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ARTE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Por la boca muere el pez: la resistencia artística de Jonathas de Andrade

El artista brasileño transforma el cuerpo en un campo de batalla político en su primera exposición individual en España

'O peixe' (2016), de Jonathas de Andrades, uno de los vídeos expuestos en Condeduque (Madrid).

Es difícil abrazar a un pescado sin que salte y de un brinco, tanto o más difícil que pensar la idea del otro sin que el término se te escurra de las manos. El símil está bien hallado en el vídeo O peixe (2016), de Jonathas de Andrade, artista brasileño de 42 años. Instalado en una gran pantalla en uno de los extremos de la Sala de Bóvedas de Condeduque, el centro cultural madrileño, funciona casi como una cripta, como un pequeño altar. Es lo que hace el artista en cada una de sus obras: alzar el cuerpo, la voz, el ánimo, la imaginación de todo aquel que aparece en sus vídeos. Poner el cuerpo en juego, dice, convierte la percepción en un asunto político, especialmente en Brasil, donde el lenguaje popular tiene el cuerpo tan presente. Expresiones como tener un nudo en la garganta, la lengua afilada y los ojos ensangrentados ayudan al artista a explicar lo intraducible de lo que hoy siente ese cuerpo brasileño. Un cuerpo eminentemente social. En estos tiempos en que las políticas de lo común parece que hacen aguas, ¿hay algo más urgente de lo que hablar?

Desde que despuntó a comienzos de la década pasada, De Andrade no deja de sumar pasos de gigante en su carrera coronada en 2022 con la representación de Brasil en la Bienal de Venecia. Seguro que recuerdan una oreja gigante dialogando con el edificio modernista del pabellón. La coincidencia ese año con Adriano Pedrosa como comisario de la exposición central, que había sido uno de sus mentores en sus primeros tiempos como artista, fue una de esas mágicas rúbricas que genera la vida casi como si lo tuviera estudiado de antemano.

'Jogos Dirigidos' (2019), de Jonathas de Andrade.

Esta exposición es un paso más, la primera individual en España, donde habíamos visto siempre su trabajo de manera tangencial. Llega de la mano de dos comisarias: una invitada, Claudia Rodríguez-Ponga y otra residente de Conde Duque, Marta Ramos-Yzquierdo. Se auguran alegrías en este espacio de exposiciones tan peculiar de Madrid, al que tantas otras veces se le han resistido los montajes. La expectativa se disparó hace unos meses con la excelente muestra de Fuentesal Arenillas e Itziar Okariz y ahora con las pantallas dispuestas en diagonal, rompiendo la lógica del espacio y buscando esa voz coral diferente y disidente que reclama y celebra Jonathas de Andrade.

La exposición habla de líneas y tiempo, de situaciones en proceso y en movimiento. Funciona como el cauce de un río que empieza justo donde acaba, en tránsito entre lo culto y lo popular. El artista habla del tiempo en plural: de situaciones previas, generación de momentos específicos, propuestas que disparan posibles futuros, replanteando las ideas que tenemos asumidas del tiempo y proponiendo volver a pensar en ello, insistiendo en que ese sinuoso camino mental todavía está por recorrer. Lo hace con el lenguaje, seguramente lo más poderoso que podamos llegar a tener. Con él, dice el artista, podemos aproximarnos al desconcierto universal de la existencia en otras culturas, recorriendo la fuerza creadora y desconcertante de lo erótico, las contradicciones de la naturaleza y de la ecología, los enfoques de las diversas identidades.

Frente a un presente tan sombrío, el artista nos dice que es posible llamar a una renovación generalizada para posibilitar nuevas utopías e inspiraciones

El momento más emocionante está en la obra Jogos dirigidos, protagonizada por una comunidad de personas sordas de Várzea Queimada, una población rural del nordeste brasileño olvidada por las instituciones del estado. Personas que se han inventado su propia lengua de signos, basada más en la experiencia que en la abstracción mental del signo. Lenguaje que pone en valor el gesto como emblema popular y como acción colectiva. Dicho de otro modo: la palabra como fuente absoluta de la fuerza de la cultura y la reinvención.

Las metáforas visuales se repiten en obras como El levantamiento, Nudo en la garganta u Ojo de la calle, donde el artista nos coloca frente a ese reflejo que es la otredad desde diferentes formas, llámese diversidad funcional, indigencia o animalidad. Estas escenas se presentan ante nuestra aparente normalidad y nos conminan a involucrarnos, a vernos reflejados y a atravesar el espejo. Como espectadores, entramos en la representación siendo también partícipes de las contradicciones y paradojas de la existencia humana.

'Nó na garganta' (2022), de Jonathas de Andrade.

Metidos en harina, constatamos varias cosas. La primera es cierto espanto frente al presente y cómo ese sentimiento actúa directamente sobre el cuerpo tratando de anestesiarlo. La segunda, cómo el cuerpo es capaz de reinventarse y, así, responder a una dimensión directamente política. La tercera es ver hasta qué punto el lenguaje recorre el cuerpo para dar cuenta del sentimiento y de la subjetividad. Y varias revelaciones más: cómo las obras llaman a un delirio poético, cómo hablan de lo absurdo, pero también de lo simbólico y cómo siempre hay posibilidad de inventar el presente en un futuro con mayor libido creativa. Y el mensaje definitivo: frente a un presente tan pesado y sombrío, el artista nos dice que es posible llamar a una renovación de las creencias propias y ajenas para posibilitar nuevas utopías e inspiraciones.

Más que las seis obras reunidas aquí, lo mejor de lo que vemos es el lugar desde el que Jonathas de Andrade piensa el arte: un medio con el que busca provocar sensaciones e involucrar al público en juegos de significados que hablan del presente y reclaman el repertorio de quien llega. Pensar con el cuerpo y con su comunicación, pensar con los gestos. Observar y narrar, asumir la posición subjetiva de una construcción histórica, de una generación de colectividad. Construir sobre las ruinas de lo contemporáneo lugares concretos para personas reales, lugares de paso y de encuentro para gente diversas, lugares de recreación de cuentos, de intercambio mutuo. Ser hospitalarios. Tomar el tiempo sin filtro, que lo que está pasando pase y lo haga sin tapujos. Constatar que hay algo profundamente culto en todo lo que persiste y extrapola las temporalidades.

‘Tiempo, sueño, olor’. Jonathas de Andrade. Condeduque. Madrid. Hasta el 20 de julio.

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