El castigo de las tildes
Las normas académicas sintetizadas desenfadadamente en este artículo reducirían muchísimo las faltas de todo alumno renqueante


Las notas de Selectividad (perdonen que huya de la sigla, pero agradezcan que no haya escrito “la Reválida”) han bajado este año al haberse endurecido el criterio sobre errores ortográficos.
Esos fallos dañan la vista del lector atento; y delatan a su vez un problema mayor: la ausencia de lecturas. Porque la ortografía no es la enfermedad, sino el termómetro. Las faltas no suelen verse en textos de ideas brillantes y redactados con buen estilo. No. Va todo junto.
Tales errores y sus consecuencias se curan leyendo (y escribiendo luego con esmero). Quien no haya adquirido esa costumbre carecerá de capacidad de abstracción o la verá reducida, y la pobreza léxica le dificultará hilar argumentos convincentes para defender sus ideas.
La mayoría de los desatinos se relacionan con las tildes. Sin embargo, las normas académicas que sintetizaré desenfadadamente aquí debajo reducirían muchísimo las faltas de todo alumno renqueante:
A). Norma general:
1. Las palabras que acaban en vocal o en ene o en ese precedidas de vocal tienen el acento de intensidad en la penúltima sílaba (son llanas): “escalera”, “hacen”, “vamos”.
2. Las demás lo tienen en la última (son agudas): “control”, “amor”, “capaz”, “reloj”.
3. Las que incumplan cualquiera de esos dos puntos (entre ellas las esdrújulas) serán castigadas con la tilde, por rebeldes: “árbol”, “amará”, “espátula”, “fórceps”.
4. Los monosílabos no se acentúan (“le”, “da”, “fe”), salvo si les afecta el punto 5, que viene ahora:
5. Las tildes en algunos vocablos con letras coincidentes pero funciones distintas suelen depender de su cadencia en la oración (se pronuncian unidas a la palabra siguiente o separadas de ella): “No sabe cuándo viene” / Lo sabrá cuando venga (cuándo viene / cuandovenga). “Él vino” / “el vino” (él vino / elvino) “Para mí cocina” / “para mi cocina” (mí cocina / micocina).
B). Palabras con un grupo de dos vocales:
1. Las secuencias de una vocal débil (i, u) y otra fuerte (a, e, o) y las de dos débiles (iu, ui) forman una sola sílaba (“jaula”, “descuida”, “limpio”).
2. Pagan la multa del acento las débiles que se saltan la norma anterior (“grúa”, “alicaído”, “impíos”).
3. Para que la vocal débil gane a la fuerte, precisa la lanza de la tilde: “María”, “aúlla”, “lío”. Sin ella, logrará un honroso empate (“Mario”, “aulló”) o una discreta derrota (“guion”, “lio”), porque las fuertes hacen valer su poderío y no necesitan más armamento.
4. Solo se tilda la vocal fuerte cuando el acento de la palabra recae sobre ella: “Cláusula” (pero “clausura”), “adiós” (pero “varios”).
5. Como las combinaciones de vocales débiles iu y ui se consideran ortográficamente una sola sílaba (“jesuita”, “geniudo”, “constituido”, “hui”), también llevan tilde solamente si les cae el acento de su palabra por culpa de la norma general, y en esos casos va siempre en la segunda letra: (“casuística”, “jesuítico”).
C). Palabras con tres vocales juntas:
1. Por una razón o por otra, se acentúan casi todas (“hacíais”, “enviáis”...). Se libran algunas inusuales (“hioides”), compuestas (“bioinformático”), no patrimoniales (“vieira”) o monosílabos ortográficos como “miau” o “liais”.
El alumno incapaz de entender algo tan sencillo como todo esto, que cabe en una columna de periódico, tendrá difícil afrontar esfuerzos superiores. Necesitará entonces un médico que mire su termómetro y le recete unas buenas páginas para leer cada noche antes de dormir.
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