Julio Ruiz: el bailaor que agita la escena con su “flamenco presente”

En un momento de esta entrevista, Julio Ruiz (Almería, 31 años) apunta algo que resume muy bien el incipiente discurso que asoma rotundo en su corta trayectoria: “Cuando me dicen que hago flamenco contemporáneo, digo: no, yo hago flamenco presente”. Y como descendiente inquieto de ese aquí y ahora, muestra una hechura vasta y holgada en gustos y formación.

Cita a Angélica Liddell y Dimitris Papaioannou como referentes de lo escénico, “porque acercan lo cotidiano a niveles estratosféricos de elegancia”. Y cuenta que estudió danza española y flamenco, pero también danza contemporánea, audiovisuales y escritura, y es el primer artista flamenco a quien el Centro Nacional de la Danza de París ha otorgado una de sus anheladas becas. “Cuando me llamaron no me lo creía, pensé que era una broma. Una vez allí me maravilló el respeto que hay por la danza”. ¿Muy diferente al de por aquí? “No hay color”.

El Centro Nacional de la Danza de París, espacio señero en marcha desde 1998, y que en la portada de su página web se describe con una frase que suena a verso extraordinario (“Centro de recursos para el sector coreográfico y los públicos”), coproduce el espectáculo que Julio Ruiz estrena este martes en la recién nacida Bienal de Flamenco de Madrid. Se llama La familia y pone a su abuela, a su madre y a su tía en el centro de cuestionamientos y heridas, de la tragedia y el placer. “La herida viene de estar en una familia con un matriarcado muy potente y de no entender algunas dinámicas. Como esa cosa que se dice cuando no gusta algo de alguien pero ‘qué le vamos a hacer, es de la familia’. Con este espectáculo escribo una carta de amor a cada una de ellas para contarles que hay formas de hacer o decir que no se pueden aceptar. Que las quiero por cómo son, pero que no voy a seguir sus luchas. Se trata de empezar un camino a la esperanza”. ¿Y les ha hablado a ellas de este espectáculo? “A dos sí, de hecho vienen a verlo, a la tercera no porque hace tiempo que no tenemos relación. Mi abuela, además, es muy moderna, está muy fuerte… Al final, esto de sacudir la alfombra de la familia es algo que deberíamos hacer todos. Enfrentarme a la herida me coloca en un sitio que me pone porque siento que doy un paso como persona, como bailarín y como bailaor”.

Cuenta Julio Ruiz de su familia que, a pesar de no ser artistas (“mi madre es una granaína limpiadora de casas, mi padre es un gallego camarero, que se enamoraron en el norte, bajaron a Graná y dijeron vámonos a la costa que allí hay más trabajo, acabaron en Almería y nací yo”), su madre detectó cierta sensibilidad siendo bien pequeño y lo apuntó a clases de baile. “No quise volver porque solo había niñas, pero lo hice porque bailar me gustaba más que otra cosa”, explica. Después llegó el Conservatorio de Almería y a los 14 los tablaos, que todavía hoy sigue pisando y conjuga con sus creaciones. “Yo no soy una cosa o la otra, soy el mismo siempre. Con mis espectáculos trabajo de manera más libre. Pero en el tablao, aunque haya un código más tradicional, lo disfruto también”.

De sus palabras emana una asombrosa y joven madurez sobre la ausencia de prejuicios y etiquetas. Sobre su derecho a no elegir una casilla que lo encuadre ni el temor a que al final, alguien lo haga. Como cuando subió a TikTok unas sevillanas incluidas en su obra anterior, Tocar a un hombre, que Paz Padilla compartió, se hicieron virales y llovieron los insultos. Algo parecido a lo que le ocurrió hace unas semanas a Manuel Liñán y denunció a este periódico. “Que Manuel lo haya contado me parece fundamental y lo aplaudo. Él es un grande y tiene una visibilidad necesaria para que este tipo de cosas dejen de pasar”, declara.

Su primera creación es de 2014, se llama Retazos. Pero fue hace un par de años, el bailaor no tenía ni los treinta, cuando las miradas se detuvieron en su discurso. “Yo sigo siendo el mismo. Como dice mi abuela, ‘cada día que te veo tienes otro cuerpo pero los mismos ojos’. Soy un bailaor que escribe, que va al cine, que tiene amigos, que sale de fiesta…. Por ejemplo, en la escritura encuentro un sitio que no me la da la danza”. ¿Cuál es ese? “Un paso más hacia la libertad”. ¿Más que con el cuerpo? “Sí, porque como no soy un profesional de la escritura, me permito hacer lo que quiera. No me da miedo sentirme impostor y me hace libre”.

Entre sus próximos proyectos, además del estreno de La familia en el centro Conde Duque de Madrid, se encuentra la publicación de un “libro de artista” y un documental que recoge el proceso creativo de este espectáculo, donde entre otras frases se escucha casi como un ruego: ¿por qué esta familia cada vez que se junta sangra?