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COLUMNA
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Melody y el puñetero relato

Lo que le han hecho en la televisión pública se llama ataque coordinado. Incluso gente que no trabaja allí se ha sumado a la lapidación

Melody
Jimina Sabadú

Nadie ve Eurovisión por las canciones. Si un compositor tiene una buena canción, se la guarda para otro momento. Miren lo que le pasó a Guille Milkyway, que presentó un hit popero como era La revolución sexual y el público prefirió la insufrible charlotada del Chiki-chiki (sigo sin encontrarle la gracia, después de casi veinte años). Rigoberta Bandini propuso Ay mamá (con una ejecución que dejaba bastante que desear, dicho sea de paso) y cogieron esa cara B de un disco malo de Solange Knowles (la hermana de Beyoncé) que era SloMo.

A veces, en Eurovisión gana un buen tema. De los últimos treinta años salvaría The voice (1996), Hard Rock Hallelujah (2006), Euphoria (2012), Amar pelos dois (2017), y Zitti E Buoni (2021). El resto, peor que prescindible. Supongo que, como todo es política y mercadeo, tampoco tiene sentido esforzarse en llevar buenas canciones, aunque a veces alguien cuele una por accidente. Y Esa Diva no solo no era buena, sino que encima tenía momentos aflamencados de esos que detestan en Europa. Sin embargo, no era peor que el resto de canciones de esta edición. Es más... era mejor que la mayoría, y desde luego mucho mejor que la ganadora y que la segunda. La ejecución de Melody fue impecable. Todo fuerza, voz, carisma. Nunca sabremos si el cartel en apoyo a Palestina tuvo algo que ver en el fracaso de la propuesta. Lo que sí queda claro es que a Melody le han hecho pagar caro su descontento. Lo que le han hecho en la televisión pública se llama ataque coordinado. Incluso gente que no trabaja allí se ha sumado a la lapidación, no sea que un día les caiga, no sé, un Cine de barrio o algún programa de humor en la casa. ¿La gente siempre ha sido así de lamebotas, o soy yo, que idealizo el pasado? He visto hasta periodistas rebuscando en los likes de su pareja para demostrar que Melody es poco menos que una escuadrista. Incluso han alterado a propósito la broma de Lady Gaga para que parezca que iba en serio.

En pocos meses no solo Sálvame se ha convertido en la punta de lanza del antifascismo, sino que encima parece que la ultraderecha vaya a postrarse de hinojos ante Melody igual que ante la imagen de Blas de Lezo, que también se ha, ejem, resignificado. La verdad ya parece que da igual; aquí lo que importa es el relato. El puñetero relato.

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Sobre la firma

Jimina Sabadú
Columnista en la sección de Televisión. Ha colaborado en 'El Mundo', 'Letras Libres', 'El Confidencial', en programas radiofónicos y ha sido guionista de ficción y entretenimiento. Licenciada en Comunicación Audiovisual, ha ganado los premios Lengua de Trapo y Ateneo de Novela Joven de Sevilla. Su último libro es 'La conquista de Tinder'.
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