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Joaquín Fermandois, historiador: “La derecha chilena no sabe hacer campañas”

El presidente de la Academia Chilena de la Historia pone en perspectiva el inédito escenario electoral en que Evelyn Matthei, José Antonio Kast y Johannes Kaiser encabezan las encuestas. Y encuentra una semejanza llamativa entre 2025 y 1946

Joaquín Fermandois

Presidente de la Academia Chilena de la Historia, profesor titular de la Universidad San Sebastián y emérito de la Pontificia Universidad Católica, Joaquín Fermandois Huerta (Viña del Mar, 76 años) se declaró alguna vez “cercano a Renovación Nacional”. Dicho eso, prefiere aclarar que no es ni ha sido militante de ese partido, sin perjuicio de que la derecha chilena sea su espacio.

“Hace unos 20 años que pertenezco a la comisión de relaciones internacionales del Instituto Libertad, y eso está conectado con RN”, le cuenta a EL PAÍS en su departamento de calle Ricardo Lyon, en el municpio de Providencia. “O sea, de los 18 que estamos ahí, hay dos o tres que son del partido, pero el resto no. Esa es, más o menos, la orientación, lo cual no significa que vote siempre por los candidatos de RN”.

En un año de elecciones presidenciales y parlamentarias, el historiador tiene presente que, a la derecha de Evelyn Matthei, hay dos candidatos cuyos rendimientos en las encuestas podrían amenazar su liderazgo y que no irán a primarias con ella: José Antonio Kast, del Partido Republicano, y Johannes Kaiser, del Partido Nacional Libertario, quienes vienen ocupando el segundo y tercer lugar en los estudios de opinión, precisamente detrás de Matthei.

En ese escenario, “alguno ha escogido temas a raíz de denominaciones que se ponen súbitamente de moda”.

Pregunta. ¿En qué denominaciones está pensando?

Respuesta. En el tema libertario, por ejemplo, que de repente tiene buen nombre. Yo creo que puede ser algo pasajero, pero tiene un buen nombre como reacción frente a otras tendencias. Ahora, el nombre libertad tiene algún sentido siempre que no se le cosifique.

P. ¿Se pone suspicaz cuando escucha que “la libertad avanza”?

R. Encuentro que hay mucho de consigna, aunque entiendo algunos aspectos. En el caso de Argentina, es la reacción ante un estatismo desbocado y sin mucha estrategia, que no es más que una empleomanía medio artificial, porque el proceso económico no permite mantener tanta gente de esa forma.

P. Consignas más, consignas menos, ¿cómo ve a republicanos y libertarios en el abanico de la derecha chilena?

R. Sobre la posición libertaria, me parece que es algo pasajero, que no tiene muchas raíces en Chile. Lo que ha impactado, creo, son temas de seguridad: un sentimiento sordo, que no sabe expresarse y que sufrió el estallido [social, de octubre de 2019], o que se movió hacia el otro lado a raíz del estallido, o que se ha sentido sin voceros en estos últimos 15 o 20 años. Fue algo que estalló a través de esta división de la derecha, primero encabezada por Kast y ahora por Kaiser, quien tomó fundamentalmente el término libertario cuando apareció el fenómeno Milei.

P. ¿Y le siguen pareciendo de derecha esas derechas?

R. Sí. Hay algunos temas tradicionales de la derecha ahí: el orden, la propiedad, la tradición. Y el hecho de que están contra la izquierda: izquierda y derecha son dos polos que se necesitan mutuamente. Chile es un país donde, en general, las izquierdas tienen mayoría, a veces gran mayoría. Entonces, la derecha no puede ganar sin un voto que no sea de derecha: ese voto que no sabe, que no le interesa nada, pero que en ciertos momentos prefiere a la derecha por razones casi automáticas, pensando que ese es el tronco al cual aferrarse.

P. ¿Está el país muy inclinado a la derecha, como afirmó Daniel Mansuy en una columna de El Mercurio?

R. Claro. Los temas tradicionales de derecha son los que preocupan al país ahora, más que la igualdad. Creo que, intuitivamente, mucha gente se dio cuenta de que no estaba tan mal y de que iba a perder lo que tenía, lo que había ganado.

P. El generalísimo de campaña de Matthei, Diego Paulsen, ha dicho: “Tenemos tres candidatos en los primeros lugares, las ideas que defendemos desde la centroderecha están teniendo sentido para la ciudadanía”. ¿Ve una aspiración común?

R. De las derechas actuales, sí.

P. ¿Y cómo ve el hecho de que no tendrán una primaria?

R. Este es otro 1946, cuando los dos candidatos presidenciales de derecha [Eduardo Cruz-Coke y Fernando Alessandri], sumados, sacaron más del 57% de los votos. Pero eran dos y no había segunda vuelta, así que ganó [el candidato radical] Gabriel González Videla por una cantidad considerable. Entonces, es algo parecido, aunque en un mundo político muy distinto al actual, naturalmente.

Además, hay otra tradición de la derecha chilena: no sabe hacer campañas electorales. La de Kast, en la presidencial de 2021, fue atroz al lado de la de Boric. Y lo mismo la de Jorge Alessandri en 1970, que para mí es una obsesión todavía: estaba todo bien en las encuestas, tenía todos los recursos e hizo una campaña atroz. Y perdió por poco. Hoy, los dos candidatos de derecha fuera de Chile Vamos se han planteado políticamente de forma un tanto egoísta. Yo los entiendo personalmente: han mostrado su capacidad de llegar hasta acá, y por qué van a renunciar. Pero no piensan como sector.

P. En cuanto a Matthei, ¿es la necesidad de ir más la derecha la que explica sus recientes declaraciones en torno al golpe de 1973?

R. La candidatura de Evelyn Matthei está ante el dilema de muchas candidaturas, de centroizquierda o centroderecha: tiene que cuidarse por los dos lados. Tiene que desarrollar una estrategia y no dar respuestas sectorizadas. En política, como en muchas cosas en la vida, hay alguien que mueve el tablero y que pone un tema. En este caso, Matthei tiene que poner un tema en el cual ingrese la seguridad con la misma fuerza que otros elementos. Los extremistas son más astutos en este sentido y les es más fácil expresarse, porque se aplican a una sola cosa.

P. ¿Era necesario que la candidata volviera a 1973?

R. No, y como quedó de manifiesto, lo que dijo no es históricamente así. Hay otra forma de explicar la actitud de la derecha en esos años. Esto tiene que ver con que se habla mucho de memoria, pero tenemos retazos del pasado. Luchamos a partir de consignas, de frases hechas acerca del pasado, sin conocerlo. Y hay una paradoja: la derecha, ligada a una tradición, conoce menos su pasado que la izquierda.

P. Lo dice en el sentido de que, si vamos a hablar de eso...

R. …Hay que hablar con cierta seriedad y tener una claridad sobre qué sucedió, qué podemos hacer y qué tengo que decir yo ahora. Sin que sea falso, y que al mismo tiempo no alimente al adversario. O sea, ¿para qué le voy a entregar municiones?

P. ¿Fue lo que terminó ocurriendo?

R. Sí, y se lo van a sacar en cara. Yo creo que tiene que destacar otros aspectos. Por ejemplo, que el “nunca más [un golpe de Estado]” sólo tiene sentido si defendemos la democracia, y la democracia requiere determinadas condiciones.

P. Otro tema que Matthei tocó fue el de la “inevitabilidad” de las violaciones a los derechos humanos, lo que dio el pase a Carolina Tohá para decir que la muerte de su padre [José Toha, ministro de Allende fallecido en 1974] no fue inevitable.

R. No hay cosas inevitables, pero, cuando se toma la democracia para tener un proyecto que inevitablemente está pensado en sistemas no democráticos, eso crea una crisis en la democracia, y las crisis conllevan inevitablemente ciertas consecuencias. Se escogen ciertos caminos y se escogen, por lo tanto, ciertas probabilidades. El 73, la única posibilidad que había era, o bien un sistema en el cual se siguiera avanzando, un poco ordenadamente, hacia un sistema socialista, o el plebiscito que sólo podía convocarse hasta comienzos de junio del 73 y que significaba el fin del programa de la Unidad Popular.

P. ¿Sigue importando en el país el tema Pinochet?

R. En muchos sentidos está presente, pero cada vez más incide menos en la decisión del votante.

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