¿Por qué los recuerdos traumáticos aparecen como si hubieran sido filmados ‘a cámara lenta’?
Cada vez que nos vemos envueltos en un hecho traumático se pone en marcha la parte del cerebro encargada de procesarlo


Atendiendo a nuestro proceso evolutivo podemos llegar a definirnos como sistemas físicos complejos adaptativos; esto último es lo que nos confiere capacidad de supervivencia, lo que pone en marcha los mecanismos necesarios para asegurar el equilibrio -homeostasis- con nuestro entorno. A partir de aquí, nuestro cuerpo establece reacciones fisiológicas en las que la memoria va a involucrarse, sobre todo en lo que respecta a ciertas emociones y, en especial, a los episodios traumáticos.
Con estos planteamientos, el escritor Douglas Coupland arranca la primera historia de su último libro titulado Atracón (Alianza). En dicha historia nos presenta a una mujer que recuerda todas y cada una de las cosas que ha visto, lo cual puede parecer una estupidez, pero, según ella misma nos dice, no resulta tan estúpido si alguna vez hemos vivido “un accidente de coche u otra situación que, al recordarla, parece como si hubiese ocurrido a cámara lenta”.
Tal y como nos lo explica, dicho fenómeno tiene lugar cuando la memoria “filma” dos veces la experiencia, una con la memoria “normal” y otra con la “memoria de lucha o huida”. Y la protagonista de esta historia lleva toda la vida “filmando sin parar” con esa segunda memoria, igual que si huyese de los recuerdos que acaban alcanzándola “a cámara lenta”.
Dejando de lado la ficción y la manera llana de explicar algo tan curioso, es preciso volver a contemplarnos como un sistema físico complejo adaptativo que, al verse envuelto en un hecho traumático, pone en marcha la parte del cerebro encargada de la evaluación de amenazas -amígdala cerebral- donde se va a procesar el trauma. Con ello va a activarse la respuesta de lucha y huida en la que se va a ver envuelto nuestro sistema nervioso y hormonal (adrenalina y cortisol), implicando también a la memoria, provocando disfunciones del hipocampo. De ahí que cada vez que recordemos un hecho traumático, como puede ser un accidente de coche o un golpe, lo recordemos como si hubiese sucedido a cámara lenta; eso en el mejor de los casos, puesto que, hay veces que la amnesia se presenta como mecanismo de defensa al igual que la fragmentación de la memoria o los pensamientos intrusivos y demás desarreglos relacionados con el hipocampo, estructura cerebral localizada en el lóbulo temporal del cerebro.
A pesar de todo, este no es el caso de la protagonista de la historia de Douglas Coupland, cuyo trauma reside en la propia memoria capaz de almacenar todas y cada una de las cosas que suceden ante sus ojos, desde los créditos de las películas a las matrículas de los coches, pasando por los anuncios publicitarios. “Casi todo lo que tengo en la cabeza es basura innecesaria”, dice.
Para que se hagan una idea de cómo es el asunto, cuando apareció el buscador Google, la pobre mujer pensó que “por fin todo el mundo sentiría lo que era ser como ella”. Con esta peculiaridad no es difícil imaginar que la mujer no se adapte, que pierda el equilibrio con el entorno y que no llegue a estabilizarse hasta el desenlace final.
El hacha de piedra es una sección donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad científica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
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