El Dúo Dinámico rompió el silencio
En años duros, con su empuje juvenil los dinámicos inventaron la música pop española


Gracias a los libros de Ignacio Faulín y otros estudiosos, en los últimos tiempos hemos aprendido la historia secreta de la música moderna en el primer franquismo, más allá de las intuiciones de Manolo Vázquez Moltalbán. Sí, surgieron muchas e interesantes propuestas en la oscuridad de las boîtes, pero la primera música juvenil made in Spain fue la del Dúo Dinámico, a partir de 1959.
Era una pareja muy de su tiempo: modosos pero impetuosos, románticos con un punto escéptico, autores a la vez que intérpretes de éxitos ajenos. Oscilando entre las orquestas aparatosas y los acompañamientos de jazz italianizante, satisfacían la necesidad generacional de contar con voz propia, sin los problemas de entendimiento que traían grupos mexicanos como los Teen Tops (¿Agujetas de color de rosa?). Que conste que, según confesión posterior, disfrutaron de una genuina vida de rock & roll entre giras, películas y servicio militar.
Pero el esplendor duró relativamente poco. A partir de 1963, se implantaron los conjuntos músico-vocales, a imitación de los Beatles (que grababan, ay, para su misma discográfica, EMI). A pesar de contar con un fandom bullicioso, el Dúo se vio superado por los nuevos tiempos. Sospecho que no lo vivieron como una tragedia: flexibles, encontraron acomodo en el establishment de la música ligera, con los festivales de la canción, las composiciones para otros artistas, las eternas sonrisas.
Hubo intentos de renovación: ropa in, cambio de nombre –Manolo y Ramón- y grabaciones en Londres. No hubo manera. Conscientes de la eterna ingratitud española, se despidieron sin muchos aspavientos y se recliclaron en la industria discográfica, como cazatalentos, compositores y productores: Ramón Arcusa en EMI y Manolo de la Calva en Columbia. El puesto de este último les facilitaría entrar en contacto con un vocalista flaco e inseguro, Julio Iglesias.
La vertiginosa carrera de Julio permitió que se instalaran durante crecientes temporadas en Miami, todavía muy lejos de su actual carácter de capital musical de la América Latina. Desde la atalaya de Florida, observaron divertidos cómo su música se revalorizaba en España, gracias a unos compañeros de generación que habían emprendido la aventura de la democracia y que ansiaban revestir de cierta épica sus años mozos.
Hubo más que nostalgia en su reaparición. Junto a sus innumerables bolos, grabaron puntillosos nuevos discos, donde se incluía el futuro himno Resistiré. Se mostraban risueños, aunque era mejor no discutir allí de política, y estaban justamente orgullosos de haber desarrollado una carrera fabulosa desde aquellos orígenes en los que todo estaba por inventar.
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