Joseph Oughourlian: “Los medios tradicionales creíbles volverán a ser relevantes en un mundo lleno de noticias falsas y generadas por inteligencia artificial”
El presidente del Grupo Prisa confía en que “la gente volverá a las cabeceras de confianza en un mundo donde más de la mitad del contenido de internet está producido por robots”


El panorama no es alentador para los medios. Lo cual hace mucho que dejó de ser noticia, salvo por todo lo relacionado con la transformación incesante que afecta a los órdenes globales y que impacta de lleno en las organizaciones dedicadas a difundir información de calidad. La única certeza es que el tiempo de reacción para sobrevivir ante los cambios será cada vez más corto. Y es precisamente en esa centrifugadora de incertidumbre donde la confianza adquiere categoría de valor al alza de los medios de comunicación. Así lo cree el presidente del Grupo Prisa (editor de EL PAÍS), Joseph Oughourlian: “Más de la mitad del contenido en internet está producido por robots. En un mundo así, creo y espero que la gente volverá a las cabeceras de confianza. Yo no puedo confiar ya en las redes sociales. Confío en marcas que tienen a periodistas detrás comprobando la información. Irónicamente, los medios tradicionales creíbles volverán a ser relevantes en un mundo lleno de noticias falsas y generadas por inteligencia artificial”.
El presidente del Grupo Prisa ha reflexionado este martes en Abu Dabi sobre los desafíos de la industria mediática durante un debate junto al ex viceprimer ministro del Reino Unido Oliver Dowden y John Darsie, consejero delegado de la fintech Salt. El foro que acoge este tipo de encuentros en torno al futuro de los medios y el entretenimiento es el Bridge Summit que se celebra en la capital de Emiratos Árabes Unidos, donde ha viajado EL PAÍS invitado por los organizadores. Las ponencias durante la segunda jornada del evento han pivotado en torno a la viabilidad de un ecosistema mediático cada vez más fragmentado. Y las recetas de los conocedores del sector comparecientes han girado en torno a una misma idea: fortalecer la confianza. “No veo por qué los valores de los medios tradicionales no deban aplicarse a los nuevos medios”, ha dicho Oughourlian. Y ha añadido: “En el caso de las redes sociales, el problema es que tratan las noticias como cualquier otro producto de entretenimiento. Pero no lo son en absoluto. Las noticias son algo fundamental para que funcionen las democracias. Y la mentira es un problema para la democracia”.
El ex viceprimer ministro del Reino Unido Oliver Dowden ha incidido a partir de este planteamiento en la rapidez con la que una mentira puede circular hoy por todo el planeta: “Frente a las granjas de bots instaladas en Asia y Corea del Norte para dinamitar las democracias occidentales los gobiernos han de tomar medidas”. A pesar de la propulsión que la inteligencia artificial generativa ofrece a la desinformación y sus derivadas en la guerra híbrida entre naciones, Dowden defiende que esta tecnología ayudará —si es entrenada para ello— a expulsar a la industria de la mentira del cada vez más atomizado ecosistema mediático. “Confío en que de aquí a unos años la inteligencia artificial se utilizará para establecer situaciones de bienestar”.
Con la propagación de mentiras como uno de los males contemporáneos de las democracias, el presidente de Prisa ha añadido que las regulaciones “están ahí, pero no han sido aplicadas”. Y recordó que normativas europeas como la Ley de Servicios Digitales y el Reglamento Europeo de Libertad de Medios, de obligado cumplimiento para los Estados miembros de la UE, “no son reforzadas por los parlamentos nacionales”. Oughourlian ha expuesto su visión sobre los mercados principales de acción para el Grupo Prisa, encuadrados en España y Latinoamérica y donde “hay gobiernos más centrados en quién es el propietario de los medios que en lo que sucede en el ecosistema de las redes sociales”. El presidente de Prisa localiza también en sucesos globales como la batalla en ciernes entre Netflix y Paramount por la compra de Warner Bros Discovery y sus diferentes filiales —convertida en uno de los grandes hitos contemporáneos de la economía, la política y la industria estadounidenses— el ejemplo de que “todavía hay mucho interés por los medios tradicionales”.

En otro de los debates ha participado Andrew Sollinger, consejero delegado de la prestigiosa cabecera de asuntos globales Foreign Policy. Para Sollinger, líder de una publicación centrada en el análisis y las historias de largo recorrido, resulta primordial en un tiempo cada vez más convulso defender valores básicos como “aportar perspectivas distintas en torno a un mismo argumento y dejar que los lectores juzguen”. Y añade: “La confianza es un elemento esencial. Algunas organizaciones han obviado ese valor. Y es algo que debe ejercer como motor para la credibilidad de las cabeceras o la gente no sabrá en qué confiar en el futuro”.
Casi al cierre de la jornada, la vicepresidenta senior y editora ejecutiva de Associated Press, Julie Pace, trajo los ecos de la batalla abierta con Donald Trump desde su agencia de noticias por negarse a cambiar en sus informaciones la nomenclatura impuesta desde el Gobierno estadounidense respecto al Golfo de México. La decisión de Associated Press conllevó la prohibición a sus periodistas de acceder a las comparecencias en la Casa Blanca y será la justicia la que dirima en última instancia otro conflicto más entre el periodismo y el poder. Julie Pace se reafirma: “Somos una agencia global y tomamos decisiones sobre el lenguaje basadas en lo mejor para los destinatarios de nuestras informaciones. Esta represalia constituye una violación de la primera enmienda de la Constitución Estadounidense que defiende tanto la libertad de expresión como la libertad de prensa”. Y sobre la razón para seguir luchando por la verdad frente a todo, concluye: “Si pueden ir contra una organización como Associated Press podrán hacerlo contra cualquier medio y contra cualquier ciudadano por las palabras que usa”.
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