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Tania Tamayo, periodista: “La desaparición forzada es incomparable con otros crímenes”

En el libro ‘Retrato de una ausencia’ la académica chilena busca los rastros y la identidad de su tío, Manuel Jesús Tamayo, desaparecido en 1976. Un dolor que describe “como estar en un purgatorio. Se hablaba permanentemente de que él iba a llegar”

Recorrería los ríos colombianos, las fosas comunes, las minas abandonadas, las selvas. También pasaría por Guatemala y México. Lo que perseguiría iba a ser una gran investigación periodística que abordara la desaparición forzada como una forma de exterminio sistemático en América Latina. Esa ruta trazada por la periodista y académica de la Facultad de Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, Tania Tamayo (49 años, Santiago de Chile) para rastrear el paradero de tantos, de miles, de tantos de miles, se convirtió en el libro Retrato de una ausencia (Ediciones B, 2025) para acercarse exclusivamente a la historia de uno de ellos: Manuel Jesús Tamayo Martínez, su tío paterno, quien tras escapar de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), fue detenido y hecho desaparecer el 3 de abril de 1976 a sus 24 años en Mendoza Argentina, víctima del Plan Cóndor, el sistema que orquestaron los regímenes militares del Cono Sur para perseguir a sus opositores.

Así, en un acto que la periodista describe en el texto como recoger las “migas de pan” que fue dejando su tío —militante del Partido Socialista (PS) y apodado El Mono—, se sumergió en sus cuadernos y hojas amarillentas, en los libros que leyó (La importancia de llamarse Ernesto, La muerte de Iván Ilich, Sobre héroes y tumbas, Crimen y Castigo) y los relatos de otros, para ir detrás de las interrogantes sobre ese hombre que “quedaría joven en el tiempo” con las que arranca el libro: “¿Quién era Manuel? ¿Cuál era la envergadura de su militancia? ¿Por dónde anduvo? ¿Tiene límites la desaparición? ¿Se deja alguna vez de desaparecer?”.

Esta investigación partió de sus propios recuerdos, comenta la autora a EL PAÍS en una tarde de brisa cálida en la Plaza Ñuñoa, en el sector oriente de Santiago de Chile. “Empecé a trabajar muy humildemente desde lo que significaba para nosotros vivir con esto, vivir con este tío desaparecido, con esta historia de que alguien faltaba, de que había un dolor súper importante en la familia, un dolor indescriptible. Era un dolor que yo definía como estar en un purgatorio, porque se hablaba permanentemente de que iba a llegar. Era una esperanza muy extraña que todo el mundo siempre tenía y con el correr de los años se mantuvo. He hablado con personas que eran amigas de Manuel y me han dicho: ‘Yo caminaba por las calles y le miraba la cara a los mendigos’ o ‘yo a veces escuchaba que venía alguien y tenía una voz parecida y pensaba que era él”, señala Tania Tamayo.

Un mes después de la desaparición de Manuel quien fue arrestado junto a Juan Hernández y Luis Muñoz, dos de sus compañeros del Partido Socialista la familia Tamayo recibió una llamada anónima que informaba que el joven fue trasladado a Monte Maravilla, lugar emplazado dentro del enclave alemán Colonia Dignidad, que sirvió como centro de detención y tortura durante la dictadura chilena. Ese fue el primer y último contacto que los acercó a su paradero.

A través de la narración, Tamayo marca el quiebre cronológico que produce la desaparición forzada dentro de una casa: “Yo creo que es incomparable con otros crímenes, no porque los otros no sean dolorosos, creo que todos son igualmente dolorosos, pero esto tiene una permanencia que hace que las familias se queden detenidas. Por eso, en el libro hago un trabajo y una reflexión sobre el tiempo, es como hacia atrás y hacia adelante, como esa sensación de vivir de manera circular”, explica.

En el texto, ese calvario por la ausencia, sentido especialmente por Juana Martínez, la madre de Manuel Tamayo y abuela de la periodista. “María sostuvo el cuerpo sin vida de Jesús, pero si no hay cuerpo, ¿pero si no hay cuerpo del hijo, Juanita, qué se sostiene?”, se lee en una de sus páginas.

La incertidumbre, comenta la periodista, llevó incluso a algunos familiares de detenidos desaparecidos a consultar a videntes: “Siempre se dice que la muerte de un hijo es el dolor más grande, pero la muerte de un hijo al que no puedes sostener el cuerpo debe ser peor aún, porque, además, no sabes cuánto daño le hicieron a su cuerpo. Y yo creo que ahí está la barbarie humana, la barbarie humana puesta en el cuerpo de tu hijo. ¿Cómo duermes en la noche tranquilamente por años sin saber qué le está pasando? ¿Ya lo mataron o no? ¿Lo están torturando? ¿Cómo es esa tortura?”.

En su recorrido por conocer el que probablemente fue el último lugar por el que pasó su tío, Tania Tamayo visitó Colonia Dignidad en febrero de 2023. “Al entrar a ese lugar duele todo, duele la guata, duele el pecho. Es rarísimo porque además es un centro turístico. Entonces tú ves que en los mismos espacios donde hubo abuso a menores, ahora hay niños corriendo”, dice la periodista sobre este sitio que, a través de un decreto firmado en julio de este año por el Gobierno de Gabriel Boric, será transformado en un centro de memoria a través de la expropiación de 117 hectáreas.

Sobre el Plan Nacional de Búsqueda, empujado por la Administración del presidente Gabriel Boric en agosto de 2023 pues todavía en Chile hay más de 1.000 personas desaparecidas desde la dictadura, Tania Tamayo subraya que es “lo más cercano a tener una voluntad real de encontrar los cuerpos o los restos o los destinos de quienes fueron desaparecidos”.

Y el tiempo apremia, dice la periodista: “Si no se les exige a los militares el destino, si eso sigue en un secreto eterno, ya se han muerto muchos familiares, muchas madres murieron sin saber dónde estaban sus hijos. Eso es una crueldad. Una crueldad estatal”.

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