Trump retrasa hasta 2028 el regreso de astronautas a la Luna, tras haber tenido a la NASA un año sin líder
El multimillonario Jared Isaacman jura su cargo como nuevo administrador de la agencia espacial el mismo día en que el presidente firma un decreto para “asegurar la superioridad estadounidense en el espacio”


Donald Trump volvió a la presidencia de EE UU haciendo suyo el sueño de Elon Musk de colonizar el planeta rojo. “Perseguiremos nuestro destino manifiesto en el espacio, viendo a los astronautas estadounidenses plantar [la bandera de] las barras y estrellas en Marte”, declaró en su discurso de toma de posesión, el pasado 20 de enero. Pero sus vaivenes con la renovación de la NASA, junto con las obligaciones legales, lo han llevado a quedarse con un viejo reto, mucho más modesto. Y al que añade un nuevo retraso: la Casa Blanca se ha fijado como gran objetivo llevar astronautas a la superficie de la Luna en 2028 —un año más tarde de lo que estaba previsto— en el decreto para “asegurar la superioridad estadounidense en el espacio” que Trump firmó este jueves.
En los 11 primeros meses del segundo mandato de Trump, la NASA ha estado sin líder. Hasta que, también este mismo jueves, el multimillonario, aviador y astronauta privado Jared Isaacman juró su cargo como administrador de la agencia espacial estadounidense en una ceremonia privada celebrada ante un juez en Washington (EE UU). El final de su camino hacia la dirección de la NASA se ha llevado con mucha discreción, después de que el recién elegido presidente lo nominara a bombo y platillo para el puesto en diciembre de 2024, pero decidiera retirar su candidatura el pasado mes de junio tras romper con Elon Musk, amigo y socio de Isaacman, que ha comandado vuelos espaciales de su compañía espacial SpaceX.
Con Musk enfrentado a él, para el presidente de EE UU ya no tenía sentido nombrar a Isaacman, que ya había superado su examen previo y tenía el consenso de los senadores republicanos y demócratas para confirmarlo, tras haberle obligado a prometer que priorizaría la reconquista de la Luna frente a los sueños marcianos de su amigo y del presidente. Estaba a tan solo unos días de la votación final y de asumir el cargo.
Pero Trump lo defenestró antes de empezar, alegando vínculos pasados con políticos demócratas, y poco después nombró a Sean Duffy —el secretario de Transporte de su gobierno— como administrador interino de la NASA. Sucedía a una directiva de la agencia, Janet Petro, quien también había estado al frente de manera provisional y con unas responsabilidades limitadas: los administradores en funciones no pueden tomar las decisiones necesarias para, por ejemplo, hacer los cambios que requiere el programa Artemis para regresar a la Luna, con China pisando los talones a EE UU en esa nueva carrera espacial.

La superpotencia asiática comunicó recientemente que todo va según lo previsto en sus planes para lograr un alunizaje tripulado antes de 2030. Mientras tanto, EE UU tiene previsto lanzar a partir del próximo mes de febrero la misión Artemis 2, que llevará a cuatro astronautas a girar alrededor de la Luna y regresar a la Tierra en una cápsula espacial de la NASA. La agencia espacial ha hecho sus deberes, pero con varios retrasos y con un sobrecoste multimillonario por encima del presupuesto inicial. Ahora la pelota está en el tejado de SpaceX.
Una cosa es llegar a la órbita lunar y otra mucho más complicada es posarse en su superficie. La empresa de Elon Musk ganó el contrato para diseñar y fabricar la nave encargada de descender a los astronautas de la NASA a la Luna, por primera vez desde el final del programa Apolo en 1972. Esa nave es Starship, propulsada por el cohete más grande y potente de la historia, que después de 11 vuelos de prueba todavía ni siquiera ha logrado subirla hasta una órbita terrestre y dejarla girando a unos cientos de kilómetros de altura sobre nuestro planeta. Durante 2025, el proyecto Starship ha acumulado sonoros fracasos y ningún avance con respecto a sus prometedores logros de 2024.
Así, nadie en la industria espacial confiaba en que la misión Artemis 3 pudiera cumplir su fecha de lanzamiento a mediados de 2027. El pasado mes de octubre, Sean Duffy comentó la posibilidad de abrir el contrato de la Artemis 3 a otros proveedores —como Blue Origin, propiedad de Jeff Bezos— que compitan con la empresa de Musk y puedan tener un módulo de alunizaje listo antes. Poco más pudo hacer al frente de la NASA. Tan solo dos semanas después, Trump recuperó la candidatura de Jared Isaacman para liderar la agencia espacial. El proceso volvió a empezar, pero esta vez se resolvió en tan solo un mes y medio, con un consenso aún mayor de los senadores republicanos y demócratas y con el beneplácito de la industria espacial de EE UU.
Jared Isaacman no tiene experiencia política ni científica ni ha trabajado en la NASA, unos requisitos que cumplen casi todas las 14 personas que han ocupado antes ese cargo. Sin embargo, Isaacman puede presumir de haber sido el primer astronauta privado en realizar un paseo espacial y en comandar una misión integrada solo por civiles. Este prototipo de estadounidense hecho a sí mismo —comenzó a cimentar su fortuna con tan solo 16 años, cuando fundó la empresa de procesamiento de pagos Shift4— llega a administrador de la NASA con el gran reto de encontrar una solución para llegar a la Luna antes que China.
Trump le ha dado este jueves 90 días para presentar un plan que cumpla el gran objetivo de su decreto para “asegurar la superioridad estadounidense en el espacio”, con el que el presidente estadounidense se propone establecer una base lunar permanente en 2030 —no queda claro si en órbita o en la superficie— y desplegar sobre la Luna reactores nucleares. En la Tierra, las principales medidas ya se habían tomado durante el mandato de Biden: el fin de la Estación Espacial Internacional al principio de la próxima década y la mayor apuesta por operadores privados para la nueva carrera espacial. En este decreto, el sueño de Musk de llegar a Marte queda reducido a una apuesta de futuro, una vez que se consolide la presencia en la Luna.
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