La ola de incendios en la Península dispara la superficie afectada por las llamas en la UE por encima del millón de hectáreas
Este es el peor año en los registros del sistema Copernicus, que arrancan en 2006. Solo España y Portugal concentran el 60% del área dañada en toda la Unión

La oleada de incendios desatada a principios de agosto y que está afectado de forma especialmente virulenta al noroeste de la península Ibérica está rompiendo también las estadísticas europeas. Los datos del Sistema Europeo de Información sobre Incendios Forestales (EFFIS), dependiente del programa de vigilancia ambiental europeo Copernicus, apuntaban este viernes a que se ha superado ya en el conjunto de la UE el millón de hectáreas afectadas por las llamas. En buena medida se debe a los fuegos en España y Portugal de este agosto; ambos países acumulan el 60% de todo el área afectada por el fuego este 2025 en la UE.
Es un dato provisional que surge de la estimación elaborada a partir de mediciones por satélite de los perímetros de los fuegos de más de 30 hectáreas. Pero, si se atiende a la propia serie histórica de EFFIS, que arranca en 2006, es un dato extraordinario. Este 2025, a falta de cuatro meses para que termine, es ya el año con más superficie afectada en la UE de las casi dos décadas de registros. En concreto, EFFIS calcula este viernes que ya se han superado los 1,1 millones de hectáreas en el conjunto de los Veintisiete.
El anterior récord databa de 2017. Y, como ahora, la Península fue tristemente protagonista, especialmente, Portugal. Aquel año se cerró con más de 988.000 hectáreas afectadas, siempre según los datos de EFFIS. De ellas, 563.000 se quemaron en Portugal. La cifra es brutal, porque el 57% del área afectada por el fuego de toda la UE se concentró en un país que apenas ocupa el 2,17% de la superficie de la Europa comunitaria.
Pero lo que seguramente guarda la mayoría de la población en su memoria de aquel terrible año no son los datos fríos, sino la pavorosa imagen de los coches calcinados en la carretera donde murieron tres decenas personas atrapadas. Fue en el incendio de Pedrógão Grande, al norte de Portugal. Y aquella funesta temporada de fuego en el país vecino fue un aldabonazo en la conciencia sobre el cambio climático y supuso el inicio de un pleito histórico contra la inacción de los Gobiernos frente a calentamiento global que acabó en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

En 2017, el segundo país más suelo afectado fue Italia (con 140.000 hectáreas) y España ocupó el tercer lugar (con 130.000).
Este año es España la que encabeza la estadística, con 403.000 hectáreas en lo que va de 2025, seguida de nuevo de Portugal, con 275.000. Tanto en España como en Portugal, el año estaba siendo relativamente tranquilo hasta la larguísima ola de calor que golpeó a la Península desde principios de agosto. A ello se une una primavera de abundantes lluvias que acabó con la sequía que vivía buena parte de España, pero que llenó los terrenos forestales de combustible para las llamas cuando el calor secó toda esa vegetación acumulada.
Más allá de los errores en la prevención de los incendios y la extinción que puedan existir, no es una casualidad que esta zona de la Península vuelva a encabezar las estadísticas europeas. Como explica Francisco Martín Azcárate, profesor titular del departamento de ecología de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM), “el interior del norte de Portugal, por ejemplo la región de la zona de Trás-os-Montes, comparte características con Ourense, Zamora y León. Tienen una estación lluviosa muy abundante y una seca muy cálida que vuelve a la masa forestal muy inflamable”. Este docente es también investigador del Centro de Investigación en Biodiversidad y Cambio Global de la UAM recuerda que en esta parte de la Península “hay incendios desde hace miles de años”.
Pero ahora dos factores están influyendo en la virulencia y extensión de esas rachas de incendios. Por un lado, explica Martín, el cambio climático, que aumenta el número de días de calor y, por lo tanto, de riesgo. Por otro, el cambio usos del territorio, porque se ha pasado de un paisaje en mosaico en el que se mezclaba el bosque con cultivo y pastos, a uno fundamentalmente forestal que, en muchos casos no tiene aprovechamiento, con lo que se acumula la biomasa. Cómo gestionar esta realidad, es uno de los retos ante los que se encuentran las autoridades de España y Portugal.
En Portugal, este vienes se mantenían activos dos incendios grandes, ambos en la mitad norte del país. Uno en el municipio de Cinco Vilas (distrito de Guarda), y otro Arganil (Coímbra), según la Autoridad Nacional de Emergencias y Protección Civil de Portugal (ANPEC). A finales de julio, casi al mismo tiempo que al otro lado de la frontera, comenzó en este país la racha de incendios. Un millar de personas han sido evacuadas y tres personas han fallecido en el último mes en la peor ola de fuegos desde 2017, según los datos de EFFIS.
En los mismos registros de este sistema de vigilancia de Copernicus destaca este año Rumanía, que acumula 126.000 hectáreas afectadas por el fuego este 2025. Pero, en verdad, este verano está siendo bastante tranquilo en este país. Los problemas con los incendios en Rumanía, como ya ocurrió en 2022, se han generado entre febrero y marzo de este año. En este país el problema de los incendios, sin embargo, no suele estar en el foco público a pesar de ser cada vez más frecuentes e incontrolables, como resultado de la sequía y las actividades humanas como la quema y los cambios de uso de los terrenos, como explicaban a principios de verano a EL PAÍS los investigadores Marius Petrila y Adrian Lorent, del INCDS Marin Dracea de Rumanía. “Estos incendios suelen comenzar en zonas agrícolas o de pastoreo, que suelen extenderse rápidamente a tierras boscosas adyacentes, y tienden a intensificarse en los años secos”, que apuntaban a un 2025 “muy por encima de la media”.
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