Una segunda vida a la ropa desechada en el desierto de Atacama, en Chile, el vertedero textil más grande del mundo
La ONG Desierto Vestido, junto con otras organizaciones, crea una plataforma que recupera las prendas de segunda mano abandonadas para regalarlas a consumidores


Los chilenos Bastián Barría, Ángela Astudillo y Jean Karla Zambrana –vestidos con overoles blancos y guantes plásticos– se adentran en montañas de camisas, abrigos, pantalones y zapatos en el desierto de Atacama, el más árido del mundo, para sacar algunas de estas prendas intactas y sin casi desperfectos de marcas prestigiosas como Nike, Calvin Klein, Adidas y Zara. El sol arde hasta generar una sensación de sofocamiento, pero ninguno de estos fundadores de la ONG Desierto Vestido –dedicada a fomentar la economía circular en la industria textil– declina hasta conseguir artículos desechados que, luego de ser higienizados y restaurados, ofrecerán a solo el costo de envío en una plataforma, Recommerce Atacama.
Es un proceso laborioso, donde no todo lo recuperado tiene una segunda vida. De las casi dos toneladas de ropas recuperadas en un mes, solo fueron 300 entregadas a clientes de distintos países del mundo. La campaña fue creada con el apoyo de Fashion Revolution Brasil, una organización mundial que aboga por la sostenibilidad en la industria de la moda; la agencia de comunicaciones Artplant y la empresa de comercio digital VTEX.
Durante el lanzamiento de la primera colección, en marzo de este 2025, se agotó la mercancía en unas cinco horas. “Buscamos de alguna manera democratizar el acceso a la moda, maximizar el impacto ambiental que puede alcanzar esta acción [reciclaje de ropa], y a su vez contar la historia de una problemática”, dice Barría en una conversación telefónica con EL PAÍS.
Cada uno de los empaques de los vestuarios indica dónde se localizó, cómo se restauró y qué está sucediendo en Chile, el mayor importador de ropa usada en América Latina. Sin embargo, este no es el único medio al que han apelado para generar conciencia de los vertederos textiles a cielo abierto, porque ya en 2024 realizaron el Atacama Fashion Week, un evento que consistió en un desfile de moda con modelos que vistieron prendas desechadas en el mismo basural. No tuvo público, pero el vídeo se exhibió en pasarelas internacionales y proyectado en las pantallas del Times Square, en Nueva York.

Para junio se espera el lanzamiento de una segunda colección. Entre los planes de Desierto Vestido destaca contar con prendas confeccionadas y reparadas por emprendedoras locales a finales de 2025.
“No sabemos quiénes están detrás”
La mayoría de estas prendas recuperadas ingresó en embarcaciones por la zona franca del puerto de Iquique, localizado a unos 630 kilómetros del desierto de Atacama. Provienen principalmente de Estados Unidos y países de Europa. Y después de ser entregadas por comercializadoras a minoristas se les suele perder la pista. “No sabemos quiénes están detrás. No sabemos si quienes están descartándolas son feriantes o desde las fábricas directamente. Tampoco sabemos cómo llegan a ser abandonadas”, agrega Barría.
Por años estos basureros clandestinos fueron ignorados. Pero en 2021 se hicieron virales las imágenes captadas por el fotógrafo de la Agencia France-Presse, Martín Bernetti, que mostraron una enorme marea de ropa descartada en una zona inhóspita de Alto Hospicio. Esto reveló al mundo lo que está ocurriendo desde hace unos 15 años de acuerdo con registros de asociaciones de vecinos y que es monitoreado por Barría, Astudillo y Zambrana desde 2020, cuando comenzaron a estudiar el fenómeno para un proyecto estudiantil.
Al principio, todo estaba en una montaña de casi seis metros de altura en el paso de la Mula, un sector en la ciudad de Alto Hospicio. Se estimaba que había más de 100.000 prendas acumuladas durante más de una década. Pero esto fue devastado por un incendio que duró cerca de una semana en junio de 2022.

Nadie sabe quién lo provocó, pero hay sospechas de que hubo acción humana. La ropa chamuscada quedó sepultada entre las rocas y la arena del desierto. A raíz de aquel episodio proliferaron otros vertederos textiles en unas 300 hectáreas de Alto Hospicio, uno de los municipios más pobres de Chile, y en sus alrededores. Pero también se hizo habitual la quema de estos sitios, lo que activistas presumen tiene como intención desaparecer evidencias. Es tan común, que Barría cuenta que la semana pasada, la última vez que fueron a terreno, presenciaron cómo se elevaban columnas de humo desde un pequeño basural. “Por conversaciones con vecinos de Alto Hospicio, sabemos que hay problemas respiratorios debido a que les llega el humo a sus hogares”, explica.
Casi un 70% de la ropa a nivel mundial está fabricada con fibras sintéticas, las cuales se derivan de combustibles fósiles, y que al ser quemadas emanan gases nocivos para la salud de las personas y de distintas especies de animales.
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