Los albores de la capitalidad

Indagar en la historia de Madrid es un quehacer tan interesante como recomendable: el pasado madrileño sigue lleno de sorpresas. Hay libros que se convierten en atalayas para otearlas. La publicación por la editorial Almudayna, dentro de su colección Laya, de La villa y la tierra de Madrid en los albores de la capitalidad ofrece al lector la delectación de averiguar hechos, sucesos y aconteceres históricos poco conocidos que explican cómo al finalizar la Edad Media y alborear la Era Moderna en Madrid germinaban ya las semillas de la centralidad capitalina que, con el tiempo, aquella villa de cielos límpidos y abundantes aguas llegaría a ser.

Así, el libro, coordinado por Eduardo Jiménez Rayado, incluye entre otros interesantes ensayos un trabajo sobre el poeta festivo madrileño Juan Álvarez Gato (Madrid en 1464). El autor del ensayo, Óscar Perea Rodríguez, de la Universidad de Tejas, infiere que el celebrado y conocido vate tuvo que acreditarse como tal gracias a la existencia en Madrid de una corte juglaresca y trovadoresca aún poco conocida, en torno al monarca Enrique IV, la primera y bonancible etapa de cuyo reinado quedó ensombrecido por la damnatio memoria a la que fue sometido por haber resultado perdedor de la guerra civil abierta con su hermana Isabel la Católica. Evocar aquella Corte caballeresca y el turbión de juegos, divertimentos, amoríos, lances y tribulaciones cordiales que desplegó permite recrear un pasado sorprendente. Otros ensayos incluyen trabajos sobre castillos, bastiones y fortificaciones señeros de la región —el de Batres vió nacer a Garcilaso de la Vega—, por Santiago Muriel; templos y edificios mudéjares fruto del quehacer de prodigiosos alarifes depositarios de artesanías como la tracería, la lacería o la cantería (por Jose Luis Garrot), además de estudios en los cuales historiadoras de la estatura de Cristina Segura, Christine Mazzoli-Guintard desgranan los pormenores de un proceso historico tan fascinante como, todavía, poco estudiado.