Elizabeth Arévalo, la nueva alcaldesa de Isla de Pascua: “Nos gusta el turismo, pero no queremos que sea masivo”
La autoridad municipal comparte su estrategia para que el exótico destino, Rapa Nui, diversifique sus ingresos y conserve sus tradiciones


Elizabeth Arévalo (53 años, Rapa Nui) asumió hace seis meses la alcaldía del trozo de tierra más aislado del planeta: Rapa Nui, también conocida como Isla de Pascua. La independiente llegó al municipio después de cinco periodos ejercidos de manera itinerante por Pedro Edmunds. La actual edil presentó el pasado marzo un requerimiento contra su antecesor en el cargo por notable abandono de deberes y faltas a la probidad administrativa ante el Tribunal Electoral Regional de Valparaíso. Arévalo se fue de la isla a Francia cuando era un bebé y regresó siendo una contadora en 1994. Ejerció inicialmente de guía turística, en una época en que llegaban dos vuelos a la semana y los visitantes eran una extrañeza. Ahora asumió como la máxima autoridad con casi dos vuelos diarios (115.000 viajeros en 2024). En una entrevista en una cafetería de Santiago, aborda su plan para lidiar con el turismo, una relación tensa dentro de la isla, que en pandemia se había propuesto cambiar su dependencia a su principal fuente de ingresos.
Pregunta. Cuando asumió como alcaldesa sostuvo que, debido a los efectos del turismo masivo y del cambio climático, había que replantear las prioridades de la isla. ¿Cuáles son ahora?
Respuesta. La industria del turismo fue creciendo de manera exponencial y desde el 2000 se instaló el discurso de buscar que fuese más sustentable. Se hizo mucho para educar a la comunidad con respecto a reciclar, a ser más consciente y responsable, pero fue acompañado de muy pocas acciones. Entonces hoy me encuentro con que reciclamos menos del 5%. Debemos tener una mayor intervención dentro de los establecimientos escolares porque ese cambio lo harán los más pequeños. Tenemos un centro de reciclaje donde se hace la separación y trasladado al continente, y el resto llega al vertedero, donde tenemos un desafío grande. Este viaje a Santiago es justamente para ver empresas que tienen un modelo de gestión de residuo, con las que quizá podamos hacer algún tipo de intercambio de capacitaciones, de ver cuál sería la mejor modalidad, si es un relleno sanitario o seguir con lo que estamos, pero con un mejor plan de manejo de residuo.
P. ¿Y comparten las problemáticas con el continente, como la delincuencia y el crecimiento?
R. La delincuencia existe, pero en menor calibre, son pequeños robos. Lo que sí me preocupa es el aumento del consumo de droga dura. Las dos vías de ingreso son marítima y aérea; vienen del puerto de Valparaíso o desde Santiago por avión. También me preocupa el consumo de alcohol que está aumentando sobre todo en niños pequeños. Las primeras experiencias son entre los ocho y 14 años. Por eso mi programa, esta nueva visión, tiene que ver con la familia, con cómo mejoramos el apoyo a los niños y jóvenes en el ámbito educacional, los apoyos sociales, las oportunidades económicas y obviamente la protección de la mujer.
P. ¿Siguen los altos índices de violencia machista?
R. Dentro de las denuncias, la mayoría siguen siendo temas de violencia intrafamiliar ( VIF). Eso todavía es invisibilizado, pero existe. Hace menos de un mes contamos con la implementación de una oficina del Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género (Sernameg) para ayudar a las mujeres, con apoyo principalmente jurídico, cosa que no existía. Pronto vamos a implementar la oficina local de la niñez. Aquí [en el municipio] no se querían hacer cargo de estos temas y obviamente uno entra [a liderar la alcaldía] con una visión de mujer, madre, y entiende que el bienestar pasa por el bienestar de la familia primero, si tiene una buena situación económica, todo mejora.
P. ¿Y cuál es su plan propuesta para que el 80% de la población no dependa del turismo?
R. Tratar de diversificar la matriz. Hoy día la isla depende netamente del turismo, entonces hay que fortalecer los otros sectores relevantes de la isla que son la agricultura y la pesca. Hay fondos estatales, pero las políticas públicas nacionales muchas veces no son aplicables para el beneficio de la comunidad insular y, por lo mismo, uno de los objetivos de mi viaje es impulsar la elaboración de un estatuto especial de administración y Gobierno, para transformarnos en un territorio insular con una administración autónoma en lo que va quedando del Gobierno de Gabriel Boric, porque su discurso era la descentralización de los territorios.
P. El Consejo de Ancianos de la isla critica que no tienen una propuesta turística, sino una respuesta a lo que piden los viajeros.
R. Hay que mantener un equilibrio porque finalmente el atractivo de la isla es su cultura viva, que no debemos perder. Por un lado, nuestra matriz económica es el turismo. Nos gusta el turismo, pero tampoco queremos que sea masivo. Efectivamente hemos retomado los vuelos que teníamos antes de la pandemia, sin embargo, nunca habrán más de 300 pasajeros al día que lleguen a la isla y flotando unos 2.000. Por otro lado, debemos hacer todos los esfuerzos porque el visitante sienta que efectivamente está llegando a un lugar que es parte de la Polinesia, donde todavía existe el idioma. La municipalidad tiene una ordenanza que oficializa el rapanui, tenemos nuestro canal local y radio que se habla bilingüe, y los dos colegios municipales tienen un enfoque intercultural. Sin embargo, sigue siendo un desafío porque menos del 8% lo habla.
P. Existe la idea de que a Rapa Nui se va una vez en la vida. ¿Por qué alguien que ya vio los moai y la playa volvería?
R. Como la Tapati rapa nui, que es nuestro festival de febrero, hoy día tratamos de implementar varios pequeños festivales para que la isla sea un destino al que uno puede ir todo el año. Nos damos cuenta que es una vía para los niños y jóvenes puedan preservar y sentir su identidad, entonces tenemos que seguir fomentándolas. También se necesita más promoción, evidentemente. Cuando vivía en Francia conocían más Rapa Nui que a Chile. La isla está posicionada por sí sola alrededor del mundo, eso está consolidado, por eso desde estoy mirando más bien hacia adentro [al turismo local], que hacia afuera.
P. Dice que está consolidado, pero hoy el 75% de los turistas que recibe la isla son chilenos, cuando pre-pandemia los niveles de los extranjeros eran mucho más altos.
R. Ese índice cambió después de la pandemia por razones mundiales, económicas, la inflación, las dificultades de las líneas aéreas, etcétera. Desde la reapertura tenemos la mayor cantidad de turistas chilenos continentales y la intención es hacer mayor promoción nacional. Por lo mismo hace un mes firmamos un convenio de colaboración con la municipalidad de San Pedro de Atacama y Torres del Paine; somos los tres puntos más atractivos de Chile. La idea es nutrirnos de las experiencias del otro. Además, compartimos el mismo perfil de turista internacional: norteamericanos, europeos. Hoy existe un incremento del turismo chino, de hecho es el segundo en el ranking del último mes. El acceso hacia Asia Pacífico abre otras oportunidades de capturar nuevamente el turismo internacional, por eso estamos en conversaciones con aerolíneas nacionales e internacionales para reactivar los vuelos a Tahiti. Uno de los grandes desafíos es que la isla sigue siendo un destino bastante caro.
P. Y a partir de octubre se duplicará el precio para ingresar al Parque Nacional Rapa Nui a 40 dólares para los chilenos y 100 para los extranjeros, más el guía que cuesta otros 50 diarios.
R. La administración del parque tiene autonomía para tomar esas decisiones. Ahora, si uno lo compara con Galápagos, por ejemplo, ellos están a 120 dólares, incluso 150. Pero tiene que ver principalmente porque hoy en día las entradas que se venden no son suficientes para hacer una mejor gestión de los sitios, para implementar servicios básicos en todos los puntos, para tener más personal. Hoy los sitios de visitación se reducen a 14 puntos de los 25 por la falta de personal. También necesitan los recursos para tener un mejor resguardo de los sitios arqueológicos. Esta comunidad indígena se tiene que hacer cargo de la restauración de los moai.
P. ¿Volvieron los 2.000 jóvenes que se fueron de la isla en la pandemia?
R. Somos casi 8.000 y con una población flotante de unos 2.000. Se fueron casi 3.000 jóvenes y volvieron, pero no es su totalidad, porque desde 2017 tenemos una ley que regula la residencia, por lo tanto si tú no tienes un contrato de trabajo en la isla, si no tienes un vínculo ya sea por matrimonio o familiar, si no pertenece a una institución pública, simplemente no te puedes quedar. Durante la pandemia se fueron se fueron casi 3.000 profesionales calificados. La dificultad hoy día y justamente en el ámbito turístico, es poder tener mano de obra calificada en la isla por esta ley.
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