GAM: la casa de la creatividad para un Santiago regenerado
La verdadera vitalidad de una ciudad no reside solo en sus grandes eventos o en sus industrias de vanguardia, aunque estas sean fundamentales. Emerge de la creatividad cotidiana

En el corazón de Santiago, en pleno barrio Lastarria, el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM) se levanta no solo como un hito arquitectónico, sino como un símbolo de resiliencia y adaptación creativa frente a la adversidad. Una metáfora viviente de lo que significa la creatividad para una ciudad. Su historia, marcada por la genialidad de la construcción de la UNCTAD III, la tragedia del incendio y su posterior resurgimiento, es un testimonio de resiliencia urbana latinoamericana. El GAM no solo se reconstruyó, sino que se regeneró como un nuevo pulmón cultural en el centro de una ciudad. Santiago, como cualquier gran metrópolis, es un amplio lienzo y un complejo laboratorio donde la creatividad se expresa, se construye y se reinventa a diario.
Pero la creatividad en nuestras ciudades va mucho más allá de un edificio icónico o de la programación de un centro cultural. Como bien popularizó el economista urbano Richard Florida con su concepto de la “clase creativa”, la innovación y el ingenio son motores económicos fundamentales. Sin embargo, la lección más profunda –y la que el propio Florida ha matizado en sus trabajos más recientes, como “The New Urban Crisis”– es que la concentración de talento y riqueza creativa puede, paradójicamente, generar nuevas brechas y desigualdades.
En Santiago, y especialmente en barrios como el que rodea a GAM, somos testigos de la asombrosa revitalización que pueden traer la cultura y la creatividad. Pero también enfrentamos el desafío latente de la gentrificación, donde la explosión creativa puede elevar los precios y, sin quererlo, desplazar a quienes son parte esencial de la trama urbana. La pregunta clave entonces no es si la creatividad es importante, sino ¿cómo la convertimos en una fuerza inclusiva y regenerativa para todos los habitantes?
La verdadera vitalidad de una ciudad no reside solo en sus grandes eventos o en sus industrias de vanguardia, aunque estas sean fundamentales. Emerge de la creatividad cotidiana: de la capacidad de sus habitantes para adaptarse, para generar soluciones ingeniosas en sus comunidades para preservar su memoria colectiva, dar nueva vida a espacios olvidados y forjar lazos que tejen una red social resiliente. En esa interacción creativa emerge un taller de barrio, un mural colectivo, una plaza recuperada por sus habitantes.
Es aquí donde el Centro Cultural Gabriela Mistral tiene un papel fundamental, que trasciende sus propios muros. GAM no es simplemente un espacio para exhibir arte; es un laboratorio urbano donde se experimenta con la creatividad para transformarla en soluciones para la ciudad. Es un catalizador, un punto de encuentro que fertiliza el ecosistema creativo de Santiago. Inspirados por la visión humanista y pedagógica de la propia Gabriela Mistral, podemos re-imaginar un GAM como la casa de la creatividad de Chile y Latinoamérica. Una casa convocante que congrega a talentos de distintos sectores, tanto en lo performático y musical, como en el ámbito del pensamiento y la reflexión de futuro, e invita a la ciudadanía a ser parte activa de la construcción de su ciudad.
En definitiva, la “ciudad creativa” del futuro no será aquella que solo atraiga a los talentos globales, sino aquella que cultive y celebre la creatividad en cada uno de sus rincones y en cada uno de sus ciudadanos. GAM, con su historia de resiliencia y su compromiso con la cultura, tiene la oportunidad y la responsabilidad de pavimentar este camino, mostrando que la creatividad, cuando es inclusiva y arraigada en lo local, es el pulso vital para construir un Santiago más humano, más vibrante y verdaderamente regenerado.
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