‘Vegas’, de John Gregory Dunne: salvaje apuesta al periodismo novelesco
No le gustaba el juego ni le interesaba la mafia, pero el escritor y guionista, esposo de Joan Didion, construyó una seca e inolvidable crónica sobre la ciudad de los casinos


La crisis existencial al periodista, escritor y guionista John Gregory Dunne (1932, Conecticut-2003, Nueva York) le llegó a los 35 años. “Simplemente, y sin razón alguna, me había entrado terror a morir”, escribe en las primeras páginas del relato sobre la rocambolesca aventura que emprendió cuando trataba de librarse de aquel pegajoso malestar. Su muerte tardaría unas cuantas décadas en llegar y sería un fenómeno literario gracias a la pluma de su esposa, Joan Didion, con El año del pensamiento mágico. Ahora, el rescate de Vegas, crónica de una mala racha, publicado originalmente en 1974, resucita la voz de ese fantasma, muestra otra cara, el desencanto vital que Dunne siente y el vacío que resuena como un eco en las personas con las que se cruza.
Con una prosa esmeradamente seca se suceden las escenas y los personajes perdidos en el remolino del desierto de Nevada. “Había días en los que me decía que era a través de las penurias ajenas como podría entenderme a mí mismo”, escribe. El Nuevo Periodismo que llevó las herramientas de la ficción al género periodístico con talento y alevosía a mediados del siglo XX en Estados Unidos de la mano de Gay Talese, Tom Wolfe, Hunter S. Thompson y la propia Didion, entre otros, toma en esta crónica de Dunne un ángulo más novelesco. Nada de viajes lisérgicos como en Miedo y asco en Las Vegas; el libro de Dunne tiene un sabor más amargo y menos gamberro.
El autor advierte que se trata de una “obra de ficción de un periodo al mismo tiempo real e imaginado” y que, aunque se cruzó con detectives privados, prostitutas y comediantes de segunda fila, esas personas no se ajustan exactamente a los personajes que desfilan por las páginas de esta suerte de diario de un reportero desencantado.
Así que Dunne trata de frenar su caída libre fijando la mirada en ese extraño mundo de Las Vegas, sin una dirección clara. Eso es parte del encanto y también parte del problema de su relato: crudo, sin esquivar lo escatológico, masculino sin disimulo, rebosante de brillantes descripciones que evocan toda una atmósfera de submundo, las escenas se suceden sin un hilo argumental definido, porque la vida no lo tiene y Dunne opta por no imponerlo, o simplemente decide jugar con ese caos existencial. El orden deslavazado refleja el sinsentido interno del narrador y del mundo que le rodea, es parte del experimento, del que no sale del todo exitoso, quizá porque el éxito no tiene cabida en los personajes que habitan estas páginas. Dunne vive unos meses en lo que él describe como una “antesala del purgatorio” plagada de “desposeídos emocionales”.
El libro tiene algo de guion de película, rodado con un largo plano secuencia por el que desfilan ese detective que encuentra a maridos que emprenden fugas, o a un cómico que interpreta cada noche el mismo show en una sala medio vacía en la que una prostituta con diente de oro recibe más atención que sus esforzadas bromas. Esa poesía del fracaso, de la ciudad del vicio y sus almas perdidas, forzadas todas a ellas a interpretar su papel gastado, nunca deslumbrante, tiene un sabor algo caduco. Es deudora de un tiempo pasado, aunque mantiene su brillo.
La edición de esta crónica, más allá de su valor narrativo propio, añade nuevas piezas al puzle de los didionmaniacos. Se intercala en la historia de Las Vegas, de forma sincopada y elíptica, la crisis matrimonial de Dunne y Didion, sus llamadas y peleas —“las batallas las ganaba yo, pero la guerra la parecía estar ganando ella”—. Y al fin, quizá algo de lo que Dunne escribe sobre Jackie Kasey, el humorista telonero de Las Vegas con quien pasa gran parte de ese verano asfixiante, pueda aplicarse a su propia historia como escritor y pareja de Joan Didion: “Es el escudero de la estrella, gracioso pero no demasiado: al cabeza de cartel nunca hay que hacerle sombra”.

Vegas. Crónica de una mala racha
Traducción de Javier Calvo
Gatopardo, 2025
312 páginas
22,95 euros
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