cruzar en sus vidas dos guerras. Su historia se cuenta, en un tono conmovedor, en la novela gráfica Fotógrafos de guerra (Planeta Cómic), obra del dúo formado por el guionista Raynal Pellicer y el dibujante Titwane.

Pellicer, francés de padre y abuelos valencianos, explica por teléfono que él y Titwane realizan desde hace tiempo “reportajes ilustrados, algunos de más de 200 páginas”, pero que venían pensando en hacer un cómic. La idea de acometerlo surgió cuando Pellicer vio “en Le Monde una fotografía del cerco al Alcázar de Toledo durante la Guerra Civil firmada por Namuth y Reisner". ¿Quiénes serían? Le llamó la atención porque no es habitual que las fotos de guerra tengan dos autores y porque las imágenes del conflicto español están asociadas, sobre todo, a nombres como Robert Capa o Agustí Centelles. “Fue un trabajo de arqueólogo saber de sus vidas”.

Páginas de la novela gráfica 'Fotógrafos de guerra'.

El resultado del trabajo de Pellicer y Titwane se plasmó en un cómic publicado en Francia en 2023, ahora traducido al español —se prevé edición en Alemania—, con un dibujo de extraordinaria calidad y una trama basada en hechos reales. “Hemos tenido varias fuentes”, explica Pellicer. “Primero, Namuth había escrito un diario, que está en el International Center of Photography (ICP), de Nueva York; luego busqué a familiares suyos, como la hija de Namuth y una nieta del hermano de Reisner, que me contaron cosas. También estaban las fotografías que publicaron entonces en Vu", semanario francés de izquierdas, de diseño rompedor.

El guionista había averiguado que ambos amigos intercambiaban constantemente sus cámaras, una Leica y una Rolleiflex, hasta el punto de que días después de haber tomado imágenes no sabían cuál de los dos las había hecho. Pellicer escribió una primera versión del guion y llegó el momento de la puesta en común con el dibujante. “Habitualmente, yo no le doy indicaciones técnicas, él va trabajando en el montaje del cómic”.

Una de las primeras páginas de la novela gráfica 'Fotógrafos de guerra', de Raynal Pellicer y Titwane.

En Fotógrafos de guerra llama la atención que las páginas que narran las contrariedades sufridas por el dúo alemán, que se lanzó a las calles de Barcelona a fotografiar los combates entre insurgentes y milicias, estén dominadas por un marrón pastel. “Esta historia empieza en julio, con mucho calor, y queríamos usar un tono cálido”. Más adelante, cuando la situación se complica para ambos, los autores se pasan al negro y al gris. “El cómic tiene su lenguaje y los colores indican lo que ocurre”.

Namuth y Reisner habían llegado a Barcelona procedentes de Puerto de Pollensa (Mallorca), donde habían abierto su estudio en el verano de 1935. Los dos habían tenido amargas experiencias con el fascismo. Namuth había sido arrestado en julio de 1933 por distribuir panfletos antinazis. Fue encarcelado en Essen y liberado gracias a que su padre estaba afiliado al Partido Nazi, pero prefirió marcharse de su país. Reisner tenía el triple estigma de socialista, judío y homosexual. Así que en 1933 se fue de Breslau (hoy ciudad polaca).

Página de la novela gráfica 'Fotógrafos de guerra'.

“Entonces, se conocieron en París. El hermano de Georg trabajaba allí en una asociación de refugiados alemanes que habían huido de los nazis. Georg, que ya era fotógrafo, le propuso a Hans, que no lo era, que trabajasen juntos. Se instalaron en Mallorca para vender fotos a los turistas. Además, allí había muchos alemanes”, detalla Pellicer.

Cuando se trasladaron a Barcelona para retratar la Olimpiada Popular, que iba a ser una semana de deporte y folclore, se encontraron horas antes de la inauguración con la insurrección militar del 18 de julio. “Se convirtieron durante nueve meses en fotógrafos de guerra por casualidad”. Pellicer lamenta que gran parte de su trabajo se perdiera, destruido por la Gestapo cuando Alemania invadió Francia. “Solo quedaron unas 40 imágenes en el ICP, salvadas por Namuth, y hace unos años el Arxiu Nacional de Catalunya encontró otras 100″.

Una página de la novela gráfica 'Fotógrafos de guerra'.

Tras publicar su trabajo de los combates en Barcelona, los dos recorren la línea del frente: Madrid, Talavera de la Reina, Toledo o Cerro Muriano, en Córdoba, donde Capa tomó en esos días la celebérrima foto del miliciano muerto. Fuego de artillería, aviones que ametrallan a las gentes que huyen horrorizadas de sus casas con lo puesto, hospitales de campaña... El espanto de la guerra queda en sus retinas y en sus cámaras. Como dijo Antoine de Saint-Exupéry sobre el conflicto español: “Aquí se fusila como se tala árboles”.

A su vuelta a la capital se encuentran con que, debido a sus simpatías por el Partido Obrero de Unificación Marxista (POUM), que se oponía a Stalin, los representantes soviéticos en Madrid les instan a dejar de hacer fotos y a poner pies en polvorosa.

De regreso a Francia se ven de nuevo atrapados en otra guerra, la mundial. Su condición de alemanes les convierte en sospechosos, por lo que son enviados a campos de concentración del Gobierno francés, en condiciones de precariedad y hacinamiento. Cuando Francia cae ante Hitler, se encuentran en una situación desesperada de la que saldrán con suerte dispar. Namuth se alista en la Legión Extranjera. Mientras que su amigo no ve la luz al final del tunel: “Los nazis y Mussolini, por un lado; Franco, por el otro y Pétain [el jefe de la Francia colaboracionista] en medio”, dice.

Otra de las páginas de la novela gráfica 'Fotógrafos de guerra'.

Tras esos años tan terribles, Namuth, ya en Estados Unidos, no quiso volver a la fotografía de guerra. Se especializó en retratos de artistas: Mark Rothko, Willem de Kooning y, sobre todo, es conocido el que hizo a Jackson Pollock; o arquitectos, como Walter Gropius, Ludwig Mies van der Rohe y Frank Lloyd Wright. Fue director de fotografía de películas y viajó varias veces a Guatemala —de donde era su mujer— para retratar a los indígenas. Después de todas las atrocidades que vio, murió en un accidente de tráfico en 1990, a los 75 años. Reisner, agotado de tanto huir sin rumbo, había decidido, en diciembre de 1940, abandonar el perro mundo que le tocó vivir.

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Sobre la firma

Manuel Morales
Periodista de la sección de Cultura, está especializado en información sobre fotografía, historia y lengua española. Antes trabajó en la cadena SER, Efe y el gabinete de prensa del CSIC. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y máster de Periodismo de EL PAÍS, en el que fue profesor entre 2007 y 2014.
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