La fuerza musical coreana más allá del k-pop
El festival murciano La Mar de Música continúa reforzando su compromiso con las llamadas “músicas del mundo”, aunque desde un enfoque cada vez más contemporáneo

La Mar de Músicas cumple 30 años y apuesta por una programación centrada en la fusión de rock, pop o electrónica con gugak, la música tradicional de Corea del Sur. Mientras el resto del mundo mira hacia el k-pop (el popular pop coreano de bandas como BTS o Blackpink), el festival programa del 18 al 26 de julio propuestas como la de Leenalchi, que fusiona pansori (tradicional canto lírico coreano) con pop, o Jambinai, que introduce instrumentos como el haegeum o el geomungo en sus composiciones de metal.

Gran Dong, nacida en Seúl, es una intérprete de gayageum que actualmente reside en España. Realizó sus estudios musicales en el Instituto Nacional de Arte Tradicional de Corea, la Universidad Nacional de las Artes de Corea y la Universidad Hanyang, señala: “Aunque el k-pop tiene una gran influencia a nivel mundial, en Corea hay mucho más: desde indie y jazz hasta música experimental, pasando por la fusión con música tradicional coreana. Entre los artistas jóvenes hay un interés creciente por reinterpretar elementos musicales tradicionales desde una perspectiva contemporánea. Siguen presentes los elementos más característicos de la música coreana: el heung (energía, alegría compartida) y el han (una tristeza profunda y contenida)”.
En la música y cultura coreanas, heung y han son dos conceptos distintos que describen emociones y estados de ánimo y que, tal y como la intérprete de gayageum afirma, incluso las bandas más titánicas de k-pop siguen manteniendo en sus canciones. Pese a ello, Dong comenta que: “Leenalchi o Jambinai han empezado a llamar la atención, pero no se puede clasificar su música como tradicional en sentido estricto. En realidad, desde hace más de 20 años dan estas fusiones. Por ejemplo, el grupo Sookmyung Gayageum presentó hace dos décadas una propuesta innovadora que combinaba gayageum con hip hop, incluyendo breakdance y DJ en sus espectáculos”.
Leenalchi se hicieron famosos en 2020, cuando su tema Tiger Is Coming fue utilizado en un vídeo promocional de la Organización de Turismo de Corea. El vídeo se volvió viral gracias a que desafiaba los cánones del folclore: aunque la música parte del pansori, los miembros del grupo aparecían con gafas de sol y ropa híbrida entre hanbok (ropa regional) y traje occidental. Así, más que música tradicional, la programación del festival murciano propone un cruce neo-folclórico que también tiene su paralelismo en el elenco de nombres nacionales: Queralt Lahoz mezcla el flamenco con la música hip-hop, Ángeles Toledano hace lo propio en una vertiente más electrónica, y Tarta Relena fusiona la música mediterránea de tradición oral con el pop contemporáneo.

Miguel Tébar (Murcia, 52 años) periodista musical de la Región de Murcia, afirma que el festival surgió hace 30 años “en pleno boom de la world music. Por eso, apuestan por artistas ganadores [vendedores de entradas] a la par que siguen confiando en esos otros artistas de las músicas del mundo. El fallecimiento del ideólogo del festival, Paco Martín, coincide prácticamente con una nueva era pospandemia, significando una oportunidad para esas músicas crecientes en el resto de la península y que algunos denominamos neofolclore”.
Si bien Tébar afirma que la invitación de Corea del Sur es una “cuestión de poder cerrar a tiempo una fructífera colaboración entre el propio ayuntamiento de Cartagena y la institución correspondiente que indique la embajada o el instituto cultural de turno”, la cooperación entre ambos llega en el momento de máximo apogeo de la “ola coreana”. Jump, la nueva canción de Blackpink, se encuentra en el número uno del top 50 global de Spotify, y en el top 10 se cuelan cuatro canciones de la película K-Pop Demon Hunters, un filme de animación sobre una banda de k-pop que salva al mundo de una invasión demoniaca.
El término world music surgió en Reino Unido a finales de los años ochenta como una estrategia comercial con el fin de visibilizar la producción musical de África, Asia y América Latina en el mercado anglosajón. Aunque fue útil para abrir espacios de difusión a artistas hasta entonces ignorados por la industria global, su carácter eurocéntrico fue objeto de fuertes críticas como género aglutinante del “otro mundo”.
Sin embargo, 30 años más tarde, las plataformas digitales y los flujos culturales transnacionales han transformado la manera en que las músicas locales se consumen y se resignifican. Se ha propiciado una reacción creativa en forma de neofolclore: una corriente que, al tiempo que se beneficia del alcance de las lógicas globales, actúa como forma de resistencia simbólica frente a la hegemonía cultural.
‘Underground’ taiwanés
Miajou Jian (Nantou, 55 años), profesora de comunicación en la Universidad Nacional Chung Cheng (Taiwán), explica el underground taiwanés como “una nueva fuerza musical que podía competir con la industria discográfica masiva. En los últimos años, cada vez más grupos indies de Taiwán han empezado a reaprender la lengua taiwanesa (hokkien) y a crear canciones en ese idioma. También están incorporando instrumentos tradicionales como el nanguan, el beiguan y el suona a las composiciones de indie-rock”. Este podría ser el caso de grupos como Lilium y Tsng-kha-lâng, que para Jian presentan “una expresión cultural más auténtica y arraigada localmente, especialmente para quienes buscan música con un fuerte sentimiento de pertenencia”.
Mizuki Khoury (Montreal, 23 años), periodista musical libanesa-japonesa afincada en Tokio, observa la misma tendencia: “Tokio es una esponja donde cobran vida nuevas ideas, pero también donde prosperan referencias culturales de ultramar. En ese sentido, la música de Japón hibrida su identidad con géneros que se popularizaron primero en Occidente, lo cual genera un contraste interesante frente a estos géneros de raíz extranjera: en la escena hip-hop, por ejemplo, existe un fuerte sentimiento de orgullo hacia el jimoto [el lugar donde se ha crecido]. Además, la japonesidad resulta inevitable debido al idioma, una lengua singular y aislada”.
En ese sentido, las identidades japonesa y taiwanesa dialogan, del mismo modo que la música indie de Corea del Sur, con el canon de pop-rock global en un mercado cultural con el continente asiático en crecimiento. Así, el auge del neofolclore no solo desafía la mirada anglocéntrica, sino que también encarna una forma de resistencia simbólica frente a la homogeneización mundial.
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